La Otra reencarnación de la Salsa en las manos de la imaginación de Andrea Buenaventura.
Ella es una mujer mona muy alta que viste de negro. Ella tiene el alma para que todo esté perfectamente cuadrado casi de manera milimétrica en la carpa Cabaret de “Delirio”.
Ese es el nombre de esa maravillosa obra colectiva donde el espectáculo circense se encuentra con la
Danza, el Baile y con la música de la Salsa
de una forma y una manera
definitiva, que termina por envolver mágica, contagiosa y extraña a todos los
espectadores. Es una puesta en escena en doble vía.
Ella pasa una y otra vez por el lado de quiénes la buscamos una y
otra vez, pero, primero está la puesta en escena de esa hermosura que han
podido inventar las caleñas y los caleños.
La
médica Nicolle desde Lecce, en Italia, me lo dijo con mucho orgullo:
“Delirio, es la verdadera exaltación de la fiesta y de lo que es el baile
auténtico de Ustedes los de Cali. Es mejor que lo veas a que te lo cuenten”. La
verdad es que es cierto.
Después de todo valió la pena esperar por la entrada
equivocada del Parque del Amor y sentir el desesperante zumbido de los zancudos
como de las picadas de los jaibíes diminutos que a esa hora de la noche,
acompañan los brazos de todo aquel que no tenga buena vitamina E y complejo
B12. Se vuelve uno muy buen dulce con sus brazos para los jaibíes y los
indolentes insectos que se reproducen por millones en nuestra zona tropical.
Cuando ya son las nueve exactamente y en punto, se abre el telón porque ella la
mujer del pelo amonado, ligero, suelto sin ninguna diadema, ha dicho por el
radio interno, manos a la obra que comienza “Delirio”.
A un lado, están como en
un backstage abierto a la mirada del público, los sonidistas, las luces, los
efectos, la producción y por supuesto Richard Yory con su memoria y su grandeza
musical, brindándonos los temas que van a sonar para todos los asistentes y
bailadores.
Desde un corredor Isabella está pendiente de nosotros, para que podamos estar bien y que mientras
tanto a la mesa nos lleguen las
empanadas más pequeñas del mundo que tienen el sabor más rico y delicioso de la
tierra, con una frita cubierta de maíz tostado, y dentro de ese caparazón
crocante se encuentre la masita de papa criolla o amarilla con un guiso
pimientoso inigualable.
De un momento a otro,
la carpa está a un lleno completo casi a reventar y de entre las sombras aparece una hermosa trapecista acompañada de un estilizado trapecista. Comienzan el
ascenso por dos gruesas telas, donde van
jugando con sus cuerpos a crear una percepción de unidad artística que
entreteje en el espacio figuras con mucha elasticidad, agilidad, ritmo y fuerza
para que alcancemos a contagiarnos de esa plástica armónica que este bello arte
nos manifiesta.
Hacen expansiones, flexiones, extensiones, contracciones y
muchos cambios hasta crear un marco en el aire de variaciones en el espacio
central de la carpa que es recibido por el público asistente con un estruendoso
aplauso.
Al fondo de la carpa del circo, de tres escenarios distintos, van
apareciendo los seres más descomplicados de la vida y más aplicados de la Danza
caleña, sus bailarines. Esta aparición en escena de manera conjunta de varios
grupos de los bailarines barriales, son la expresión intergeneracional de lo
que es el baile popular de la Danza de la Salsa en la ciudad.
Esta aparición es
como la división por áreas de las diferentes generaciones de bailarines y es a
la vez la expresión de una historia viva de lo que ha sido la Salsa en la
ciudad a través de los últimos cuarenta
y cinco años.
Es todo su ciclorama en una totalidad bajo el acompañamiento de
una orquesta que en vivo recrea la memoria de todas y todos. Pasan varios actos
y en medio del goce público que vivimos, tenemos que retirarnos al fondo de la
tras escena de la gran carpa y poder así acercarnos a ese maravilloso cuerpo de
bailarinas y bailarines que conduce esa mujer que hemos visto correr de un lado
a otro y que al final de un corredor y muy cerca de una inmensa Ceiba y de unos
guaduales, saca un tiempo para poder entablar un diálogo corto sobre lo que
está haciendo.
-¿Andrea, cómo te
nace la idea de construir “Delirio”?
-La
verdad es que “Delirio”, nace de una idea suelta. Es un poco como el resultado
de ese enamoramiento de Cali con la Danza y la Salsa desde hace cuarenta años. Y
bueno, llevamos muchos años como tratando de descubrir esa pasión por ese ritmo
en los barrios y sobretodo en los barrios populares. Entonces, cuando venimos
viendo un grupo de personas, esa cantera de bailarines de los barrios sentimos
la necesidad como de elevarles su cultura artística y montarlos en escena y
entregárselos al público caleño que estaba un poco ávido de sentir elementos
que rescatarán un poco como su identidad. A eso decidimos mezclarle el circo
porque es un arte escénico un poco más universal y la música. Y bueno ahí nace
Delirio. Más que una idea personal, es una idea de un trabajo colectivo muy
gratificante sobre todo para los bailarines.
-¿Cuándo se
comienza a elaborar el Proyecto, tú empiezas a hacer una indagación en los
grupos de Danza y en los cuerpos de baile de la ciudad?
-Sí,
aquí se hace eso. Bueno, ahí venimos un grupo de personas desde hace un buen
rato. Tal vez unos veinte años trabajando con ellos. Ellos tienen su propio
mundo en los Barrios. Tienen formadas sus escuelas en los Barrios populares.
Cali tiene cerca de 64 escuelas. Más o menos unos 2000 bailarines censados.
Ellos hacen un trabajo, digamos que bastante empírico…pero que poco a poco, han
ido profesionalizando y entonces empezamos a hacer audiciones y encontramos las
mejores escuelas de baile que estuvieran mejor en su nivel artístico. Y así,
empezamos a ensamblar el espectáculo con ellas. Pero, permanentemente también
continuamos haciendo casting. Y audiciones para poder tener una segunda y
tercera línea que les permita además a los bailarines que eso se les convierta
en una aspiracional, en un reto en sus vidas. Eso ha sido como muy grato.
-¿Este trabajo es consultado con los hombres
que estudian y que practican la etnografía de la Salsa desde hace cuarenta
años?
-Sííí,
claro, claro. Hemos tenido aportes fundamentales como el del maestro Alejandro
Ulloa, que es un estudioso muy juicioso. Hemos tenido aportes importantísimos
como los que hace Guillermo Restrepo, que es un estudioso de la música. Aquí
está con nosotros en la parte musical Richard Yory, que es uno de los melómanos
y coleccionistas más importantes de Colombia. Está Carlos Fernando Trujillo que
es un productor escénico que también ha hecho un trabajo y un estudio juicioso.
Y bueno, más que un dictamen de que vamos a hacer, lo que hacemos es un trabajo
de creación colectiva con los directores de las escuelas que se han luchado ese
espacio y que se lo han ganado en muchos años. Y estamos en constante
investigación.
-¿Haces alguna
dramaturgia con ellos, te sientas a hablar, conversas, haces diálogos?
-Sí,
nosotros tenemos un comité artístico muy edificante donde participamos los
productores escénicos, los luminotécnicos, los directores de las escuelas, los
coreógrafos. Por ejemplo, para “Pasos de Libertad” que es la obra que estamos
estrenando lo que hicimos fue entregarles un hilo conductor con el deseo de
hacerle un Homenaje al Bicentenario de Colombia y al Centenario del Valle.
Quisimos meternos por esa reconstrucción de los Mitos y las Leyendas y cada uno
fue haciendo sus propuestas, sus personajes. La Salsa, tiene una virtud
estética muy valiosa que es que puede combinar porque tiene la influencia de
tantos ritmos entonces es muy rica para trabajarla escénicamente hablando. Y
hay unos que tienen unas tendencias de la influencia Afroantillana y hay otras
escuelas que tienen una influencia newyorkina. Otros que tienen mucha
influencia de la base rítmica de lo africano y de lo que viene del Pacífico.
Igual hay otras que tienen mucha influencia del currulao, que es nuestro ritmo
por excelencia. Bueno, es un proceso de creación colectiva muy
interesante.
-¿Por qué llamarlo
“Delirio”?
-Bueno,
no hay una explicación específica cuando hicimos nuestro análisis de mercadeo para crear el
espectáculo. Más bien hicimos un interrogante. ¿Qué queríamos que el público
sintiera cuando saliera de ese espectáculo? Y lo que queríamos es que el
público, digamos que tuviera un desorden de sentimientos y de emociones que le
permitiera realmente vibrar y cuando tú buscas eso en el Diccionario Real de la
Academia de la Lengua, eso se llama Delirar.
-¿Hay una
preocupación, estamos profesionalizando un invento popular o estamos
cualificando ese invento?
-Noo.
Cualificando. Sin lugar a dudas, cualificando. Las escuelas tienen unos
bailarines y bailarinas con una calidad de vida históricamente muy deficiente,
pues por su condición social obviamente. Faltaba ese impulso. Inclusive esa
tabla. Esa relación con el público. Digamos que estaban muy solos en su barrio
y en sus espacios sin poderse mostrar. Y entonces, lo que hemos venido haciendo
es ese proceso de cualificación. Con mucho cuidado. Intervenir lo que menos
podamos el proceso. Por ejemplo, “Delirio”, no tiene un vestuarista. Aquí no
hay ningún diseñador de vestuario.
-¿Son los
vestuarios propios de ellos?
-Son
los vestuarios de ellos que traen de sus barrios. Ellos, se los imaginan, se
los sueñan, se los crean. Combinan el rosado bombón con el azul pañalera, como
yo misma se los digo Y sólo a ellos y ellas les queda bonito. Y nosotros, lo
que hacemos es ayudarles a comprarles una tela. Lo que ellos quieran.
Seguramente que la pluma o el tocado les quede mejor. Pero, todo es de su
propia esencia. En eso nos cuidamos muchísimo. Yo, personalmente he defendido
mucho ese proceso. Muchos diseñadores colombianos, inclusive cuando estuvimos
en Madrid, una importante diseñadora se nos ofreció venir para apoyarlos en su
proceso, pero yo siento que eso es absolutamente intocable.
-¿Ese respeto, con
la construcción simbólica de la Salsa para la globalización, nos permite hablar
que “Delirio” está construyendo unos universales simbólicos de lo que es Cali
como cultura?
-Sí.
Hasta donde hemos podido. Cali, digamos que es una ciudad, a la que todo el
mundo osa decir: que no tiene cultura. Además, todo el mundo tiene una
interpretación distinta de lo que es la cultura. Nosotros, hemos tenido un inmenso respeto por
lo que es nuestra cultura y por los géneros vernáculos. Eso digamos, que lo
inculcamos en ellos. Por eso, ahorita vemos a los bailarines de Salsa en este
espectáculo de Pasos de Libertad, bailando Cumbia y Currulao. Que eso para
ellos es todo un aprendizaje. Entonces, tenemos muchísimo respeto, por nuestros
géneros vernáculos. Pero, también tenemos una mirada hacia lo que está
sucediendo en los Barrios de la ciudad de Cali, porque Cali es una ciudad de
pasiones y de muchísima fuerza y de mucho tejido humano, por todo aquello de
las migraciones y de su trayectoria Pacífica que ha tenido muchísima
influencia. Entonces, ese despertar de la Salsa, no podía seguir siendo una
negación. No podía seguir siendo la vergüenza de Cali. “Es que en Cali bailan
Salsa”. Y como la Salsa estaba muy ligada al fenómeno del narcotráfico. Pero,
donde el narcotráfico penetro mucho fue en el mundo de las Orquestas, pero los
bailarines siempre se mantuvieron en su Barrio. Ese fue un fenómeno como muy
importante. Y por todos esos elementos tenemos un enorme respeto y lo que
intentamos es aumentar la factura artística. Intentar exportarla. Entregársela
al público para que el público termine haciéndola. Y en “Delirio” el público
termina la obra. Y bueno, ese ha sido un proceso muy grato.
-Esta pregunta ha creado
como ciertos dolores de cabeza en los anteriores entrevistados. Pero, después
lo vas a reflexionar y ver por qué sucede. Yo tengo la idea, la tenía, pero,
hoy se me ha cumplido la idea, de que este proceso de “Delirio”, como otros
procesos paralelos, es como el renacimiento de la Salsa, es como una afirmación
de nuestra consagración al tiempo, donde se congrega y se reúne el cómo
celebramos el tiempo nosotros en Cali. Este proceso te hace pensar que esa es
nuestra forma de pensar, te hace decir que nosotros pensamos y que consagramos
en la Danza nuestro tiempo, en el hablar
y en el morar esta tierra, con la Danza y el baile lo que hacemos y como lo
hablamos de ello, como conversamos, aunque no seamos caribeños, esa forma de
celebración es una forma de romper con lo parroquial que se nos ha querido
imponer. ¿Andrea, hay una celebración del tiempo en “Delirio” y en esa idea que
haz concebido? ¿La gente lo siente así?
-Sí,
sí, sin lugar a dudas. Cali es una ciudad corporal que se expresa a través del
movimiento. Todo esto nace un poco del desorden y del caos. Del sufrimiento,
del dolor de la angustia, del no encontrar seguramente un rumbo muy definido y
bueno lo que nosotros sentimos al luchar por este espectáculo, es que a través
de la Danza, Cali encuentra su tiempo y lo acabamos de ver en el pasado 25 de
diciembre, cuando dos mil bailarines se funden con un millón de personas, donde
en público y a los ojos del mundo hacemos el Salsódromo y digamos que la gente
de todas las naturalezas [clases sociales,] rompe las barreras de los estratos
y es,
ahí donde realmente podemos lograr la mezcla. Muy a pesar de que Cali es
una ciudad absolutamente dividida. Además es una ciudad que no tiene por
ejemplo, Carnaval, que es el momento de la carne y de la carnestoléndica, donde
todos nos metemos y nos mezclamos y en eso le tenemos una envidia sana a
Barranquilla y Pasto, que es donde hay un momento donde realmente esa pirámide
social se fractura y todos nos volvemos una masa de sentimientos. Yo, creo que
la Salsa logra eso. El Salsódromo de la Danza logra eso.
-No es ninguna
máscara, no es una impostura, puede ser una máscara. ¿Pero, estamos
construyendo mejores ciudadanos con estas nuevas realidades de “Delirio” y del
Salsódromo?
-Sí,
sin lugar a dudas. Los Bailarines
digamos que no bailan Salsa ni por obligación ni por necesidad sino por gusto.
Tú ves bailarines que jamás han sido contratados y que desarrollan diferentes
oficios en la vida diaria. O son empeladas domésticas o son mensajeros o son
secretarias y tienen en la Danza y especialmente en el baile de la Salsa un
gusto especial y entonces, al tener esa virtuosidad en ejecutar el baile pues
se eleva el autoestima. Encuentran un punto de desfogue de sus propias
angustias y de sus propios sentimientos. Sin lugar a dudas, “Delirio”, el
Salsódromo y la Danza son un medio para llegar a la construcción de una
sociedad. Es uno de los medios.
-¿Podemos decir que
“Delirio”, aporta a la ciudad, a la nación y a la región en la construcción de
cultura ciudadana?
-
Sin lugar a dudas, que sí. Y en eso nos hemos propuesto con alguna claridad
hace mucho rato y desde que nació. Ya traspasó las barreras de un simple
espectáculo. “Delirio” más que un espectáculo, es una propuesta de cultura
ciudadana, es una propuesta de engrandecimiento
de la cultura popular, es mucho más que un espectáculo, es mucho más que un
entretenimiento.
-¿Tú, aceptas que
socialmente, sirve afirmar la Salsa como una política cultural de la ciudad por
parte del Alcalde Jorge Iván Ospina Gómez? ¿O no lo aceptas?
-Bueno,
yo diría que uno no puede ser como tan radical. Yo sentiría que la Salsa, es un
elemento más de nuestra existencia y de nuestra cultura como lo es el Teatro,
como lo es la Música como lo es el propio Ballet. Aquí, tenemos y hemos
trabajado y personalmente hemos estado muy cerca de ese proceso de desarrollo
cultural de la Salsa. Lo que pasa es que la Salsa es simplemente un elemento
más. Lo que pasa es que es un elemento masivo. Entonces, digamos que hay que
respetarlo porque es muy masivo. Tú no puedes ser indiferente en una ciudad
donde tienes más de dos mil bailarines de Salsa. Todos enormemente
cualificados. Tú puedes hacer o estar, o
no a favor pero, no puedes estar en contra de un fenómeno que brota de la
tierra, eso es un imposible. Entonces, yo soy enormemente respetuosa y un poco
alérgica a los debates de qué es o qué no es cultura. O qué es cultura popular o que digamos que la cultura es sólo la de las Bellas Artes. A mí me
parece que hay que respetar el sentimiento de un pueblo. Y yo personalmente soy amiga de la cultura
popular.
-¿El Salsódromo, es
un invento de Ustedes?
-No.
-¿El Salsódromo, no
quisieran intervenirlo?
-No,
el Salsódromo yo sentiría que es el resultado de ese proceso que vive Cali.
Digamos que al Alcalde Jorge Iván, le llega la propuesta de hacer un desfile de
bailarines. Jorge Iván es un hombre de extracción popular, sin lugar a dudas.
Es un hombre que ha sabido leer, el sentimiento del pueblo. Y simplemente lo
capitaliza. Y creo que las cosas son de quién es capaz de hacerlas.
-¿Se siente feliz
haciendo esta grandeza de “Delirio”?
-¡Feliz!
¡Absolutamente feliz!
-¿Cree que lo ha
hecho, es un desarrollo de lo que quiso algún día hacer con la reconstrucción
de las fiestas de las mojigangas el maestro Enrique?
-No,
el maestro nos dio tantas y tantas obras
y enseñanzas que es posible que yo tenga un poquito de ellas adentro de todo lo
que hago. Ojalá, yo pudiera hacer un poco de lo que hizo Enrique. Yo soy
simplemente una feliz integrante de un equipo de trabajo. Un equipo, además
liderado por mujeres. Simplemente, soy una mujer más de este grupo. Yo creo que
la gente debe tener mucha envidia de lo que yo siento cada vez que los veo
bailar. La verdad. Cada vez que los veo. Cuando los veo acá. Cuando los veo en
la calle. Cuando los veo estrenar sus vestuarios. Cuando los veo maquillarse.
Cuando los veo aprender sus pasos. Cuando los veo emocionados acelerando la
música a 45 r.p.m. para poder bailar más rápido o más despacio. La verdad es
que la gente tendría que tener mucha envidia. Imagínate cuanto disfrutaré para
perderme cada instante con mis hijos y poder disfrutar este tiempo con los
bailarines de “Delirio”.
-¿Andrea, hay Salsa
para el futuro?
-Para
siempre. Sobre todo aquí en Cali.
-¿Por último,
quisiera saber cuál es el significado de Jairo Varela para Salsa en Cali?
-Jairo,
es digamos que nuestro símbolo. Es nuestro símbolo musical junto a Alexis y
Nino. Son los hombres a los que le debemos realmente que Cali este puesto en el
Mapa del mundo de hoy. Que estemos en el Mapa de la Salsa como cultura y como
una realidad innegable. Son unos cultores y unos virtuosos músicos a quiénes
les debemos toda nuestra venia y admiración.
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