domingo, 17 de enero de 2016

Las Diferencias entre Observar, Ver, Escuchar, Sentir, Bailar y Analizar la Salsa como Música.

Tercer Nodo

Estación Cero

Sub-capítulos

Las Diferencias entre Observar, Ver, Escuchar, Sentir, Bailar y Analizar la Salsa como Música.

Introducción
Estación Primera
1. Salsa: emociones a la intemperie.
Estación Segunda
2. Pequeños Esbozos Acerca Del Movimiento Cultural De La Salsa.
2.1. La Salsa,  símbolo abarcador de identidad en el Caribe y el Pacífico.
2.3. La  Salsa, un elemento clave de la identidad nacional y local.
2.4. Las mediaciones simbólicas de la Salsa.
2.5. La Salsa, una forma cultural de investir el futuro.
2.6. La Salsa, una poética musical que permite la constitución de un mundo simbólico.
2.7. La Salsa, como una necesidad esencial en el encuentro de un mundo habitable.
2.8. La Salsa, una suma de culturas.
2.9. La Salsa, un diálogo y una relación entre las culturas.
2.10. La Salsa, como el gran desafío que tenemos los latinoamericanos.
2. 11. La Salsa, un espiral continúo de creación muy complejo.
2.12. La Salsa y los bioespacios ancestrales.
2.13. La Salsa: memoria y Oralidad.
2.14. La Salsa, una memoria compartida.




Introducción

Este texto hace parte de una serie de documentos escritos que se trabajaron en los dos Seminarios intitulados: “La Salsa, su historia, Orígenes y Progresiones de la Música del Caribe”, que se dictó  en Tallarte, gracias a la idea genial del maestro del Cine y la Comunicación Social Fabio Medellín, su Director, de –hacerme el bien de realizar un  repensar todo el cuento de la Salsa- cuestión que se hizo en dos oportunidades y que desde una visión epistemológica nos puso a todas y todos a estudiar el paradigma sin las prevenciones de los egoísmos propios de los cultores arrogantes que en ese momento querían disputarse el Arzobispado de la Música. Fueron 24 sesiones de seis y ocho horas grabadas por los asistentes, Junio-Julio-Agosto de 1996.

…Cualquier intento por racionalizar un fenómeno cultural como el que ha producido la cultura musical de la Salsa nos lleva inicialmente a descubrir en medio de todo su holograma, el poder realizar  una reconstrucción de las creencias y costumbres del pasado, junto con la serie de relatos fragmentarios que pertenecen como recuerdos orales a la más diversa riqueza de infinidad de regiones afrolatinas que están dispersas por las costas tanto del Caribe como del Pacífico, igualmente en lo continental e insular de su tejido terrestre.

Esto quiere decir que nuestra cultura tanto caribeña como pacífica se ha ido construyendo en medio de una permanente lucha por encontrar una identidad a través de la ritmática musical o de ese poemario riquísimo, resistente y humilde que traducido en canciones, sones, guajiras, décimas y pregones, poco a poco se fueron haciendo en la lengua española y en la inglesa porque eran las imperantes y dominantes por parte de quienes invadían y tenían el poder en el Nuevo Mundo,  que de antes era Aby-allalá, vocablo indígena recobrado por maestros defensores de la verdad del Mhuysqhubun , que designa el nombre a la milenaria tierra de América.

Esta cultura y esta Salsa de ayer, hoy como de mañana se podría decir de la mano de las palabras del estimado maestro Aguancha que “es una música que es el mejor pasaporte de aceptación y admiración que abre las puertas en donde se presente precisamente porque deja en nuestros corazones la marca imborrable de una música alegre, descomplicada, amorosa y picaresca que posee la pimienta y el sabor inigualables y que al ser reescuchada y reinterpretada crea algo pegajoso en la memoria que nos deja alegres o tristes pero que de todos modos nos deja un registro potente de espiritualidad pues nutre con avidez hermosos instantes que aunque aparentemente son simples nos dan la dimensión exacta del mundo fidedigno que os ha tocado y el olor verdadero de nuestra conciencia latina”

Esta cita alcanza a imbricar como una gran paráfrasis literaria que perfectamente puede hablar de la Salsa y permitirnos crear varios tiempos de interpretación alrededor de ella. No debemos olvidar que el mismo sentimiento que producen los Matamoros, es el que hoy sentimos cuarenta años después, muchos salseros con la música que nació en uno de los barrios pobres de la Nueva York de los sesenta y setenta.

Si miramos la música es una lengua en donde se pueden traducir al idioma universal de los hombres, la multiplicidad de sus sensaciones y sentimientos, por más particulares que ellos sean y desde los más simples a los más cargados de intensidad; ésta, es un hecho concreto que expresa la vida que las mujeres, los jóvenes y los hombres como los pueblos llevan interior y exteriormente y en ese mismo instante son parte vital de su vivencia y de su lenguaje cotidiano.

Vista así, la Salsa como música es parte de una contra cultura porque va en contravía de la música que tiene la cultura occidental anglosajona en los Estados Unidos y en muchísimas otras partes a través del poder de posicionamiento y de exposición de los medios masivos de comunicación.

La Salsa es un discurso literario que tiene en su escritura innumerables tejidos rítmicos y no podemos verla por fuera del acetato ni por encima de la cinta magnetofónica como un producto más de la publicidad y de la industria sino que necesitamos descubrirla en toda la complejidad de su materialidad discursiva significante.



Esto quiere decir que tendremos que descubrir toda la evolución ritmática de la música popular tanto del Caribe, del Pacífico como la que se llegó a producir tanto en el río Hudson y en el río Misissipi. 

Descubrir como dice el Doctor Acklyn Linch que “los negros han sido en la historia moderna parte vital de la humanidad… y que las repercusiones armónicas a través del mundo de la música que ellos lograron hacer nos permite a un nivel más profundo tener en cuenta como sus voces hacen eco a la angustia humana, al sufrimiento, al dolor, a la belleza, al amor y a la regeneración espiritual”, igualmente como lo ha logrado configurar y representar la música Salsa en su totalidad como en sus partes constitutivas.

Es lo que podemos considerar como el Mapa de un Holograma de interdependencias múltiples en el que se redefinen ampliamente y en el que “las propiedades de las partes […] no son propiedades intrínsecas sino que sólo pueden ser comprendidas en el contexto de un conjunto mayor. El pensamiento sistémico propone pensar [la Salsa,] en términos de conectividades, relaciones y contextos,..[armónicas, melódicas, organológicas, tradiciones orales, reminiscencias eglógicas, fundacionales, donde el sentido de los ejes simbólicos elaboran el constructo y se apropian]… de los márgenes de autonomía con cierta capacidad de autoorganización como explicación de la formación de la [Salsa], del cambio  de la [Salsa] y la evolución de la [Salsa]como sistema cultural que avanza  en la variedad y la cantidad de relaciones Holísticas de los sistemas musicales con los entornos, que son a su vez otros sistemas, en un permanente juego de independencia-dependencia de todo con todo.”

Eso es lo que el Jazz, la Salsa, el Son, el Reggae, el Tango y otras manifestaciones marginales de la cultura popular latinoamericana han logrado bocetar y pintar en el enorme mural de las conciencias musicales de la humanidad en este siglo XX. [Como en esta continuidad de los principios del XXI].

Este constructo de sus historias, de sus orígenes y sus progresiones, es un articulador de las formas socioculturales de las músicas caribeñas y pacíficas, que han caracterizado tipologías específicas, han tejido el sentido de lo local, de lo comunitario, de lo regional, de lo nacional, de lo trasnacional, de lo continental, alimentando la Oralidad como variable fundadora de las ricas tradiciones narrativas afros, mestizas e indígenas que trasmutan y traspasan los horizontes y las fronteras de las literaturas y las poéticas con representaciones en las que están impregnadas  las estampas, las prosodias, los cuadros costumbristas y picarescos hasta alcanzar un lenguaje formador, con el elemento central y epistémico de saber aprender a tener una celebración diferenciadora del tiempo, de su ritual ceremonial particular y desde poder construir el eje simbólico con sus imaginarios, sus mundos, creando los sentidos de pertenencia, que articulan a la sensibilidad y crean un lenguaje muy fino del cuerpo, que es desde donde de alguna manera dialogan con el Otro, y permiten por decirlo así, ser músicas aprendidas en procesos que tratan de apropiarse de los distintos sentidos y de sus representaciones imaginarias, que crean diálogos en el sentido que el maestro Jorge Luís Borges le da al diálogo. “El diálogo es una forma indirecta de escribir”.

Son músicas que son diálogos muy abiertos que develan ciertos misterios de la vida donde hay unas convergencias que afirman pasiones, incertidumbres, maneras de comunicarse, creaciones artísticas y culturales que poseen intereses, interpretaciones y “fantasías de refugio grupales” como las definía en su momento Néstor García Canclini.


Estación Primera
Salsa: emociones a la intemperie.

Artículo publicado en el suplemento Siglorama del periódico El Siglo, Bogotá, 1989. Coordinado por Mónica Sarmiento Duque, Juanita Samper Ospina y Enrique Izquierdo, gracias a la generosa intermediación del filósofo y crítico de cine Juan Guillermo Ramírez.

Casi siempre que se habla de la Salsa, se olvida olímpicamente ¿Dónde nació esta? ¿Qué ritmo le dio origen? ¿Cuáles fueron las condiciones de su aparición en el mundo cultural? ¿Cómo llegó a nuestra sociedad?
Mucho se ha hablado al respecto. Unos le han calificado un producto comercial más, hecho para su consumo. Es decir, para ser comprada como discos o como una materialidad sonora escuchable en los ratos de mero esparcimiento, a las horas que el véspero entrega las almas en pena a gozar y  escribir las nocturnas soledades del mundo, en los bares [de las ciudades y los villorrios].

Otros, los contempladores, los que tienen la felicidad de adivinar u odiar, de calificar y castigar, como bueno, malo y feo, los que socialmente han sido designados como críticos, por obvias razones se han desgarrado las vestiduras innumerable veces tratando de dar exactamente con la piedra filosofal que defina de una vez por todas, el concepto del vocablo conocido como Salsa.

Los que “superando” a los músicos que la hacen, la viven y la sienten han determinado su nacimiento y su muerte, porque son elitistas, no saben sino vivir del éxito y la gloria. Se olvidan que cualquier fantasía humana es permeable a una y varias crisis.

Por sus inmediatistas memorias [casi siempre ha existido] el afán inmortalizador y heroico, que corre fácilmente –como farándula- desfasado de la sencillez [sin siquiera desdoblar, interpretar y leer que esa es una expresión que se desprende del ethos sencillo del] indígena, del mestizo, del mulato, del latino, del negro y del Afrocaribeño como del Afropacífico.




Ellos, los críticos son los exegetas que pintan y borran una estrella. Los mismos que les quitan la carne y el hueso a los artistas humanos. Precisamente, son estos últimos, los músicos sus tañedores, los que recibieron la tradición oral aborigen del Areyto, que era una fiesta considerada pagana, pero que en realidad era una ceremonia religiosa que exorcizaba, entretenía a los aborígenes, los ponía en una verdadera fiesta donde sabían perfectamente combinar sus cantos con los movimientos de sus cuerpos, [acompañados con esos sonajeros de las maracas y los tambores] que se sabían de memoria, tal y como hoy, todos los salseros, lo ejemplifican, disfrutando, bailando y gozando, esa música conocida con ese nombre pegajoso de Saaalllsssaaaa, hecha y también definida por sus creadores.

Vale la pena, pues, mostrar todo el entorno del son de la Salsa, como uno de los más complejos mundos culturales del presente siglo XX.
Se puede decir que su ser tiene una existencia que es casi la síntesis de cinco siglos desde el descubrimiento de América y por supuesto la irremediable fusión de cuatro grandes etnias: la blanca-europea, la indígena-americana, la negra-africana y la mora-oriental. Ese es el primer ser del son de la Salsa, aderezado hoy en el lúdico, tropical y alegre ser caribeño, que se conoce genéricamente como latino. [En Nueva York y en muchos lugares de los Estados Unidos.]





Hay que tener presente que la Salsa; “esa música eminentemente popular no es otra cosa que la expresión de una manera de amar, de odiar, de entender, de sentir, de vivir esa cotidiana tarea del seguir existiendo, a la intemperie, llenos de sol, viento, y de mar; de horizonte y de un cielo inmenso, maravillosamente azul, que nos arropa haciéndose presencia o evidencia de nuestra más válida y crédula esperanza”, decía el arquitecto venezolano Domingo Álvarez, uno de los pioneros y  difusores de este movimiento musical.

La Salsa nació en los lugares marginales de New York. Fruto de un desarraigo esperanzador de una minoría inmigrante totalmente paupérrima que lo único que tenía en su cuerpo era una hermosa creatividad sonora invaluable: su música y su historia.






Son los años 60s, la capital del mundo vive el reflujo de los Beatles  y el twist va de capa caída. Son las épocas de las descargas musicales del latin-jazz en el Greenwich Village.




Ahí nace un híbrido extraño que es la mezcla de dos lenguas que se sustentan en el son cubano y el rock and roll, con un estilo muy genuino pues todo comenzaba en inglés y más adelante se traducía al español, ese ritmo fue el boogaloo. Su existencia fue de sólo tres años.
Sin embargo, logró dar el gran salto de venta y de copias pues alcanzaron dos de sus temas “Bang Bang” de Joe Cuba y Micaela de Pete Rodríguez, el millón de copias [en el prensaje fonográfico].



Pero, el son que es la matriz rítmica y armónica de estos latinos, no es un ritmo de moda, es ante todo un ritmo con una tradición formal hasta esa fecha de más de cincuenta años que había logrado una popularidad en el mundo entero recién había aparecido el disco en 1928, cuando la RCA Víctor difunde exitosamente los temas “Olvido” y “Son de la Loma”, del trío de los Matamoros.




Es entonces, 1968, la revolución imaginaria de París en mayo. Mientras tanto el Bronx, que es  el barrio latino, la gente que sigue firme a sus raíces, persiste con sus nostalgias en pleno Harlem, por donde mora la “canalla”, en las esquinas, el taller del malandro y la experiencia  se confunden con los golpes abiertos y cerrados pum quí pum…pum quí pum…sobre cajones de madera y congas, un canto ligero, libre, burlón, dicharachero que permite improvisar al que lo canta, un son, que es como un poema de los pobres, se contonea bailable en medio de esa “acuarela de pobreza” donde no hay aceras ni andenes, sólo de lejos unas moles inmensas de concreto que semejan torres de Babel, es el sur del Bronx, es Harlem, es el barrio, es Broadway, el Caribe urbano, el Caribe inmigrante de cubanos, puertorriqueños, dominicanos, panameños, venezolanos, peruanos y colombianos, un Caribe humillado, discriminado pero valiente que canta su son, el mismo cubano que apareció en los barrios populares de Los Hoyos y en  Tívoli, en Santiago de Cuba por allá en el Oriente, el mismo que se impregna del Caribe y se populariza, pues posee muchos elementos comunes, con su lenguaje deformado, característico del caribeño hispanohablante del español, tan antiguo como su mar.




Es el son lo que lo identifica, el mismo que se tomó a La Habana, a San Juan y ahora vuelve a sonar sabroso, como música latina, que por estar bien lograda, bien afincada, hecha con bastante sabor y melodía y que da lugar a ese nombre que ha logrado cuajar como ¡Salsa!

La Salsa sería el producto de una base musical cubana, con ciertos intentos e innovaciones jazzísticas que ampliará el tradicional son y de su formato organológico del conjunto de son, [renacerá una representación cargada de símbolos y sentimientos  totalmente humanos, entre  tiempos y compases que hablan el lenguaje de la memoria de una palabra que se parece a la poética  y que sale fluida como la respiración, como los latidos del corazón de tambores que muy cerca al mar vuelven a hacer bramar el cuero del chivo que tienen dentro]. Renacerán todos esos sonidos en una espiral inconfundible y eterna buscando sus propias libertades con esas lógicas que la música trae.

El bajo de madera, por el electrónico, las trompetas por los trombones, el piano acústico por el piano fender o el keyboard, pero habrá un esfuerzo inmodificable, la percusión y su ritmo en tiempo de clave, el tá-tá-tá   tá-tá, [La Clave, es una base rítmica, es un modelo  rítmico de 3/2 o 2/3 sobre dos compases, el “as” de toda la música cubana, [puertorriqueña, caribeña, pacífica]  dentro de la cual cada uno de los elementos de los arreglos y improvisaciones debe saber encajar. La clave es un modelo derivado del África con equivalentes en otras músicas afrolatinas. La clave cubana común de 3/2 varía en cuanto a su acentuación de acuerdo con el ritmo que se toca. Parece que la clave es parte  de la inspiración de los modelos de bajo de dos compases de la música negra moderna.  La clave invertida de 2/3 es menos común, aunque la usa el guaguancó. [John Storm Roberts, 1979:283];




Las Claves, son dos instrumentos golpeadores gemelos de madera resonante que se usa con menos frecuencia en la Salsa que en otra música cubana anterior. El tocador de claves con frecuencia toca el modelo básico de clave que en las bandas modernas normalmente va implícito en lugar de declarado. En toda América Latina existen muchas variantes de claves. [John Storm Roberts, 1979:283-284];

El Toque, es el “Pulso”, pero en esencia, es la frase rítmica estándar para la percusión. Muchos toques se derivan del tamborileo religioso del África, en el que los modelos rítmicos particulares se usaban para convocar a dioses individuales. A un percusionista latino no se le juzga por su nivel enérgico, sino por su conocimiento y uso de los toques estándares y las variaciones dentro de sus improvisaciones o de apoyo para su banda. [John Storm Roberts, 1979:296];

Tumbao, es un modelo rítmico repetido para el bajo de tambor o conga. Basado en la clave fundamental, los tumbaos del bajista proporcionan el armazón para el contrapunteo rítmico y constante de los percusionistas de la sección menor y mayor de la percusión. [John Storm Roberts, 1979:297];

El tumbao ensancha considerablemente su expresión con giros provenientes del jazz, lo que también ocurre con el piano, que no obstante mantener el diseño melódico-percutivo presente en el pianismo popular nuestro, enriquece su aporte con diferentes elementos jazzísticos. [Helio Orovio, 1994:172];

La Clave,  cuando se trata de un Son Montuno, es un modelo rítmico cubano que siempre alterna un compás fuerte con otro débil. Esta pauta debe ser continuada por la orquesta o conjunto luego de ser marcada  por las claves, de lo contrario se incurría en la llamada anarquía rítmica de la clave  considerada atravesada. [José Arteaga, 1994: 147];

La Clave, es un aire rítmico original que es como un principio constructivo de toda la música caribeña, que se constituye en un sistema expresivo y es un factor de soporte y de unidad musical que tiene un giro propio en la participación de la música afrocubana.

La Clave, es también un instrumento cubano, de raíz universal, originado en el medio musical habanero. Derivado de los palos entrechocantes primitivos que trajeron los africanos esclavizados a las islas de las Antillas Mayores y Menores. [Helio Orovio, 1981:109,110];

La Clave,  es un instrumento musical que consiste en dos palos redondos, como de un jeme de largo, de madera dura y sonora, que se usan golpeándolos uno a otro, para  guardar el compás. [Oneyda Alvarenga, 1947: 255];

La Clave, es un instrumento bien premeditado y fruto de una educación musical afinada (y que) tiene una caja resonante que a primera vista no se advierte. El secreto de la habilidad del clavero, o tocador de clave, consiste en formar con los dedos y la palma de la mano izquierda una caja de resonancia y en mantener muy suelto el palito hembra, de modo que, más bien que sujeto, éste descanse libremente sobre el soporte formado por los dedos, los cuales a su vez cierran la cavidad resonadora (produciendo así) una gran sonoridad, aguda y limpia, al percutir el palito macho sobre la madera. [Fernando Ortiz, 1952: 218-222];

La Clave, marca cada tiempo de las músicas, fortalece el plano rítmico-percutivo de la  sonoridad de la polirritmia, dice la maestra María Teresa Linares.]

Todo el tá-tá-tá  tá,-tá, está adocenado por los viejos sones reinterpretados con ciertos colores tímbricos de chá-chá-chá, mambo, bolero, danzón, guaracha y guaguancó. Pero, no todo estará  basado en la tradición sonera cubana.

Vendrán las creaciones propias del movimiento salsero que reflejarán las penas y las alegrías de las colonias latinas en la “capital de las desilusiones”. Vendrán más de 25 años de leyendas y pesares que irán construyendo en el mundo una cultura viviente totalmente Afrocaribeña que nació con el son cubano, “buscando ambiente de placer y de alegría/ ¡Ay mi Dios, cuánto gocé!/En un sopor la noche pasé/Paseaba alegre nuestros lares luminosos/y llegué al bacanal/En Catalina me encontré lo no pensado/La voz de aquel que pregonaba así: ¡échale salsita, échale salsita, échale salsita!”, el hermoso son de Ignacio Piñeiro, director del Septeto Nacional [5].




Estación Segunda
Pequeños Esbozos Acerca Del Movimiento Cultural De La Salsa.


La  Salsa, símbolo abarcador de identidad en el Caribe y el Pacífico.

                                                                      El movimiento sociocultural de la Salsa hasta este siglo XXI, como cultura y como memoria de nuestros pueblos, es un inmenso patrimonio múltiple, tangible e intangible que se ha aproximado a nuestras vidas de una forma y de una manera definitiva hasta transformarlas enormemente.

Ésta socioculturalidad de la Salsa, abarca gran parte de nuestro comportamiento general, pues construye la visión que tenemos de sí mismos los latinoamericanos, tanto de la sociedad y del mundo exterior[6] .

En esa perspectiva, no se desdeña de “la importancia de la creatividad y de la creación tal como se expresan en la actividad intelectual y artística [en la Salsa, artistas, productores musicales, melómanos, compositores, historiadores, críticos, Webmasters, programadores, utileros musicales, ingenieros de sonido y arreglistas] y que estima que es necesario ampliar la noción de cultura para abarcar el comportamiento general del Hombre”[7]  y sobre todo del Hombre latinoamericano, en especial, porque se debe tener en cuenta “la visión que tiene de sí mismo el ser humano, de su sociedad y del mundo exterior a ella” y ; es un proceso social que nos hace replantear que “la vida cultural de una sociedad tiende a expresarse” -no sólo- “mediante su modo de vida, su forma de ser” –tal y como lo convino la UNESCO  desde 1987-[8].

Porque, en ese sentido, también,  debemos repensar  al movimiento sociocultural de la Salsa, desde la complejidad, es decir, desde un método que enseña la epistemología de la cultura de la Salsa, en el sentido que cambia el modo de pensar tanto el arte y la música de la Salsa, cambiando los pensamientos fijos que se tenían de ella, y porque este modo de pensar la Salsa, que consiste en hacer conocer al movimiento sociocultural de la Salsa, separando los elementos de base que hay que tener de ella, para ir reduciendo los problemas que impiden su conocimiento, porque “el método de la complejidad le responde en tanto que método, que tiende a enlazar las cosas [de la Salsa] entre ellas, para aclarar las multidimensionalidades y complejidades humanas y la necesidad de integrar el aporte inestimable de las humanidades, no solamente de la filosofía y la historia, sino también de la literatura, la poesía, las artes y las culturas”[9]  como la Salsa, incluso.

Es poder coger “lo que está  tejido en conjunto”[10]  en el concepto genérico de Salsa, conocer los principios mayores de un conocimiento pertinente, situarlo en el universo simbólico, distinguirlo y religarlo, asimilarlo y reintegrarlo, contextualizarlo y complejizarlo, hacer lo que Marcel Mauss dice: “Hay que recomponer el todo”, porque “efectivamente, hay que recomponer el todo para conocer las partes”, el todo del  movimiento sociocultural de la Salsa, por todas las implicaciones  que ha tenido, el movimiento, en la construcción y reafirmación de la diversidad cultural del mundo, y sobre todo por las inevitables resonancias sonoras esenciales que ha tenido su fuerza creativa, en amplias regiones  del Caribe y el Pacífico, porque es como un “símbolo abarcador de la identidad”[11] , un holograma que expresa las necesidades, los deseos, las pasiones humanas,  que sobrepasa los meros intereses del mercado fonográfico,                                                   -que sólo, está pendiente de los resultados económicos-.

Éste recomponer el todo de la Salsa, nos hace recomponer su holograma simbólico, su holograma cultural y social, porque como afirmaba Pascal, -en el texto “Pensamientos”, producido por León Brunschwicg, edition Garnier-Flammarion, París, 1976-, esto sólo es posible, si, reconocemos que es “imposible conocer las partes sin conocer el todo y tampoco conocer el todo sin conocer particularmente las partes”, puesto que cada punto singular de un holograma contiene la totalidad de la información de lo que representa, cada expresión singular del holograma simbólico de la Salsa, “contiene de manera holográmica el todo del cual hace parte y que al mismo tiempo hace parte de él”; en tanto, este proceso se constata, no solamente con las naciones musicales del Caribe y el Pacífico, y los pueblos sino con los individuos,  que reciben o consumen las informaciones del holograma sociocultural de la Salsa y las substancias musicales y literarias provenientes de todo el universo simbólico salsero.

Esas son las virtudes de las culturas, pues tienen la posibilidad de reencontrarse con sus pasados, que es lo que le permite a los grupos humanos de la Salsa, en el Caribe y el Pacífico,  “encontrar la energía para enfrentar el presente y preparar su futuro, proyectar sus aspiraciones y sus esfuerzos”, proyectar lo que  “todo ser humano, toda colectividad debe dirigir en su vida social en una circulación interminable entre su pasado  donde encuentra su identidad apegándose a sus ascendentes, su presente donde afirma sus necesidades y un futuro hacia donde proyecta” su holograma cultural, su religazón, su dialógica de complementar el Caribe y el Pacífico, “en una simbiosofía, que tiene la sabiduría de vivir unidos, en un mestizaje, que hace la creación de una nueva diversidad, a partir del encuentro que se vuelve producto y productor de esa religazón y de esa unidad”, donde introduce la complejidad en el corazón de la identidad sociocultural de la Salsa, donde “cultiva la poli-identidad, regional, étnica, nacional, religiosa, filosófica, continental y global”.

Consideramos desde este marco conceptual, que la Salsa, hace parte de nuestra vida cultural porque una gran parte de la sociedad, tiende a expresarse mediante su modo de vida, su forma de ser, de percibir y de percibirse, y en ese sentido, la Salsa, hace parte de nuestros comportamientos y de nuestros sistemas de valores o de creencias.

Este movimiento sociocultural, está construido gracias a una serie de procesos sociales e históricos que le precedieron en el momento de hacer su aparición como expresión, y con respecto a lo que en suma, es hoy, la Salsa,  un gran protagonista que es intérprete del reconocimiento de nuestra identidad cultural en el Caribe y en el Pacífico; pues al movimiento sociocultural de la Salsa, le precedieron, muchos estilos y formas de expresión musical primordiales que son una verdadera “eclosión de las músicas afroamericanas”[12] , que desde las tradiciones afrocaribeñas y afropacíficas, década a década, en el siglo XX, se apropiaron ampliamente del gusto musical de  vastos públicos de América, gracias a la intervención masiva de la radio, como al “meteórico” “proceso de comercialización” que “rebasó las respectivas fronteras nacionales hasta convertirse en un fenómeno mundial”[13] , por el decisivo impulso de la industria fonográfica, con el apoyo y respaldo de grandes consorcios financieros y económicos.

La  Salsa, un elemento clave de la identidad nacional y local.
          Como proceso cultural e histórico, la Salsa, es una de esas permanencias culturales que se reproducen todos los días, consciente o inconscientemente, en las prácticas sociales, políticas y simbólicas de nuestras regiones biogeográficas a lo largo de su compleja evolución en el tiempo.

“Estas permanencias culturales [de la Salsa], son aspectos esenciales de las culturas de varios pueblos que sobreviven en el tiempo a pesar de las circunstancias adversas.

Estas permanencias culturales hacen parte de los procesos culturales [de América Latina] y actúan sobre los elementos culturales [del Caribe y el Pacífico], en una serie de procesos para crear las condiciones que mantienen o transforman un sistema cultural [como el de la Salsa]: los procesos de difusión, de descubrimiento e invención, de evolución y de sincretismo.

Los procesos culturales [de la Salsa] interactúan entre sí y con el medio. Es un cambio provocado por un proceso que puede resultar en la modificación de un elemento cultural que a su vez dispara cambios a través de otros procesos”[14] , que es lo que le ha sucedido a las permanencias culturales del Caribe y el Pacífico en la construcción del proceso sociocultural de la Salsa, lo que ha provocado cambios mutuos y  liberado las interretroacciones  como las modificaciones, en la elaboración definitiva del constructo simbólico de la Salsa como cultura.
Son procesos que han ayudado a la Salsa, a ser, una de nuestras riquezas socioculturales más representativas que por su gran diversidad cultural y porque cada una de sus expresiones, es una verdadera manifestación de su complejidad simbólica.

Es entonces así, como la Salsa, como proceso sociocultural ha participado en el reconocimiento de nuestra autonomía, en la conformación del tejido de los “ethos” de numerosos grupos étnicos que la han asumido, como su morada de pensamiento y de esta forma, es que, es parte de los múltiples intereses, valores y modos de pensamiento implícitos, en nuestra complejidad social y regional del mundo AfroCaribe y AfroPacífico como latinoamericanos.

Son estos procesos múltiples, los que configuran a la Salsa, como conocimiento y como representación simbólica, pues de esta manera, se ha integrado al conocimiento existente sobre la realidad social y cultural de la región biogeográfica donde nacemos y pertenecemos los latinoamericanos en el mundo contemporáneo.

Diríamos retomando a Octavio Paz, que la Salsa, “es un puente” con muchos rostros entre “tradición y modernidad”[15]  dentro de la civilización industrial y postindustrial que nos tocado vivir intensamente.

Es por eso, que la Salsa como cultura, permite que los latinoamericanos nos reconozcamos a sí mismos con la Salsa como memoria, arte y parte de nuestra expresividad, en la medida en que afirma nuestras identidades a través de la creación de un entorno propio, mediante la música, la danza, la literatura u otras prácticas afines.

En esos aspectos, la Salsa, hace parte de esa herencia del África, que es de donde se heredan los rasgos y la vocación por el ritmo y la danza en los latinoamericanos.


Las mediaciones simbólicas de la Salsa.
            El problema es no dejar ver a la Salsa como una fuente sonora exótica. No. El problema es descubrir como la cultura de la Salsa, nos permite empezar a conocer los hallazgos que señaló profundamente el maestro Argeliers León, y es cómo en el sentido musical de la Salsa, está, es en gran parte la herencia cultural del África y es porque en “la música de antecedentes afroides se dan planos tímbricos diferenciados y sostenidos por peculiares significaciones, por lo que aquellos instrumentos sirven para reproducir tales planos, en lugar de una gama de colores tímbricos empastables y fundibles [que se notan ampliamente] en la orquestación occidental europea. 




El timbre no entraba en función dramática para subrayar temas o  instantes sino como franjas o planos donde fluía un sistema particular de comunicación”[16]  y estos procesos significativos y musicales son muy notorios y audibles en el arte musical de la Salsa.

Otro de los antecedentes africanos encontrados, es el carácter funcional de ciertas músicas afrosalseras y que Francis Bebey en “Afrique noire: musique ancestrale pour un monde a venir”, señala como “las alusiones y apelaciones a todas las facultades del hombre, carnales y espirituales; la concepción de un mundo de los vivos y los muertos como un todo, una unidad”[17] ; este pensamiento tan particular, es muy perceptible en los valiosos y numerosos trabajos musicales Afrosanteros, como afroyorubas donde está presente, el carácter funcional de esta música ancestral que es insertada complejamente en la novedosa concepción cultural y musical de la Salsa, por muchísimos músicos [podemos escucharlo y vivenciarlo en Bruca Maniguá, No hay yaya sin guayacán, Funfuñando, Jagüey, Ñaña seré, Mulense, 72 Hacheros Pa'un Palo, Yo soy kangá, Yo soy makuá, Bata ye yé, Mayeya, Ahora sí, Prende el fogón, Changó tá vení, Irimo, Bilongo, Canto Abakuá, El hijo de Obbatalá, Fania, Cabio Sile, Un toque para yambao, Cabildo, Pueblo negro, Tambó, Macho Cimarrón, Aguanilé, Rompe Saraguey, Songoro Cosongo, Hacha y Machete, Popo Pa'mi, Tumba y Bongó, Umi-Layé, Yambeque, Ñañaracai, Químbara, Rinkicaya, Acere Ko, Omelé, Changuiri, África, Ubané, Ecue Baroni,  Leguleyo, Sun sun ba bae, Cari Caridad, Elegguá quiere Tambó, Quirino, Palo Yayá, Macho, María Lionza, Jo Ca Nic, por sólo, nombrar algunos temas,] y es lo que Leonardo Acosta, en su libro: “Música y Descolonización”,  considera y nos hace reflexionar que “este carácter funcional es acorde con dicha concepción; su carácter dinámico, de movimiento y renovación perpetuos, en contraste con la aspiración occidental (platónica) a alcanzar lo eterno mediante lo fijo e inmutable”[18] .




Esta consideración, es perfectamente comprensible y demostrable en las creaciones musicales de la Salsa, pues la Salsa, vive insertada en un permanente movimiento de renovación, que pareciera como un espiral inagotable.

Ahora, si pensamos, la Salsa como cultura, desde las palabras de la gran Declaración de Guadalajara de 1991[19] , ésta, es un hecho cultural que se resiste a perder su significado a pesar de las nuevas formas de penetración homogeneizante de la inexorable “cultura internacional” pues con la Salsa, nos reafirmamos cada vez más los latinoamericanos, puesto que la Salsa, ratifica la fuerza de nuestras culturas, que se ve enriquecida por su participación activa en los procesos de integración y globalización sociocultural, como uno de los elementos claves y esenciales de nuestras locales nacionalidades o identidades nacionales.

 La Salsa, al mismo tiempo, es un elemento conformador del sentido de pertenencia de nuestros pueblos Afrocaribes y Afropacíficos, pues éste sentido, principalmente es el que los dinamiza, los cohesiona, y les crea comunidad. Es decir, la Salsa crea común unidad simbólica en muchos pueblos latinoamericanos con las culturas propias que la viven y la recrean en su mediación.

De esta forma, la Salsa, siempre lo que realiza es una aproximación a las demás culturas, interacciona con ellas y con sus etnoculturalidades ancestrales hasta conformarse en una polifonía que reorienta  con plena libertad, su resignificación cultural, permitiendo la inscripción de las diferencias naturales y sociales, y esa es, una particularidad que Estanislao Zuleta señala que “pertenece no a una sola cultura en particular sino a todas. Toda cultura hace ingresar esas diferencias en un orden simbólico y produce rituales de diversas formas donde se marcan las diferencias con una significación cultural”[20] .

Del trabajo,  “El Pensamiento Salvaje” del antropólogo Claude Lévi-Strauss, Zuleta nos explica, que el científico social, hace una meditación  que se desarrolla en el siguiente sentido, y es que  “todas las sociedades tienen un fondo de naturaleza y un conjunto de fenómenos  naturales que tienen que resolver, que tienen que organizar y no pueden evitar, los cuales tiene que convertir en problemas simbólicos, problemas significativos por cualquier medio”[21]

Cuestión que nos hace también recordar y reafirmar con Lévi-Strauss, que “el hombre es simbólico e ingresa de manera forzosa en un universo simbólico, universo que en primer lugar está constituido por el lenguaje, que está desarrollado de tal manera que todos los sujetos que ingresan en él se tienen que someter a una interpretación  que está implícita, a una clasificación del mundo, a una valoración del mundo, porque el lenguaje no es inocente, cada término no es una simple señal para distinguir algo sino que también incluye una valoración. El ingreso en el lenguaje es un aspecto de la idea de que el hombre no puede en realidad someterse a lo natural, adaptarse a lo natural, realizarse en lo natural, sino pasando por la mediación de lo simbólico, de una estructura significativa”[22] .

En ese sentido, la cultura nos inscribe en un universo simbólico que nos hace mediar a través de las estructuras significativas de lo simbólico, y en el caso de la cultura de la Salsa, las mediaciones de la Salsa se estructuran en la música, en su plasticidad, en la danza que propicia el libre juego de la interpretación de sus músicas, en las temáticas que elaboran sus letras, en sus curiosas relaciones con los ritmos que antecedieron a su novedoso y transgresor concepto musical, en ese ingreso simbólico decisivo de sus normas armónicas, de sus métricas, de esos elementos que la diferencian y la complementan.

La Salsa, una forma cultural de investir el futuro.
             De ahí, surgen culturalmente, los ingresos simbólicos de la cultura de la Salsa, en los órdenes simbólicos de otras culturas, como efectivamente sucedió [con y en]  los múltiples ritmos Caribes y Pacíficos.

A lo que Estanislao, se refiere como “un aprender de las otras culturas, de las otras sociedades. La gran enseñanza de la antropología, -dice- consiste en que nosotros no solamente hemos aprendido a ponernos en el lugar del Otro (como decía Kant) sino a ser comprensivos; pero no a ser comprensivos desde arriba y por encima del hombro sino a aprender de las sociedades diferentes de nosotros. Es una particularidad de nuestra sociedad que no debemos olvidar. Nuestra sociedad aprende. Es también capaz de situarse en el lugar del otro, también es capaz de valorar y aprender de los primitivos; también es la sociedad de la Antropología, del Psicoanálisis, del Marxismo [Humanista], etc., [-lo que debe permitirnos, lograr “investir el futuro, un futuro distinto, con nuevas relaciones humanas, con otro valor, con relaciones humanas que sean efectivas, que prometan algo, colaboración, transformación, enamoramiento, cuestionamiento, adversidad, que prometan algo no solamente positivo, puede ser algo negativo, también lucha y puesta en cuestión de nuestras convicciones y nuestros valores, es decir, que prometan algo en general, que prometan entrar en contacto efectivo, que nos dejen poner allí nuestro deseo; poner allí nuestros proyectos, poner allí el foco de nuestros intereses, de nuestros trabajos y nuestra atención, y así, podamos investir el futuro como duelo y conquista, como una propuesta, como una esperanza, como una posibilidad, para que como sociedad cultural no nos hundamos en depresiones colectivas”], porque está, es una sociedad que lleva la marca de los signos, de los símbolos y de la forma de la organización de nuestra sociedad significativa para nosotros”[23]  -nos lo recuerda profundamente en “Arte y Filosofía”-, un gran trabajo teórico.

Diríamos, que la Salsa, como expresión significativa de una cultura ha logrado y está aprendiendo de igual manera esos procesos, aprende los universos simbólicos de otras sociedades culturales y los reinterpreta para ir aprendiendo. Es un proceso con un efecto extraordinario porque lo hace con una gran apertura que hace renovar a la cultura musical del mundo de forma permanente. 
Los músicos de la Salsa, sus creadores y protagonistas de alguna manera con sus creatividades dentro de la Salsa, invistieron su futuro irreversible con música, con ese difícil arte de componer, de crear un mundo simbólico transgresor y rupturante, lo hicieron porque tenían un profundo convencimiento de esa forma de morar el mundo desde Nueva York, de habitarlo con optimismo, precisamente cuestionándolo, creando una enorme cantidad de símbolos significativos que mostraban carencias, contradicciones, discriminación, y por eso, invistieron su futuro con esa promesa creadora que los liberaba de un implacable yugo, que quería despersonalizar sus culturas y sus ethos esenciales y primordiales. Es con la cultura y el arte de la Salsa, que muchos latinoamericanos logran investir su futuro.

“Porque la Salsa, en la medida en que representaba el sentir urbano de las comunidades caribeñas, en esa medida asumía con sobrada propiedad el sentir musical[24]  de los [latinoamericanos en Nueva York]” afirma César Miguel Rondón.












La Salsa, una poética musical que permite la constitución de un mundo simbólico.
           Así, el Ser Caribe y el Ser Pacífico, ingresa en la mitad del siglo XX, en un universo simbólico a través de la cultura de la Salsa, con la producción del arte musical de la misma, y lo hace como lo afirma Ángel G. Quintero Rivera, en “Salsa, Sabor y Control, una sociología de la música tropical”; “en muchas ocasiones”, pues “es una expresión sonora musical musicalmente muy elaborada”, “es una expresión abierta, dinámica, variada, libre, indeterminada”, es “la música tropical,  más popular y mediatizada de las últimas épocas”, “es aquella expresión de la música tropical que ha gozado de mayor arraigo popular en las últimas tres décadas” y lo hace “con la alternancia de las diversas geografías que componen la sonoridad tropical”, porque “esta manera de hacer música, profundamente enraizada en las tradiciones sonoras del Caribe, (y el Pacífico) se fue conformando inicialmente, como movimiento expresivo, entre jóvenes del migrante mundo latino caribeño (y pacífico) en Nueva York”, hasta lograr de forma “tan compleja y variada,  la libre combinación de formas afrocaribeñas (y afropacíficas) que conforman en general, la Salsa, con elementos de otras tradiciones, sobre todo el jazz latino y la sonoridad más asociada más bien a la música erudita”, lo que le ha permitido a la Salsa, “incorporar diversos giros de la improvisación jazzística”, y al mismo tiempo, “elaborar improvisaciones espontáneas” como lo hacen y lo logran “maestros del piano salsero que tan extraordinariamente” lo alcanzan como son los casos de Richie Ray,  Larry Harlow, Papo Lucca y Eddie Palmieri, -donde en muchas oportunidades encontramos en sus grabaciones como en toques en vivo-  “que sus músicas parecen de un estereotipado Big Band de los años cincuenta; pero las más de las veces se alcanza una fusión novedosa de amplias posibilidades artístico expresivas”[25].




La Salsa, lo hace creando lo que Lévi-Strauss, considera como “un sistema de oposiciones, un sistema de contradicciones, un sistema de dualismos, [toda cultura es un sistema de diferencias] que en su estilo confronta con toda una serie de complejidades”[26] que no son una particularidad que tenga nada que ver con sus capacidades sino que es una función del Arte,   una función artística y que son algunos de “los rasgos particulares en las sociedades suramericanas, se proyectan en planos sucesivos de su historia moderna como en un salón de espejos enfrentados y que debemos tratar de interpretar”[27] , que es como se representan los pueblos que conviven con la cultura Salsera.

Es decir, que es en el proceso de desdoblamiento de la representación de la Salsa, porque la cultura tiene que ver es con la creatividad, con la posibilidad de crear, con el empleo del lenguaje que en la escritura de la música de la Salsa, tiene aspectos que tienen por objeto hacer referencia  a la fiesta como espacio de redención de lo sagrado, donde como argumenta Gary Domínguez, las letras “son festivas, llenas de frases pícaras y gozonas”[28] , y simbólicas; donde el mundo en el que se circunscribe la fiesta, sirve “como principal motivo de inspiración”, donde el espíritu Caribe se vuelve en medio de lo festivo, un elemento cultural que es satírico, burlesco, crítico, optimista y humorístico,  un espacio de esperanza; donde las letras son metalingüísticas, puesto que hacen uso de las funciones del lenguaje,  con la posibilidad de parafrasear o de explicar unos hechos del lenguaje musical, haciendo uso del mismo lenguaje para comprender y producir los mensajes, lo que exige de los sujetos receptores tener un conocimiento, tener un conocimiento del lenguaje musical, tener un saber-hacer, cuando por ejemplo, la letra que habla: “Pa'que afinquen”, habla de tener más sabor, más precisión rítmica, adquirir más sabor, más afinación dentro del ritmo; cuando en las letras  se habla de la “Esencia del Guaguancó”, cuando se habla “Qué rico pa'bailar”, cuando se refiere  a “Saborea mami”, cuando dice “Salsaludando”, “Cógele el ritmo, cógele el sabor”, cuando el cantante grita “Repica esos cueros tumbador” etc., los intérpretes de la Salsa, lo que están elaborando, es un metalenguaje poético que valora el trasegar musical, desde ese ancestro que le es propio y lo hacen los creadores y los músicos  porque tienen un conocimiento del lenguaje musical con el que se expresan y crean, y así, es su ingreso en el mundo simbólico, en esa constitución del mundo simbólico, en la constitución de esa poética musical, cuestión esencial del arte porque es el develamiento de un mundo poético, -de lo que decía Heidegger en “Hölderlin y la esencia de la Poesía”: “Sin poesía no hay mundo alguno”-, porque el arte es esencial en la constitución del mundo y en su develamiento, en su desciframiento simbólico.




Recordemos, a propósito, esa definitiva respuesta del viejo Maelo, Ismael Rivera en el programa radial “Quiebre de Quintos”, de la Radio Nacional de Venezuela, en 1977, que elaboraba el venezolano César Miguel Rondón, cuando le pregunta: “¿Cómo entras tú, en el mundo de la Salsa, en el mundo de la Música?”
-“Humildemente hablando, -responde Ismael- yo no entré en el mundo de la Salsa, yo nací en el mundo de la Salsa.…Es que nosotros, tocábamos en grande los fines de semana y ahí montábamos lo nuestro…y la gente nos iba a ver y les gustaba…yo no sé, decían que tocábamos distinto…yo no sé…parece que era el hambre…te dije hambre porque el grupo sonaba como con una rabia, una fuerza, loco por salir del arrabal, inconscientemente…me entiendes?...Ese era el tiempo de la revolución de los negros en Puerto Rico…Roberto Clemente…Peruchín Cepeda…Romaní…entraron los negros a la Universidad…Paff…y salió Cortijo y su Combo acompañando esa hambre, ese movimiento…Digo, no fue una cosa planeada, tú sabes, son cosas que a veces suceden y en Puerto Rico estaba sucediendo esto…Todo fue una cosa del pueblo, del negro, era como que se nos estaba abriendo una aula, y había rabia y Clemente empezó a repartir palos y nosotros entramos ahí, tú sabes, con nuestra música…” y realmente ese ser extraordinariamente puertorriqueño, llamado por el pueblo: Maelo, si había nacido en esa música, había nacido en el mundo de la Salsa,  de donde  Maelo, venía desde hacía muchos años, pues “ese escenario”, era realmente, “su escenario de vida” y ahí, había nacido, “en un pueblo que se llama Santurce, del área metropolitana de Puerto Rico, la costa norte”.

Ismael Rivera, Maelo cuenta que: venía “de una calle de donde yo soy, de la Calle Calma, y en la Calle Calma el reloj, cuando yo me levantaba, era una cosa que hacía: PUM QUÍ PUM…PUM QUÍ PUM…PUM QUÍ PUM!!!...y ése reloj como que se metió en la sangre”, aquí tocar como con hambre, significa tocar con una fuerza necesaria e imaginativa como para poder salir del arrabal, lo que se constituía en un lenguaje esencial de un mundo significativo muy importante y muy simbólico tanto para Ismael Rivera como para Rafael Cortijo [los dos pilares de las músicas populares puertorriqueñas del reconocido Combo de Cortijo] que [“como es natural siempre [había] tocado su tambor…, era de esos pleneros, que son los que hacen pura música de cueros, él, Rafael Cortijo, fue el que empezó a crearme conciencia, me decía que yo lo que era, era cantante, un vocalista especial y yo que pensaba que el hombre como que me estaba dando mucha coba, pero él seguía…, Rafael me iba a esperar con los barriles, los tambores…parece que yo traía algo…Rafael Cortijo, es el responsable de que yo esté en este pugilato…”, pugilato musical, que día a día, va a configurar una música con un profundo sentido simbólico, para los pueblos locales de Santurce y Loíza Aldea, inicialmente, porque mucho después esta música de esta pareja musical va a significar muchísimo para la vida  del pueblo de Puerto Rico, el Caribe y Latinoamérica, con su  imborrable carrera artística en el enorme y significativo paradigma de la Salsa.


Ahí, en esa respuesta de Ismael donde cuenta y relata su historia, está una literatura que se convierte en el lenguaje de un mundo simbólico, donde está conformado, configurado y definido todo un lenguaje musical y una matriz metalingüística, que va a significar la constitución de un mundo simbólico, de un mundo perfectamente esencial a su vida y a la vida de su pueblo y que se le devela como una cosa significativa, y es que, es un develamiento artístico y poético definitivo en la cultura del Caribe y de Puerto Rico: la Salsa.

Luego, vendrá la enorme contribución  histórica innegable al arte musical por parte de Ismael Rivera y Rafael Cortijo. Contribución invaluable y significativa en la construcción de muchas identidades colectivas dentro de la cultura del Caribe.

La Salsa, como una necesidad esencial en el encuentro de un mundo habitable.
           Hablando precisamente del “proceso de desdoblamiento de la representación de la Salsa, como cultura, esto tiene que ver es con la creatividad, con la posibilidad de crear, con el empleo del lenguaje que en la escritura de la música de la Salsa” se hace y se utiliza, y este proceso “tiene aspectos que tienen por objeto hacer referencia” a algo bien importante que también debemos de ver, escuchar y es cuando las letras son patrióticas [abstractas] y paisajísticas [figurativas y representativas]; donde podemos descubrir el espacio creativo del artista que reclama sus ancestralidades, cuando por ejemplo,  Bobby Cruz, apenas está comenzando a interpretar y cantar el tema “Mi bandera”, dice: “Me preguntan cuando vengo, qué de dónde es mi bandera?, qué, por qué razón tan sólo tiene una estrella?, yo les contestó que esa estrella, es Puerto Rico, tierra dónde vivo junto al plante en armonía, tierra donde brilla el sol, todos los días, tierra de hombres que aunque ausentes, la siguen amando, tierra de la plena, la bomba y el aguinaldo, de esta tierra tan hermosa, es mi bandera, y por eso, va conmigo donde quiera, ondeando sobre el viento, pregonando va, mi bandera, que orgulloso yo me siento, de mi solitaria estrella, es refugio a los que lejos de Borinquén van, porque siempre su  bandera, al frente irá, Viva Puerto Rico!! Mi Borinquén!!Viva Puerto Rico!!!”.



En esta interpretación hermosísima, la bandera adquiere un sentido polisémico, que se desdobla representativamente, en un símbolo abstracto de la patria y en un símbolo representativo de lo poético y figurativo, de lo que es la isla de Puerto Rico, en el mediterráneo caribe, con todos sus  imaginarios posibles, pues  ambos imaginarios, se constituyen en mundos simbólicos muy significativos, tanto en la elaboración de la “historia cultural del sujeto”, como en la de los pueblos.

Es así, el proceso de constitución de lo simbólico, puesto que, es como éste sujeto cultural, “se va constituyendo con las vivencias, con las interacciones y experiencias que a lo largo y ancho de sus vidas el capta (y ellos captan) para asumir una forma de ver el mundo, una forma de interpretarlo, una forma de proyectarlo”, una forma boricua, una forma quisqueyana, una forma afrocubana, una forma caribeña, una forma pacífica.

Igual sucede cuando las letras de la Salsa son religiosas y míticas e inauguran polisemias y múltiples significados de acuerdo a ese antrophus ritual que está inscrito en la letra de saberes adquiridos como los patakíes de la Afrosantería; como cuando las escrituras literarias son románticas y se vuelven boleros, boleros-sones, boleros-cha-cha-chás, boleros-morunos, apaches, boleros-salsa, pues entablan un doble juego entre el amor y la pérdida; como cuando  sus literaturas “son de corte social, que logran desarrollar crónicas de los barrios marginales de Latinoamérica, y retratan personajes cotidianos urbanos y rurales que viven en dramas” cotidianos muy frecuentes, con todas las dificultades y con mucha contradicción social y así se reconfiguran como es la Salsa, como música y como cultura,  las que los representa desde “su penuria” a todos los pueblos marginados de Latinoamérica en el Caribe y en el Pacífico.

 O como cuando son obras literarias-musicales que son memoria-documento-histórico, y a lo que Rubén Blades  llama  como: “focila, folklor de la ciudad latina”, y nos explica:  “dentro del género que es la salsa escribo cuentos, porque para el salsómano, para la gente que busca la música de baile, lee la definición y se da cuenta que es música que se puede bailar, pero que no es exclusivamente para bailar, también se puede escuchar”[29]  como es patente de su creatividad poética y espacio vital en los trabajos: Maestra Vida, Juan González, Pedro Navaja, etc.; cuando sus poemarios son obras político-sociales porque crean un mensaje poético musical que es  público, y en los que toma partido el tema en su letra por la defensa de esos derechos sociales y políticos de los ciudadanos y sus pueblos a los que pertenecen como públicos y audiencias amplias cuando los pueden disfrutar, consumir y mediar socioculturalmente.




O como cuando sus músicas versadas son obras filosóficas que crean una representación que se da en la música Salsa, y que hablan desde nuestras preocupaciones y desde nuestro ethos, ese cuerpo de ideas que nos pertenece como Caribes y Pacíficos, que son relatos que hablan desde de la vida y desde nuestro ser existenciario, como por ejemplo en el tema el “Incomprendido”, interpretado también por Ismael Rivera, donde es bien palpable, como es de esencial el arte de la música para la vida del cantor y de un cantor como Ismael Rivera, cuando canta:
 “Yo, creo que voy, solito a estar, cuando me muera, he sido el incomprendido, ni tú ni nadie me ha querido, tal como soy, bituquipaquilín!, a lalalé…, porque no me comprenden a mí!, si yo soy un negrito!, chévere, yo soy Maelo, el incomprendido!”,  ese es su testamento en vida, ese es, su sentimiento recóndito, eterno, fino, la gran confidencia secreta de su corazón echado a la suerte y al azar de la conciencia que se tiene de la muerte, de su ser existente y eso es esencial en su vida. Pero, esencial con alegría, con música, y que juega con todo.

Ahí, es cuando de verdad, que la Salsa como arte, es que es un estilo de música bastante “curiosa” por cierto, y que gracias a los usos modernos y postmodernos de la promoción y la difusión se ha extendido muchísimo, pero, que merece explicarse mejor, puesto que sí, tiene una filosofía, lo que implica que intenta una representación del mundo simbólico, en tanto es una elaboración del pensamiento del ser Caribe y Pacífico, que “trasciende la sola operación estructural cognitiva” de la música y la letra, que “sugiere la representación, lo que permite que se introduzca en la estructura subjetiva” e inconsciente de los individuos que la crean y la socializan.

Alcanza a configurarse, “en ese cúmulo de comportamientos, de percepciones y sentimientos que lo hacen ser diferente de los otros individuos, y que a la vez lo hacen similar a otros”, ser caribe o ser pacífico o ser latinoamericano. 

O poder en otros lugares del mundo, poder como ciudadanos, ser, seres diferentes culturalmente como latinoamericanos y a la vez, ser Incomprendidos.

Pero, el problema fundamental para nosotros, es que no se trata de  explicar esto de la masificación que es secundario, -la orientación a la que nos invitan a pensar y reflexionar tanto Lévi-Strauss y Zuleta sobretodo, cuando hace una lectura interpretativa, una lectura posible que puede ser confrontada con otras lecturas, como la lectura interpretativa del capítulo “Arte” de la “Antropología Cultural” y “Mitológicas”, que la hace desde “una lectura verdaderamente seria, que tiene que ser una actividad interpretativa”, -en una palabra como dice Antonio Restrepo-, que deber ser “una lectura que tiene que ser un taller”, y que la hace Estanislao, explicándola desde el proceso de los pueblos Caduveos del Brasil en la región del Matto Grosso, -y que nosotros, la extrapolamos a una lectura de la Salsa-, y  es para que veamos, cómo el Arte de la música de la Salsa y su correspondiente cultura, es un Arte primordial para los pueblos que la producen.

Y de ahí, ¿qué es lo que nos interesa conocer, pensar como ciudadanos del arte?
Es poder deslindar y comprender y saber lo qué significa el Arte y la cultura de la Salsa, ¿qué significa no crear mitos con la Salsa, más bien, cómo la Salsa hace méritos para crear alegorías del mundo que le ha tocado morar a sus inventores y creadores?

 Y es, precisamente como desde sus territorios creadores, sí, se sabe desarrollar un lenguaje.
Desarrollar un lenguaje poético que sabe contar las cosas del mundo, y a partir de aquí debemos seguir preguntándonos abiertamente: ¿cómo estructura la Salsa como lenguaje, en ese universo simbólico las diferentes formas de vida, y es muy importante saber ese hecho, por qué se vuelve representativo?

El proceso interior-exterior, en el sentido que si lo miramos y lo observamos en el proceso de construcción de lo simbólico en la Salsa, desde Lévi-Strauss y Zuleta, podemos notar cómo en “términos del arte y de la cultura, en términos de religión y en muchos otros campos en realidad”,   -podemos perfectamente, ver que el contacto de unos mundos culturales con otros-, “no nos explica el proceso definitivo del arte”, como lo quiere decir el difusionismo facilista cuando trata de simplificar el asunto de los contactos entre las culturas.

Magoroh Maruyama, nos da una indicación útil, y es cómo  “las culturas deben aprender las unas de las otras y cómo la orgullosa cultura occidental que se estableció como cultura enseñante debe también volverse una cultura que aprende”.

“¿Cómo? –y entonces, se plantea: ¿Cómo pueden comunicar las culturas?[30]  Precisa. En cada cultura, las mentalidades dominantes son etno o sociocéntricas, es decir más o menos cerradas con respecto de las otras culturas. Pero, también hay dentro de cada cultura mentalidades abiertas, curiosas no ortodoxas, marginadas, y también existen los mestizos, frutos de matrimonios mixtos que constituyen puentes naturales entre las culturas. A menudo, los marginados son escritores o poetas cuyo mensaje puede irradiarse en su propio país y en el mundo exterior.

Cuando se trata de arte, música, literatura, pensamiento, la mundialización cultural no es homogeneizante. Constituyen grandes olas transnacionales  que favorecen, al mismo tiempo, la expresión de las originalidades nacionales en su seno. Así ocurrió en Europa con el Clasicismo, el siglo de las Luces, el Romanticismo, el Realismo, el Surrealismo. Hoy en día, las novelas japonesas, latinoamericanas, africanas son publicadas en las grandes lenguas europeas y las novelas europeas son publicadas en Asia, en Oriente, en África y en las Américas. Las traducciones de una lengua a otra de las novelas, ensayos, libros filosóficos, permiten a cada país acceder a las obras de los otros países, y alimentarse de las culturas del mundo nutriendo con sus propias obras un caldo de cultura planetaria. 

Este proceso simbólico, que recoge los aportes originales de múltiples culturas, de múltiples obras culturales universales, está aún limitado a esferas restringidas en cada nación; pero su desarrollo es una característica de la segunda parte del siglo XX y se debería extender hacia el siglo XXI, lo cual sería un triunfo para la comprensión, tan necesaria y difícil entre humanos y entre la humanidad”. Una comprensión del género humano implica una comprensión de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad, agrega Edgar Morin.

Lévi-Strauss y Zuleta,  siguen desarrollando sus tesis y nos sugieren que: es un hecho también que “muchas sociedades culturales toman algunos rasgos de otras, pero no cualesquiera. Toman rasgos que se adecúan a la estructura de la sociedad que los recibe, los otros no los adoptan”. “Hay sociedades que no podrían recibir determinados rasgos de un mensaje porque su estructura excluye esos mensajes. Estos fenómenos dependen mucho de las estructuras y así de una sociedad a otra puede haber influencias pero no de cualquier clase”.

Por eso, pensar ¿qué significa la cultura y el arte de la Salsa nos permite comenzar a considerar el desdoblamiento de la representación como una orientación esencial porque nos explica qué funciones desempeña, cómo funciona y cuáles son sus leyes que la rigen como tal?
¿Cómo la Salsa funciona como lenguaje, cuál es su necesidad y cómo se relaciona el fenómeno del arte de la música de la Salsa y la cultura en la sociedad en la que se produce?

Ahí, precisamente, es cuando la complejidad de la lectura que Zuleta, nos ofrece, es algo definitiva y esclarecedora, sobre el Arte, la filosofía y las culturas de la humanidad, pues nos permite descubrir y  ver,  ¿cómo “UNA SOCIEDAD PRIMITIVA NOS PUEDE ENSEÑAR MUCHO SOBRE LA NUESTRA”?

Por eso, nos interesa señalar ¿cómo se relaciona el arte con otras instancias de la vida social, con el pensamiento sobre el universo simbólico?

En ese sentido, el arte de la Salsa, es primordial y lo es, porque es esencial para nuestras vidas y nos permite posesionarnos del universo simbólico por medios artísticos.

Ahí es, cuando en sus planteamientos Estanislao, también resalta  y nos relaciona, una vez más al poeta Hölderlin que nos dice: “Lleno está de méritos el Hombre, más no por ellos sino por la poesía, hace de esta tierra su morada”, y ahí, cabe preguntarse: ¿qué es lo que realmente significa esta definitiva exposición hölderliana?

Intentar interpretarla, nos permite decir, que el arte es primordial para el  Hombre, que es algo esencial para la vida, que de esta forma, sí, se tiene una manera de habitar este mundo, convirtiéndolo en un poema, musicalizándolo, pintándolo, representándolo y desdoblándolo, porque es así como la Humanidad de la Salsa, es que puede proyectar sus temores, sus esperanzas, poblando de significación la Salsa.

Es con el arte de la música de la Salsa, por medio del cual: el mundo es habitable, es un mundo significativo desde donde puede calificar las cosas y las cuestiones para morar el mundo, el mundo del Caribe, el mundo del Pacífico, el mundo de Nueva York, el mundo de California, de Chicago, de la Habana, de San Juan, de Ponce, de Buenaventura, de Tumaco, de Quibdó, de Barranquilla, de Cali, de Bogotá, de París, de Alemania, de Inglaterra, del Japón, de Francia y del África.

Es “el esfuerzo por combinar, oponer y marcar lo cultural y lo natural”, que se “ve todavía más agudamente comprendido por las sociedades que nosotros creíamos que están más cerca de la naturaleza que por nosotros”.

Es ese espacio donde lo cultural nos señala las diferencias de sentido. Es esa forma de representar la cultura, en la que muchos pueblos del Caribe y del Pacífico tienen una característica común.

Es esa forma de representación desdoblada, en el que el objeto de la Salsa, puede hablar de tres dimensiones, pero también está marcado por un dualismo, que se prolonga en muchos planos de la creatividad del arte de la música Salsa.

Así, podemos descubrir que este arte puede ser figurativo y abstracto, y esas son funciones artísticas que desempeñan en el arte un papel, y que no son particularidades.

Es un “arte que es esencial en la producción de un orden simbólico, es la necesidad más esencial del encuentro de un mundo habitable”.


 
La Salsa como arte y como cultura, es esencial en la producción simbólica como morada, como poesía, y en ese sentido, es para muchos pueblos en la tierra, la necesidad más esencial del encuentro de  un mundo habitable, donde aprendemos como sociedad a comprender, el intento de su universalización y donde su escritura del modo más conmovedor en “Más vale un Guaguancó”, una composición de Catalino Tite Curet Alonso, nos dice abiertamente:
“Es cuestión de analizar,
Mi querido compañero…
Si vale más un Guaguancó
O ponerse a sollozar
Por un amor que te dejó.
Es cuestión de anteponer
La experiencia de la vida
Sin preguntar al alma
Que se va a ser
Cuando un amor la abandonó
Y a seguir con el mundo hacia
Adelante
Y admitir que lo que se fue, se fue
Es cuestión ya de saber
Mi querido compañero
No desafíes, no, no
 De la fidelidad de un buen tambor
Cuando toca un Guaguancó”.

Esta es una composición literaria que está escrita con una alta  carga de filosofía para la vida y que nos muestra en esta escritura poética del arte  musical de la Salsa, pues que no hay mejor decisión en la vida que saber defender con inteligencia y creatividad las dificultades de la vida [“Es cuestión de analizar”] y es con el arte de un tambor que con base, en el ritmo de un Guaguancó, suena y se sueña la fidelidad a la vida, porque es mejor anteponer la experiencia del toque de un tambor, que dudar de la fidelidad del ritmo de un tambor. “Es cuestión de saber analizar” dice claramente la letra, saber mirar el problema. Es una experiencia definitiva de saber tomar la existencia de manera esencial con la música.

La Salsa, una suma de culturas.
           Experiencia que nos muestra que el arte de la música Salsa, sabe anteponer muchas veces con creatividad, con arte, muy   a pesar de la sociedad industrial, a pesar “de la capacidad de la técnica para transformarse, a pesar del despojo que logra esta civilización de la barbarie tecnológica sobre el Hombre, a pesar de la irracionalidad y el delirio de una sociedad que tiende a destruir la naturaleza y a destruirse, y que muy a pesar de la destrucción cultural de pueblos enteros, a pesar de la descomposición de la autonomía humana por la división social del trabajo, a pesar de la amenaza nuclear de las bombas atómicas, a pesar de la descomposición ética, a pesar de la mutilación del Hombre y sus diversidades culturales, a pesar de las asimetrías visibles en el desarrollo del progreso, a pesar del racismo y la discriminación social, a pesar de la hostilidad al arte, no debemos dejarnos despojar de nuestra vida social, de nuestras relaciones humanas y de nuestras posibilidades creadoras, porque tenemos razón  en tampoco idealizar la civilización nuestra y en llevar una crítica muy dura sin olvidar los aportes efectivos de nuestro tiempo”, ni tampoco dejar de advertir, que “apoyar cualquier forma de defensa contra la depresión con la idealización de las drogas, con la idealización de los dogmatismos, con la idealización de las militancias más raras e irracionales, de las fugas hacia otras sociedades, éstas, no dejan de ser formas estériles, ineficaces, improductivas de oposición a esa sociedad que nos produce crítica y cansancio, repugnancia y angustia, porque es una civilización despersonalizadora, que hace del Hombre una muchedumbre solitaria que tiende por sí misma a  vivir en la depresión”.

Por eso, ante todo hay que anteponer el Arte de la Salsa a ese mundo simbólico e imaginario de la civilización postindustrial, con una concepción más abierta y comprometedora donde el arte es como una morada,  cuya imaginación es capaz de conmover las dificultades de la vida con algo que es esencial al Hombre, con algo que hace parte de su definición, en el sentido que el arte, la cultura y por supuesto el lenguaje musical de la Salsa, es importante y esencial porque “Más vale un Guaguancó”. 

Porque como dice César Miguel Rondón, “este tema, al margen de sus valores intrínsecos, revestía de una importancia especial, se reasumía el viejo espíritu que, desde la rumba de siempre, había caracterizado al canto amoroso. Esa postura que entiende a la rumba y el amor, como la misma cosa, como los factores únicos que sirven de aliento y condimento para la existencia en esta parte del mundo. Uno ayuda al otro, lo complementa, lo equilibra o simplemente, en el peor de los casos, lo sustituye. Así, cuando la perfidia de una mujer inunda el espíritu, siempre hay un tambor vigoroso que surge para tapar las deficiencias, para obviar el pesar en el inquebrantable optimismo del jolgorio y la guaracha”. [Siempre está el ritual sagrado de la fiesta de los cueros y el retumbar de sus almas sobrenaturales que embriagan la vida, en una ebriedad profunda, que tiene su propio aña innegable!].

 “Este Guaguancó del Tite Curet Alonso, por lo tanto, serviría para plasmar, -agrega Rondón-, con toda la contundencia del caso, la prolongación de un mismo espíritu y una misma visión. La auténtica Salsa, la buena, la que logró sobrevivir a los desenfrenos y torpezas de la industria, [y todavía sobrevive como Arte y Cultura] y a la vez se palpa así como la continuación de una expresión y una música que le pertenecen al Caribe, y [al Pacífico], tal como le pertenecen sus costas y sus gentes”.
“Es cuestión de analizar,
Mi querido compañero, Si vale más un Guaguancó
Que ponerse a sollozar
Por un amor que te dejó
Es cuestión de comprender
La experiencia de la vida
Sin preguntar al alma
Qué se va a hacer
Cuando un amor te abandonó
Y a seguir
Con el mundo hacia delante
Y admitir que lo que
Se fue, se fue
Es cuestión ya de saber,
Mi querido compañero,
No desconfíes, no, no,
De la fidelidad de un buen tambor
Cuando toca un Guaguancó…
(Suena un inmenso montuno)
Un Guaguancó vale más que un mal amor…”

Esta escritura, esta letra y esta composición, es de alta filosofía, alta comprensión definitiva del arte musical, que sí tiene el sentido de advertir como es de consecuente con el alma humana y sensible, que con la creación de esta poética de la Salsa, se nos habla sobre lo esencial del arte para cualquier sociedad por primitiva que sea.

Y ahí, es definitivo en sus análisis, Estanislao Zuleta, cuando nos advierte que “una cosa es la antropología, la alta capacidad de aprender de pueblos diferentes a nosotros y no despreciarlos como gente primitiva”, lo que nos permite descubrir y hacer “la distinción del error de que a nombre de no sé qué necesidad primaria, [totalmente consumista], [crea que deberíamos o trate de hacernos creer y], considerar el arte como algo secundario, cuestión que más bien es la tendencia del capitalismo muy claramente indicada por Marx”, -cuando se puede descubrir gracias a la antropología que el arte de la Salsa, también es un aspecto importante de la vida de las mujeres, los hombres y los pueblos de Latinoamérica-.

Esa es una exploración que debemos comprender de forma permanente con el arte de la música y la cultura de la Salsa, porque como arte, como música, como lenguaje nos ha colaborado a destapar los profundos misterios de la vida y como expresión “nos arma cada mente en el combate vital para la lucidez” como lo sugiere Morin. Lo que lo hace un arte primordial.

Así la Salsa, como cultura y como una suma de culturas, “está constituida por el conjunto de los saberes, saber-hacer, reglas, normas, interdicciones, estrategias, creencias, ideas, valores, mitos que se transmiten de generación en generación,  se reproduce en cada individuo, controla la existencia de la sociedad y mantiene la complejidad sicológica y social”. 

[Es bueno decirlo, la Salsa, lo ha logrado en muchos sentidos, a pesar de sus detractores, de los homo sapiens que viven en una rueda rotativa y expresiva de una self-deception, renegadora, puesto que éstos degustadores se traicionan a sí mismos, viven por períodos ciclotímicos, denigrando insensiblemente de las creaciones populares y sencillas de  los artistas de los pueblos Caribes y Pacíficos, porque los gustos exigentes y pretendidamente “críticos” les permiten poderlas discriminar y hasta hacer creer con sus palabras, y su papel o el papel social predestinado como pontífices de parroquia que saben dar con sus críticas infundadas, su partida  de defunción a muchas obras musicales, en vez de haber creado una crítica musical seria y profunda totalmente etnomusicológica].

La Salsa, un diálogo y una relación entre las culturas.
           En “Diversidad cultural y pluridad de individuos”, Edgar Morin, nos indica que: “No hay sociedad humana, arcaica o moderna que no tenga cultura, pero que cada cultura es singular. Así, siempre hay la cultura en las culturas, pero la cultura no existe sino a través de las culturas”.

Esta anterior apreciación, la podemos relacionar, -con la exposición hecha por el profesor universitario y Director de Estudios del Ecole des Hautes Etudes en Scienses Sociales, de París, Daniel Pecaut, en el Encuentro “La cultura le declara la paz a Colombia” que se dio en Santa Cruz de Mompox,  entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre de 2001-, en donde el analista social, coincide con Morin y corrobora que: “No  nos atrevemos más a utilizar  la palabra “cultura” en singular. La antropología nos ha hecho conscientes de la pluralidad de las culturas, con lo cual se hizo evidente la ambigüedad en la definición de una cultura. ¿Trátase, a la manera de los antropólogos, de todos los sistemas coherentes de prácticas, creencias, símbolos?, ¿De las visiones del mundo vinculadas con las religiones y valores políticos?, ¿O de lo que todavía apunta al concepto normativo de civilización?, ¿Debemos aceptar un relativismo radical o mantener un referente universalista?

Son interrogantes cruciales pero que muestran que difícilmente podemos evitar la combinación de estas diversas conceptualizaciones. Nunca se ha insistido tanto como ahora en el papel de la cultura en todas las esferas de la actividad humana.

Basta mencionar como los economistas redescubren la variable cultural por medio de la noción tan en boga del capital social”. (Expuesto por Amyrta Senn).

Esto coincide con las múltiples inquietudes sobre el porvenir de la cultura. Las razones de estas inquietudes son diversas. Son muchos los autores que, siguiendo al filósofo alemán J. Habermas, han puesto énfasis “sobre la desarticulación entre la esfera técnico-instrumental, el mundo de la vida, las orientaciones normativas y la creación artística y han insistido, como el mismo Habermas, sobre la “colonización” por parte de la esfera técnico-instrumental de los demás mundos”.

En ese sentido Morin, asegura que: “Las técnicas pueden migrar de una cultura a otra, como fue el caso de la rueda, de la yunta, la brújula, la imprenta; o también el de ciertas creencias religiosas, luego ideas laicas que habiendo nacido en una cultura singular pudieron universalizarse. Pero, hay en cada cultura un capital específico de creencias, ideas, valores, mitos y particularmente los que ligan una comunidad singular a sus ancestros, sus tradiciones, sus muertes[…]La cultura mantiene la identidad humana en lo que tiene de específico; las culturas mantienen las identidades sociales en lo que ellas tienen de específico. Las culturas están aparentemente encerradas en sí mismas para salvaguardar su identidad singular. Pero, en realidad, también son abiertas: (como lo ha afirmado Ángel G. Quintero Rivera, anteriormente acerca de la Salsa, que es abierta); las culturas integran en ellas no solamente saberes y técnicas sino también ideas, costumbres, alimentos, individuos provenientes de otras partes. Las asimilaciones de una cultura a otra son enriquecedoras. (La Salsa, desde sus primeras manifestaciones lo han estado practicando, ha vivo enriqueciéndose permanentemente de otras formas culturales muy diversas y diferentes). También hay grandes logros creados en mestizajes culturales como los que produjeron el flamenco, las músicas de América Latina (el son, el tango, la ranchera, el bolero, el mambo, el cha chá chá, el Samba y la Salsa, etc.),  el rai (género musical de origen magrebino)”.

Existe pues, -desde las palabras del investigador brasileño Renato Ortiz-, -en la exposición “Diversidad Cultural y cosmopolitismo”, en Jesús  Martín Barbero y otros (eds.), “Cultura y globalización”, Bogotá,  (1999:28), Universidad Nacional de Colombia/Centro de Estudios Sociales, CES-, la posibilidad de elaborar una  concepción sobre la cultura de la Salsa, que se plantea como: “[…]un sustrato de vida, como la configuración compleja de creencias, normas, hábitos, representaciones y repertorios de acción elaborados por los miembros de un determinado grupo humano a lo largo de su historia por medio de un proceso de ensayos y errores, con el fin de dar sentido a su vida, de resolver problemas vitales y de potenciar sus habilidades”, la música, el ritmo del tambor, la percusión polirrítmica, el canto, los coros, los acentos, la danza, el baile, la alegría, la tristeza, el encantamiento, las prosas.

Y así, desde esta visión, la cultura de la Salsa, “genera una lógica particularizante, social y geográficamente localizada y, sobre todo, diferenciadora respecto a los “otros” (ídem). Esto significa –como lo explica Silvia Comboni y José Manuel Juárez-, que la cultura [de la Salsa] genera formas naturales de diferenciación, formas complejas que se mueven y se redefinen desde las necesidades internas de las sociedades hasta los efectos de los influjos externos.

Por ello, la lógica homogeneizadora de la industria cultural [sobre la producción creativa de la Salsa] ha hecho más evidentes los mecanismos de diferenciación regional y local”.

Por eso, “no es gratuito que en nuestros días los movimientos [socioculturales] de resistencia [como el de la Salsa] y de reivindicación de las culturas propias surjan con más fuerza en todo el planeta. Los movimientos de revalorización de las identidades de los grupos étnicos y culturas locales se han planteado como grandes voces en la búsqueda por construir sociedades multiculturales”, y dentro de esa amplia gama de la diversidad sociocultural, está, la de la Salsa.

En el caso de “la globalización en la cultura es pensar en un proceso híbrido, como lo llaman Sonntag y Arenas (1995:12), donde se trasciende el sentido de uniformización y estandarización a partir de la emergencia en Occidente de formas sincronizadas de tecnología, economía y cultura frente a respuestas, lecturas y emergencia de nuevos sentidos desde lo local, por lo que es necesario plantearlo en términos de heterogeneidad, reforzamiento y revitalización o construcción de identidades regionales y locales” con la cultura de la Salsa.

Pero, frente a ciertos aspectos de la globalización, está el marcado eclecticismo y las grandes incertidumbres, y  Pecaut, considera que: “Otros subrayan el eclecticismo y las incertidumbres que introduce el “postmodernismo”, la influencia de los medios de comunicación masiva, especialmente de la televisión, y el porvenir incierto del escrito tradicional debido al crecimiento del escrito electrónico”, a que suceda en el proceso una lógica en espiral que es “[…]lo que recompone el significado de las culturas dentro del mundo globalizado”; pero, es el crecimiento del escrito electrónico, lo que ha permitido a la Salsa multiplicar sus audiencias de forma incontrolable, aunque medible, esta reelaboración simbólica del Internet, le genera “una audiencia que ha sido caracterizada como un agrupamiento a distancia”, un agrupamiento que gracias a “la radio y la televisión nos permiten participar de acontecimientos, de ceremonias que tienen lugar lejos de nosotros, nos llevan  a tomar conciencia de una vida que nos supera y de intereses que no son los nuestros. El individuo se encuentra, más o menos inconscientemente, integrado en una especie de cuerpo ideal...El acercamiento ideal de los oyentes alejados provoca el surgimiento de cierto cuerpo del cual son miembros; la prueba de la existencia de este cuerpo invisible pero real es que podemos analizarlo, hacerle sondeos y críticas. El público de la radio-televisión, [la Internet] es pues una verdadera realidad sociológica”, sostiene Jean Cazeneuve en “Sociología de la Radio-Televisión”.

Esta realidad sociológica de “la audiencia quiere decir, que no es un objeto concreto, -seres de carne y hueso sumados-, sino una abstracción, un concepto, un modo de designar a un conjunto de seres concretos a los que se les reconoce o atribuye una característica común. La audiencia es un término equivalente al de público, y designa a una masa de individuos.

Es decir, a una forma de sociabilidad “que se caracteriza por la debilidad de la participación y la fusión de los individuos” entre sí. Si se la puede reconocer como tal es porque tienen aunque sea un mínimo grado de fusión y participación en común y ese mínimo común es su nivel de exposición al medio, su condición de oyentes, [televidentes] e [Internautas] donde se agrupan a distancia”          –sostiene Cristina Matta.

Este aumento de las audiencias también ayuda a recomponer el significado de las culturas dentro del mundo globalizado, pues “lo nacional se debilita a media que se redefine el papel del Estado. Se  redescubre lo local y lo peculiar de lo local, pero sin que éstos escapen a los efectos de la globalización. Se fortalece la búsqueda de la individualización y de la autenticidad, pero siempre insertadas en un universo de signos globalizados. Las interferencias, con su lado positivo y su lado destructor, son inevitables y de ellas se nutren todas las culturas” –concluye Daniel Pecaut-.

Pero, al recomponer el significado de las culturas dentro del mundo globalizado, también se enuncia un dilema que nos parece pertinente retomar con algunos de los argumentos que Luis Villoro, expone en “Aproximaciones a una ética de la cultura”, pues analiza “el falso dilema entre lo universal y lo particular, dilema presente en los contextos regionales y locales, que por un lado, plantean, que la cultura global sirve de dispositivo para la visualización de una pluralidad de culturas donde el derecho a la diferencia es reivindicado, -es decir, que-, es aceptar, por el otro, que estos dos mundos coexisten en formas de relación concretas y en los contextos inmediatos de los sujetos. Este hecho resulta pertinente plantearlo, cuando clarifica que tanto el universalismo no necesariamente es sinónimo de dominación, como el particularismo no lo es de autenticidad”.

De esta manera, “pone en el centro de la discusión la forma como se dan los procesos de construcción cultural, más que el contenido de la cultura en sí. Es decir, resulta intrascendente la fuente de dichos contenidos –si generan desde el interior o desde el exterior-; si se cae en esta trampa corremos el riesgo de adoptar una posición maniquea que dota de valor a unos contenidos y estigmatiza otros.

Lo que más bien debería analizarse es la forma en que se produce este diálogo y la relación entre las culturas: como un proceso racional y consciente que asumen los individuos y las colectividades, cuestionando los procesos de subordinación que se han generado en estos encuentros culturales para reafirmar lo valioso de la cultura propia y establecer una relación simétrica fortalecedora de identidad y fuente de aceptación de la diversidad”, y eso efectivamente lo consigue y lo logra la cultura y el arte musical de la Salsa. Crea ese diálogo y reafirma lo propio en muchísimas experiencias regionales. Reanima la diversidad pluricultural entre pueblos diferentes.

La Salsa, como el gran desafío que tenemos los latinoamericanos.
En ese sentido, ese encuentro cultural es donde se recompone lo valioso de las culturas propias dentro de la Salsa, es la lectura a la que nos ha invitado Estanislao, y es necesario que veamos cómo “El arte, sí es una necesidad primordial, pues no conocemos sociedades sin arte, porque si de necesidades primarias del Hombre se trata, debemos hablar de una: el Arte”.
Por eso, la Salsa, como elemento y como proceso cultural significativo se ha configurado en el ethos  del costeño del Caribe y del Pacífico, y es en “esa necesidad primordial” que debemos reconocer ese rasgo de la Salsa,  pues identifica las dinámicas de los eventos económicos, políticos y sociales en la historia regional como en la conformación de territorios culturales y en la producción de los procesos de urbanización como representación simbólica, a partir de crear unas necesidades primarias con el arte y la cultura de la Salsa para promover ciudadanía y democracia.

Es parte integrante de las realidades sociales y culturales que produce la Salsa y la  reproducen, porque hacen parte, en ese permanente progreso de las relaciones interétnicas e interculturales que logran crear el imaginario que subyace a éstas y sus expresiones, pues son el  fundamento de las identidades locales, subregionales, regionales y nacionales en el Caribe y en el Pacífico, con el canto prosódico, con los toques, con sus sabores, con sus hablas, con sus alegorías, con sus indefiniciones y definiciones, con sus transparencias, con sus filosofías.

En ese sentido, la Salsa como cultura ha creado un Mapa Cultural en el mundo contemporáneo. Su dinámica es incontrovertible. Como realidad imaginada, la Salsa existe como reconocimiento pues muchas mujeres y hombres, en inmensas comunidades donde nos reconocemos salseras y salseros, la vivimos así -y como lo argumenta  O. Pulido en “Gramsci y  la dimensión antropológica del concepto de cultura”-, “este reconocimiento se fundamenta en el hecho del cómo nos reconocemos nosotros mismos, en la medida que afirmamos nuestras identidades, a través de la creación de un entorno propio, mediante el trabajo [creativo, es que representamos algo definitivo con el discurso de la Salsa].

La naturaleza y la sociedad son de esta manera una unidad, pues no se puede excluir de la  historia la relación productiva que establecen los hombres y las mujeres con la naturaleza. La Historia es justamente la historia de esa relación”.

Son las historias del Caribe y el Pacífico como naturalezas sociales y como culturas, es que se entremezclan con la Salsa, como temáticas, como referentes, como valores simbólicos en permanente juego.
Por eso, la Salsa debemos observarla a través de varios enfoques que la estudien como un movimiento cultural válido para la humanidad.

Hay un enfoque normativo que considera la Salsa, como una cultura porque ésta, es como “un cuerpo de ideas, valores y creencias compartidas, que conforman algo así como unas matrices de pensamiento e interpretación, un conjunto de significados, actitudes y valores compartidos a través de los cuales se expresa todo aquello que pueda ser aprehendido de unas sociedades” como las Caribeñas y las Pacíficas.

Otro enfoque considera que la Salsa como cultura, es un sistema mediante el cual se integran las sociedades Caribe y Pacífica con su entorno y con otros sistemas socioculturales diferentes, y desde esta óptica, resulta sumamente útil, el poder establecer los criterios para delimitar las subregiones socioculturales que ha construido la Salsa, como paradigma, lo que implica comprender su cultura, en términos, no de una sola expresión cultural, sino de múltiples variables con diferentes tipos de interacción.

Se trata desde esta especial observación, de ver la relación del Hombre, la Mujer, la sociedad y su medio ecocultural, desde diversas perspectivas, se busca, entonces, realizar una lectura cultural de la Salsa y la sociedad en su conjunto, pues es a través de la cual que se pueden llegar a sintetizar los elementos que la constituyen, sin que éstos pierdan su especificidad. 

Lo confirmamos, repensando al novelista Carlos Fuentes que dice que “La Cultura es la manera que cada cual tiene de dar respuesta a los desafíos de la existencia humana”, la Salsa, igual lo hace de manera permanente, con sus discursos significativos y simbólicos. 

Cada agrupación musical, cada grupo de danza, cada cantante, cada nación, cada región en América Latina señala cómo de acuerdo con los intereses y las posiciones sociales define a la Salsa, como su cultura y lo hace desde los énfasis que más domina su imaginación musical y literaria, en diferentes aspectos y así, da respuesta y se pregunta, a los grandes desafíos que tenemos desde luego como latinoamericanos.

La Salsa, un espiral continúo de creación muy complejo.
           Cada cual en su lugar hace su elaboración desde la situación que le ha tocado crear e inventar a la Salsa como su cultura. Cada cual lo hace enfrentando sus propias problemáticas. 

Por eso, es muy importante, mirar el movimiento de la Salsa de una manera abierta, imaginándola como un gran riesgo cultural de crear y diferenciarse, como una lucha por la superación existencial y una búsqueda que estimula nuestra inquietante capacidad de saber combinar el entusiasmo por lo rural y lo urbano, por el amor y el desamor, por la vida y la muerte, por la libertad y el respeto por el otro diferente; y además, de enseñarnos a aprender a concentrarnos  en la interacción de las diferentes variables y en la interpretación que de cada  subcultura, hace de la Salsa, porque cada una la redefine en su creatividad de forma diferente.

Otra noción muy difundida sobre el concepto de cultura, que nos ayuda a ampliar esta dilucidación, es aquella que logra seguir redefiniendo la Salsa como cultura, es la que propuso el investigador Alejandro  Mantilla en el texto que le publicó en 1988, la OEI, “Cultura popular: punto de partida en la constitución de su proyecto cultural nacional”, donde “considera que cada acción humana u objeto producido por el Hombre, la Mujer y la sociedad es cultura”, la Salsa, efectivamente así de esa forma, también lo es. Es producto de una acción humana y es, a través de ella, que se expresa una sociedad culturalmente diferente a las otras en este mundo contemporáneo.

Esta visión describe “los procesos culturales como una suma de hechos, cosas y fenómenos espontánea e intencionalmente producidos, que se engloban en el concepto abstracto de cultura”. En eso se encuadra y se enmarca conceptual y socialmente la Salsa como movimiento cultural.
Dentro de esta sustentación Mantilla nos ofrece hacer una distinción muy precisa: “No se tiene en cuenta que lo que existen son culturas concretas, que se estructuran en sistemas y valores, relaciones, saberes, configurados de manera singular por sectores sociales y pueblos, [subregiones y regiones], a través de procesos históricos” [muy dialécticos y precisos]. 

Igualmente debemos  tener en cuenta como lo dice J. Clifford y G. Marcus en  “Wrinting Cultura”, en un trabajo publicado en Berkeley por la  University of California Press, “que es imposible mantener quieta a una cultura para retratarla” cualquier intento por lograrlo implica necesariamente exclusiones y simplificaciones. Intentarlo con la Salsa es un imposible histórico, porque está fluyendo en un espiral continuo de creación muy complejo.

Es lo mismo que optar por tener un  sólo foco de observación crítica y temporal de la cultura de la Salsa, que de cuenta de éstos últimos cuarenta años, pues la Salsa,  no se ha quedado quieta, vive refundándose y repensándose de forma permanente, para revalidarse dentro de la sociedad contemporánea.

La Salsa y los bioespacios ancestrales.
           Tratamos desde luego, es de permitir que en estos esbozos, aparezcan muchas voces, que desde sus más particulares cosmovisiones de la cultura, estas, nos colaboren y nos contribuyan a articular de manera compleja, la naturaleza social e histórica de la Salsa  como razón de ser de los pueblos del Caribe y el Pacífico.

En ese sentido, vale la pena recobrar la mirada expuesta por Orlando  Fals Borda que nos advierte “que el trópico nos da la savia identidad cultural como pueblo” y la Salsa hace parte de uno de esos elementos formadores de esa savia ecodiversa de la identidad tropical nuestra, que refuerza las “RAÍCES REGIONALES Y PROVINCIALES”, porque “estos son los espacios donde los derechos endógenos a la variedad, la diversidad y la creatividad hacen parte de la vida cotidiana, donde las gentes, valiéndose de la memoria colectiva y de la comunicación oral, “tejen el presente con los hilos de su propia historia”, creando “bioespacios definitivos y fundamentales por su conocido papel en la formación de la personalidad y la cultura”, en este caso, son muy importantes y representativos en la conformación de la cultura salsera. 

Esos bioespacios, crecieron en el barracón, en el solar, en el cabildo, en la comparsa callejera, en la danza, en las sociedades mutuales, en los cantos del trabajo, en los berroches de tambor en Loíza Aldea, en el Bronx, en Harlem, en el ballroom del Cheetah, en las descargas, en los JAM SESSIOMS, en los soneos trepidantes de los cantantes, en los conciertos, en los encuentros, en cada creación de comunicación y de competencia del habla salsera.

También nos recuerda Fals Borda, que en esos bioespacios socioculturales, se puede notar “que sobresalen los esfuerzos por reivindicar los valores que provienen de la diversidad étnica, cultural y natural del ethos tropical” del Caribe y Pacífico, y la Salsa los asume como tal.
Es ahí donde juega un papel de suma importancia la cultura de la Salsa. Donde además, se da la multiculturalidad, se da la comprensión activa del otro y sus culturas, donde aprende a verse desde dentro, desde donde se defiende y difunde su cultura, desde donde reflexiona, espontáneamente, se enriquece y se iguala, donde con un gesto muy generoso se da, con todo el valor del ser latinoamericano.

En ese momento, la base del universo simbólico salsero alcanza a ser cultura, identidad, pensamiento y sueño. Se imagina un proyecto de vida. Logra que su mensaje haga vibrar de emoción a los raizales latinoamericanos con toda su complejidad polirrítmica en todas las costas Caribes y Pacíficas.

Por eso, mismo estamos profundamente de acuerdo con esa extraordinaria frase del maestro de América,  don Simón Rodríguez que dice: “O inventamos o erramos…”, esa es la gran encrucijada que asumen los músicos salseros latinoamericanos y las comunidades cercanas a la expresión cultural de la Salsa en la ciudad de Nueva York y por eso se inventan la Salsa.

Claro, don Manuel Espinoza  nos exhorta a que “entendamos y asumamos la cultura de la Salsa, como la manifestación de la creatividad, [individual o colectiva de músicos de oído y escuela], es la energía generativa de lo humano expresada en las artes de hacer, es la invención, es la expresión [hiriente con sabor a Barrio y a conspiración afroindianlatina], es el pensamiento [Caribe y Pacífico], cualquiera que sea su modalidad, mérito o destino, en función de la diversidad, del bienestar y riqueza de la vida, del desarrollo social, [y aquí es muy válido hablar de los capitales sociales de la cultura salsera porque la hemos asumido directa e indirectamente como fuerza de construcción de sociedad y tejido social, como prefiguración de ciudadanía], es el mejoramiento [como cultura que educa puesto que elabora representaciones de saber], es crear equilibrios ecológicos y territoriales” como lo son las comunidades latinas en migración, porque establecen “nuevos espacios interpretativos más profundos de mayor claridad, trascendencia y coherencia de propósitos y finalidades [como gestores, sus actores sociales, gestores de cultura por supuesto, gestores culturales en resistencia y de manera alternativa, en un comienzo en los 60s hasta que surgen los mitos vivos de conglomerados artísticos y económicos que crean identidades de marca y productos con su propio marketing, [estilístico] en el mismo mundo financiero que les había sido hostil.

Podemos decir que la Salsa, en su propuesta literaria y musical genera una nueva “calidad de relaciones humanas y lo hace fundando una nueva ontología [como posibilidad de existencia de algo] que es constitutiva para crear espacios interpretativos más profundos para analizar y [vivir, re-presentar] nuestras herencias culturales, nuestras actitudes ante la vida en función de identificar y comprender, por ende, superar, aquellos comportamientos, actitudes y visiones que significan un obstáculo para el logro de sus esperanzas en territorios [como el de los Estados Unidos, con las exclusiones y las discriminaciones en plena Era de la Modernidad que esta cultura dominante supone].

Es superar las inmensas dificultades contrarrestando con valores sociales en las comunidades latinas y a la vez, ir creando espacios para la confianza, la transparencia, la inclusión y la solidaridad, [en bien de fortalecer el tejido que desde allá, se podía tejer hacia el Caribe y el Pacífico], es superar [las dificultades con la certidumbre] de estimular y propiciar la capacidad de generar mejores  valores” sociales con la música, con la danza, con los lugares de encuentro, en el Barrio, en los medios de comunicación, en los relatos, en la memoria colectiva, en esa representación del pasado con la responsabilidad que dicho proceso implica.

La Salsa: Memoria y Oralidad.
           Lo que también, implica la formación de la memoria. La formación de una diversidad textual como lo es “El Cuaderno Latino”, realizado y producido por Gary Domínguez, una memoria de la música, una memorabilia  que está hecha desde dentro y que ha comprometido a quién lo ha hecho, sin incorporar la subjetividad o haciéndolo muchas veces, para permitirnos descubrir ciertas esencias primordiales del arte y la cultura musical de la Salsa, para que no se pierda su memoria. Una memoria que está hecha desde adentro y que incorpora su propia experiencia musical auditiva, sus creencias y emociones y escisiones que –Elizabeth Jelin, en “Los trabajos de la memoria”, nos advierte que debemos tener en cuenta a la hora de hacer la memoria, y es “tener la capacidad de interlocución permanente, tener la capacidad de interrogar e interrogarse, de aprender y enseñar, de dejarnos abrir la cabeza y la sensibilidad a la multiplicidad de dimensiones y a la complejidad de la memoria, el silencio, el duelo y en los niveles en que se manifiesta” la cultura de la Salsa-

Así, como memoria, la cultura de la Salsa, “posee una alta carga de Oralidad, que es una característica en nuestra cultura Caribe” y [en la Pacífica, igual sucede].” -según Luís Alfonso Alarcón Meneses, [nosotros, lo repensamos y extrapolamos en el mismo sentido que hablaba Gastón Bachelard, en la “Filosofía del No”, en el sentido que todo texto debe tener múltiples interpretaciones y no perder su objeto, su saber ni su filosofía, y lo hacemos  desde su texto “Sobre la Oralidad en el Carnaval”-, en el sentido de poder, volver a repensar su desarrollo y su objeto, es decir, es volver a repensar su valoración sobre la Oralidad nuevamente importante para la Salsa, como cultura nacida de representativos elementos de la tradición como el Son, la Plena, la Bomba, la Rumba y el Guaguancó, -recordemos que la Salsa posee, esas posibilidades de expandirse en esas formas creativas y culturales desde una Oralidad rítmica, que tiene una memoria tímbrica, unas creencias, unas emociones, una forma de hacer anclajes dentro de la memoria, hacer una memoria desde una antropoética musical, que ofrece un proceso de empoderamiento de esas formas de hacer música y hacer memoria.
Es una memoria que elabora un proceso de empoderamiento hacia una “traspasado” de una experiencia  y de una práctica que se educa por la diferencia con un conocimiento y considera al “otro” como interrogación sobre sí mismo, en un proceso que es válido entre identidades culturales distintas y lo han vivido los Salseros músicos y melómanos cultos, cuando en el aprendizaje de la diferencia, hay un aprendizaje, que es aprender a ponerse en el lugar del otro y puede escuchar y ver la memoria cultural con los ojos y los oídos del otro.
En esa perspectiva, la memoria es un mundo simbólico multicultural profundamente heterogéneo, que se realiza mediante las relaciones de saber-hacer que se crean en el intercambio mismo, que se cumple en el transcurso de la acción de tocar una métrica rítmica a otra, de una manera pedagógica y comunicativa donde se potencian todas las capacidades y habilidades de un grupo musical del Caribe y otro del Pacífico, por ejemplo, para interpretar la Salsa.

Esa forma de Oralidad tiene un saber-hacer que es una gran característica cultural latinoamericana. Es una “característica anotada en varias oportunidades por viajeros, literatos, estudiosos de la historia regional, lingüistas y antropólogos”.

La memoria de esta “Oralidad es una fuente que sin lugar a dudas se constituye en una de las materias primas con que cuentan los estudiosos y que ha sido más valorada por la literatura y el caso más sobresaliente es García Márquez” quien lo ha hecho en toda su obra literaria trascendental para la humanidad.

La memoria de la Salsa como Oralidad, como “fuente oral tiene la singularidad de ser construida y evidentemente al serlo, su discurso, ya sea producto de unas historias de vida o de unos relatos, se ve muy influenciada por el tipo de relación que se establece entre los entrevistados y el entrevistador, así como también por la forma y contenido de las preguntas” a la fuente de la memoria colectiva,                 -argumenta muy sólida y ampliamente  el profesor Alarcón Meneses-.

Citado por Luís Alfonso, el trabajo publicado por  Nicole Gagnon, “Sobre el análisis de los relatos de vida”, -en él nos insiste- que “debemos tener presente que las fuentes orales, permiten acercarnos a la reconstrucción de aquellos acontecimientos que permanecen oscuros por la falta de fuentes, así como también a la mentalidad y modos de  vida de clases y colectivos sociales y a las formas como los individuos interiorizan su proceso histórico, [en nuestro caso, el proceso de la Salsa], el que está estrechamente ligado con el reconocimiento de su temporalidad”.
La memoria de la Salsa como Oralidad, nos permite “indagar en la fuente oral, en las relaciones entre el individuo y la comunidad, pues facilita el estudio de la vida cotidiana” de los músicos, los danzantes, críticos, melómanos y gestores culturales.

Las fuentes orales “ofrecen datos que usualmente el documento escrito no reconoce”. “Los testimonios orales tienen como característica su permanente reelaboración, es decir, que tienden a transformarse o aumentar en cada entrevista o generación, situación que hace que el discurso de que es portadora se enriquezca y se torne más fuerte y creíble, como si el hecho histórico fuera más inmediato, más visible para el historiador, situación que lo puede llevar al error de sentirse frente a la verdad develada, con lo que el riesgo de perder el espíritu crítico que debe esgrimir todo investigador, que por lo menos tenga el propósito de ir más allá de lo aparentemente cierto”,  -agrega acertadamente Phelipe Joutard, en “Esas voces que nos llegan del pasado”, en un texto publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1986-.

El profesor Luís Alfonso Alarcón, en su admirable trabajo nos enseña que si “utilizamos adecuadamente  la fuente, ésta, puede aportar contribuciones importantes a [estos esbozos sobre el movimiento sociocultural de la Salsa], porque la fuente ocupa un lugar apropiado en el sistema de comprobación, experimentación y análisis que nos puede llevar a construir una historia fiable,   [-como es el intento por desglosar las formas diferentes de la cultura salsera- porque ese uso nos permite un conocimiento riguroso del pasado del movimiento cultural de la Salsa]. Este proceso nos obliga a ser profundamente analíticos”.

Pero, hay una serie de advertencias epistemológicas del licenciado y magíster Luís Alfonso, que son muy necesarias para la cultura de la Oralidad en la Salsa, y es que debemos saber descubrir “la diferenciación existente entre las fuentes orales construidas, o la llamada “historia oral” y lo que en nuestro medio se conoce como tradiciones orales. Éstas, a pesar de que tienen el mismo soporte verbal y que pertenecen a la Oralidad, se diferencian pues mientras las fuentes orales se refieren especialmente a las entrevistas, a los diálogos, alocuciones, declaraciones y discursos registrados en cintas magnetofónicas o en notas del investigador, que hacen parte de su observación participante; las otras oralidades son las que hacen referencia al conjunto de mitos, leyendas, cuentos, décimas, proverbios, adivinanzas, refranes, fórmulas rituales, nombres dados a los lugares, apodos y poesía popular, que tienen el propósito de describir el mundo, la cultura, la sociedad y el individuo, y las cuales se van transmitiendo, con su respectiva reelaboración, de generación en generación. 

Ambas tipologías de lo oral deben usarse, lograr su conservación y fijación en soportes magnéticos, [a favor de la recuperación de la memoria colectiva del Caribe y el Pacífico salseros. Éstas, fuentes orales y las tradiciones orales, son los biografemas de la palabras, en el cual fluyen, en un tiempo y un espacio para el éxtasis y la liberación, en forma de tradición oral], como uno de los principales elementos constitutivos, al punto de que han sido, ellas, las que han permitido su permanencia en el tiempo”.

Como “presencias y sentidos del pasado. En distintos planos y niveles en lo político y lo cultural; en lo simbólico y en lo personal, [claro, nos preguntamos, si no es acaso simbólico lo personal], debemos entender, -dice Elizabeth Jelin- las memorias como procesos subjetivos, anclados en experiencias y en marcas simbólicas y materiales”, como vive sucediendo en el movimiento cultural dentro y fuera en la historia de la Salsa.

La Salsa, una memoria compartida.
           Hay otro aspecto significativo que nos deja como un gran aporte de Alarcón Meneses, a estos esbozos sobre el movimiento cultural de la Salsa, y es, cómo estas tradiciones culturales, en este caso de la Salsa, “a pesar de la presión y el hostigamiento que han sufrido”, éstas, han transmigrado, “han logrado sobrevivir, manteniendo así, viva una memoria histórica que permanentemente pretende ser controlada desde arriba”, hasta mantenerse aún, “en una verdadera demostración de que la verdadera cultura”, y esto parece reafirmarlo, la historia de la Salsa también, “es la que se hace a contracorriente del poder”, y ahí es donde la Salsa,  es la que “pone el dedo en la llaga, la que angustia y molesta”, a ciertas memorias del Poder que fetichizan la historia de la Salsa.

La antropóloga y documentalista de la serie “Yurupary”, Gloria Triana, al respecto nos recuerda, que  “todos estos procesos circulan en circuitos alternativos y rara vez ocupan los espacios de los medios masivos de comunicación, y tienen un poder cohesionador dentro de la cultura popular, porque son referentes culturales y memorias históricas y son el gran relato polifónico de la memoria, son el reconocimiento de los lenguajes y creaciones originales, y a la vez son procesos complementarios de intercomunicación, en una alianza creadora con artistas e intelectuales de América Latina y del resto del mundo”.

A propósito la maestra Triana, nos trae a colación una maravillosa cita textual del escritor William Ospina, que también nos refuerza el papel de la memoria en el desarrollo de la cultura de la Salsa, “toda nación es una memoria compartida, pero esa memoria tiene que haber sido elaborada colectivamente; ningún pueblo se une realmente alrededor de una verdad parcial o amañada de la memoria común. Y la memoria compartida da cohesión a los pueblos, les permite tener rostro y voz para dialogar con el mundo. Hay naciones cuya memoria es tan poderosa que les permite sobrevivir a la pérdida del territorio”.

En ese sentido, vale la pena, que valoremos esos aspectos representativos que el novelista Ospina señala y que en el caso de la historia de la cultura de la Salsa podemos resaltar, y es ese aspecto, que podemos considerar que la Salsa, debe ser una memoria compartida, porque se ha elaborado de forma colectiva para que sea una memoria común.

Una  memoria compartida de la cultura de la Salsa, que les da cohesión  a nuestros pueblos del Caribe y el Pacífico, pues esos procesos les ha permitido tener rostro y voz para poder dialogar con el mundo.
Ese es el gran desafió de la memoria cultural de la Salsa. Porque la sinergia de los procesos de comunicación de la memoria en la cultura de la Salsa, son procesos que se “construyen gracias a la intervención activa  de actores sociales muy diversos”.

Actores que realizan prácticas de rememorización colectiva acerca de materiales tangibles e intangibles, para articularlos en los rituales de homenajes, como sucede con las celebraciones de las Audiciones Musicales, de las reuniones masivas en el Parque de la Música en la ciudad de Cali, que como ejercicios de construcción de las memorias vivas, permiten hacer nuevas interpretaciones del pasado y el presente, de la cultura de la Salsa.

Son ejercicios que permiten conocer el patrimonio cultural de la Salsa para la ciudad y la región, con el objetivo de reflexionar sobre sus significados, sobre sus prácticas comunitarias, sobre su función social, sobre su valoración del patrimonio sociocultural de la Salsa, sobre los puentes que se han tendido en la producción sociocultural, entre tradición y modernidad, en el arte musical de la Salsa.

O como sucede con los “encuentros de Salsa y Cultura”, donde se hacen ejercicios de “aproximación musical, al ritmo de la vida”. Hay desde clases magistrales de baile, talleres para niños de sensibilización al baile de la Salsa hasta foros de Salsa y Ciudad o conferencias como la de “La Salsa: una tradición familiar”.

Son ejercicios que no están exentos de contradicciones, ya que las formas culturales empoderadas en la Salsa, “se objetivan y se interiorizan en los ámbitos particulares de manera muy compleja”, por la necesidad de reafirmarse y preservarse.

Estos ejercicios son formas culturales de refundar la memoria de la Salsa, para evitar que se disuelva en medio del acontecer inmediato,  para evitar que la sucesión de hechos azarosos a los que siempre falta una referencia organizadora regular de la memoria.

Estos ejercicios buscan y tienen la firme intención que las tradiciones más arraigadas de la Salsa, no naufraguen en el “oleaje de lo último y más nuevo”.

El principio de identidad de esa memoria encuentra eco, en el momento, en que se preocupa por reconocer las esencias primordiales del arte de la música de la Salsa, porque preserva su intemporalidad “en medio de las nuevas tensiones generadas por la globalidad estandarizada que imponen el mercado, los medios de comunicación y las industrias culturales, y el tiempo-espacio fragmentado que se asume como principio de originalidad y de capacidad creativa”.

“Tal  tensión generada es otra vertiente de la dialéctica dominación-emancipación que, de manera implícita (y muchas veces explícita), define las conductas culturales, sociales y políticas de nuestros días”, y permanentemente viva [en nuestros últimos tiempos de modernidad y PostModernidad]. Son procesos e historias encadenadas que desde la interactividad, se desarrollan por “la primordial acción de aparatos impersonales y “objetivos”, que tienden a disolver las iniciativas singulares y los valores diferentes, la cuestión de las identidades (sociales, políticas, étnicas, culturales) y surge, en ciertos casos, con una fuerza extraordinaria”.

Una fuerza realmente avasalladora, que es la expresión de esa PostModernidad que quiere disolver la memoria y las raíces fundantes o fundacionales de las culturas como la de la Salsa.

Parecieran naufragar, esas esencias primordiales e intemporales que se han podido preservar con los procesos de anclaje de la memoria, gracias a que encuentra eco, ese llamado al sentido de pertenencia que mueve el principio de identidad y que forjan los imprintings culturales que “son experiencias y conocimientos de las culturas” caribes y pacíficas, que en su momento “son marcas sin retorno que imponen, el imprinting cultural” –un concepto novedoso que propuso Konrad Lorentz- y estas experiencias y conocimientos, como imprintings culturales le dan un significado simbólico, muy especial, a la cultura, y a sus expresiones, [31] como el que tiene y ha logrado la Salsa en nuestro entorno, con los contextos que ella misma logra producir, como herencia plural de los latinoamericanos y de la cultura universal de la humanidad.

Es este imprinting cultural del que “el individuo sujeto se apropia de su genos al que obedece, (donde construye) su dependencia hereditaria singular, se autonomiza al apropiarse del genos, donde se afirma en su cualidad de sujeto, (ahí están en juego como memoria, la literatura y la música), devienen en fundamento de la identidad personal: la herencia plural que hace de nosotros individuos singulares. [Imposible olvidar que en todas las sociedades, la cultura se impone a los individuos, lo recuerda ampliamente el maestro Edgar Morin, en la “Antropología de la Libertad”].  Pero, ¿cuál cultura, la de un Poder que obnubila?
Un Poder al que la Salsa urbana newyorkina desde que nace se enfrenta a un staquo que fabricaba idealizantemente formas tropicales nada cuestionadoras. Nacía una Salsa como una diferencia de pensamiento y de música. Una Salsa que giraba alrededor del entrañable ser poético de lo bucólico, del desarraigo y que por ese mismo horizonte de sentido, creía firmemente que ser muy crítica con los grandes contrastes entre lo rural y lo urbano. El gran paradigma entre esas dos tensiones que habitan la humanidad, el centro y la periferia, lo urbano y lo rural, el folk y el pop, la multidiversidad y las eurodependencias con sus consecuentes eurocentrismos, exclusiones, negaciones contradictorias y las decisivas resistencias para emancipar el espíritu y la conciencia en un espiral de libertad siempre grato de defender.











































[1] Escribano, Mariana,  La Simbólica del Paleotegría Mhuysqa, El Mensaje de la Lengua Báculo, Bogotá, 2005.
[2] Aguancha, Gabriel, Memorias de Rafael Cueto y el Trío Matamoros.
[3] Linch, Acklyn, Conferencia sobre la Historia del Jazz Negro en los Estados Unidos, dictada en el Museo de Arte de la Tertulia, bajo la coordinación del maestro de la pintura Pedro Alcántara Herrán, con el apoyo de las directoras Maritza Urdinola y Gloria Delgado, 1975.
[4] Moreno, Juan Carlos, Fuentes, Autores y Corrientes que trabajan la Complejidad, ICFES-UNESCO, Bogotá, 2002.
[5] Obras Consultadas:
El libro de la Salsa, Crónica de la música del Caribe Urbano, César Miguel Rondón, Caracas, 1980.
Música Cubana,  Del Areyto a la Nueva Trova, Dr. Cristóbal Díaz Ayala, Puerto Rico, 1981.
La Música en Cuba, Alejo Carpentier, México, 1946-1980.
Música del Caribe, José Arteaga, Bogotá, 1994.
Música por el Caribe, Helio Orovio, Santiago de Cuba, 1994.
Diccionario de la Música Cubana, Helio Orovio, 1981-1992.
[6] Mapa Cultural del Caribe Colombiano, Consejo Regional de Planificación de la Costa Atlántica, Unidad educativa y cultural, Santa Marta, Tercer Mundo Editores, junio de 1993. 
[7] Mapa Cultural, Ob. Cit.
[8] UNESCO, “Declaración de México sobre las políticas culturales”, revista Cultura y Diálogo entre los Pueblos del Mundo, No. 3, París, 1987.
[9] Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios a la educación del futuro, publicado en octubre de 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, -7 place de Fontenoy- 75352 París 07 SP-Francia.
[10] Morin, Edgar, Ob. Cit.
[11] Acosta, Leonardo, Del tambor al Sintetizador, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983.
[12] Acosta, Leonardo, Ob. Cit.
[13] Acosta, Leonardo, Ob. Cit.
[14] Mapa Cultural, Ob. Cit.
[15] Paz, Octavio, La Búsqueda del presente, Bogotá, Foro, 1991.
[16] León, Argeliers, Hacia una música en el pueblo, ponencia presenta en el II Encuentro de Investigadores Musicales celebrado en Bailén, Pinar del Río, en septiembre de 1976, publicado en el Boletín de Música de la Casa de la Américas, No 64, La Habana, mayo-junio de 1977.
[17]  Bebey, Francis, Afrique noire: musique ancestrale pour un monde a  venir, en Cultures, Vol. 1, No 2 (Musique et Cultures musicales), UNESCO, París, 1973, revista El Correo de la UNESCO.
[18]  Acosta, Leonardo, Música y Descolonización, Editorial Arte y Literatura, Ciudad de la Habana, 1982.
[19]  Cumbre Iberoamericana, Declaración de Guadalajara, en revista Comercio Exterior, México, Vol. 41, No 8, 1991.
[20]  Zuleta, Estanislao, Arte y Filosofía, Editorial Percepción, Colección Quipus, Medellín, agosto de 1986.
[21]  Lévi-Strauss, Claude, El Pensamiento Salvaje, París.
[22]  Lévi-Strauss, Claude, Ob. Cit.
[23] Zuleta, Estanislao, Ob. Cit.
[24]  Rondón, César Miguel, El Libro de la Salsa, Una Crónica de la Música del Caribe Urbano, Caracas, 1980
[25]  Quintero Rivera, Ángel G., Salsa, Sabor y Control, sociología de la música tropical, Premio Casa de las Américas, 1998, publicado en 2005.
[26] Cita Estanislao Zuleta a Lévi-Strauss.
[27]  Cita Estanislao Zuleta a Lévi-Strauss.
[28]   Domínguez, Gary,  EL CUADERNO LATINO DE LA SALSA, Ediciones Salsa Latina, Cali, Colombia, New York, 2005.
[29]   Santana, Archbold, Sergio, Yo, Rubén Blades, confesiones de un relator de barrio, Ediciones Salsa y Cultura, 1997, Medellín, Colombia, P.O. Box 67975. Pág.41.
[30]   Mindiscapes, individuals and cultures in management, en Journal of Management Inquiry, Vol. 2, No 2, junio 1993, p. 138-154. Sage Publication
[31] Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios a la educación del futuro, con la colaboración de Nelson Vallejo-Gómez y Françoise Girard, traducción de Mercedes Vallejo-Gómez, octubre de 1999, 7 place de Fontenoy-75352-París 07SP-Francia, UNESCO; y otro texto del maestro  Morin, Edgar, Antropología de la libertad, Entre systémique et complexité, chemin faisant… Mélanges en hommage à Jean-Louis Le Maigne, PUF, París, 1999: 157-170. Traducción de José Luis Solana Ruiz, profesor de Antropología Social de la Universidad de Jaén. webmaster@avizora.com
[32] Rondón, César Miguel, El Libro de la Salsa, Una Crónica del Caribe Urbano, Caracas, 1980.
[33] Rondón, Ob. Citada anteriormente, Pág. 30.
[34] Rondón, Ob. Citada anteriormente, Pág. 32.
[35] Rondón, Ob. Citada anteriormente, Pág. 32.
[36] Cuando desarrollo lo del EL IMPRINTING Y LA NORMALIZACIÓN, en ese capítulo maravillosos de Las cegueras paradigmáticas, 1999.
[37] Rondón, Obra Citada anteriormente, Pág. 32.
[38] Rondón, Obra Citada anteriormente, Pág. 33.
[39] Rondón, Obra Citada anteriormente, Pág. 34.
[40] Carpentier, Alejo, La Música en Cuba, Fondo de Cultura Económica, Avenida de la Universidad, 975; México 12, D.F., 1946
[41] Giro, Radamés, Los Motivos del Son, en Panorama de la música popular cubana, Editorial Letras Cubanas, Editorial Facultad de Humanidades, Santiago de Cali, 1996.
[42] Giro, Radamés, Obra Citada, Pág. 224.
[43] Díaz Ayala, Cristóbal, Música Cubana del Areyto a la Nueva Trova, Editorial Cubanacan, San Juan Puerto Rico, 1981.
[44] Rondón, Obra Citada anteriormente, Pág. 34
[45] Calero, Julián, El cine y la mirada indiscreta, Intertextos, Cuadernos de la Facultad de Comunicación Social, Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, marzo de 2005.

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