Relatoría de Luis Tasceche
Colaborador de Herencia Latina
Bogotá-Colombia
El
pulso de esta escritura está dedicado incuestionablemente a María Angélica
Castañeda, la María, por su intachable y amorosa solidaridad, a Lucio Ochún
porque siempre me está haciendo preguntas extraordinarias y a Manuel Francisco
porque quiere acompañarme con sus tambores, retumbando mi conciencia de cuero
de chivo!
Con
mucho amor a Marujita Echeverry de Tascón!! porque está viva en el cielo
leyendo esta pasión por la música. Con afecto y cariño.
Fernando
Bobby Cruz and Ricardo Richie Ray Maldonado
® Hábitus
e imprintings culturales.
® Cultura, goce, ocio, vida,
identidades y memoria.
® La Salsa, es esencia rítmica.
® Los cantos liberadores de
Bobby y los clímax musicales.
® Los ministerios yorubas y
protestantes en Richie y Bobby.
® Las fiestas de bembé, músicas
vivas.
® Imaginar y novelar: sobre una
maravilla de Orquesta.
® Inmersión y evocación
simbólica del afrocubanismo.
® Bucles, dialógicas e
incertidumbres cultural
® Pero,
qué han dicho y no han querido decir sobre el remontaje musical de Ricardo y
Bobby.
La música y la literatura son esencias que
definen a las mujeres, los hombres y a sus pueblos; [en gran parte, son
sus grandes paradigmas que crean y construyen habitus en ellos,
pues les generan en sus vidas prácticas, un sentido adquirido que es
conocido como el imprinting cultural, que surge y se comparte
permanentemente en el seno de las comunidades. La música y la literatura crean
los imprintings culturales de esas comunidades, son sus vasos comunicantes.
“Estos hábitus en ellos, -como bien lo traduce y
repiensa Mirla Villadiego Prins[2],
al retomar a Pierre Bourdieu- es una especie de estructura mental que
estructura y es estructurada por la práctica, no actúa sobre los individuos a
la manera de estímulos, es decir, como si se ejerciera sobre ellos una
determinación directa, que ejerce efectos inevitables e inmediatos.
El hábitus funciona con una alta intervención de
las leyes de probabilidad, debido a que si bien es cierto que los individuos
actúan con casi total coherencia con los requerimientos del orden social, ello
no es el resultado de una imposición externa sino más bien la consecuencia de
una selección realizada a partir de los esquemas de percepción, pensamiento y
acción que cada individuo ha heredado del grupo social o ha adquirido con su
experiencia personal”.
Son estos hábitus esenciales, de hacer,
componer, escuchar, y vivir la música y la literatura, los que al configurarse
como hábitus esenciales del ser humano y de las comunidades, al mismo tiempo
adquieren el valor de paradigmas pues se “forjan como un conjunto de
creencias generadas y compartidas por una comunidad…(específica y determinada:
artistas, músicos, literatos, melómanos, coleccionistas, programadores de
radio, periodistas, críticos, ingenieros de sonido, managers, diseñadores,
compositores) para guiar sus procesos de producción y legitimación del
conocimiento” como lo expone el físico Thomas Khun en su trabajo editorial “La estructura
de las revoluciones científicas”, -que se convirtió en una referencia
importante para la creación de una nueva concepción de la historia de la
ciencia-, hoy nos sirve de puente y mirada para observar, el inocultable
proceso de la creatividad e interactividad en la música popular de la Salsa
hecha por Ricardo Ray y Bobby Cruz Orchestra sobre muchas comunidades
socioculturales colombianas y del Caribe mediterráneo.
Son estos habitus, los que no son una
creación exclusivamente individual, según Bourdieu[3];
-la Salsa tampoco lo es y menos, la recepción y los usos sociales de la música
de Ricardo y Bobby-. Por eso, sí puede hablarse que han creado y generado “un
habitus social, que es el que se expresa en el conocimiento, que siendo
heredado de generaciones pasadas, sobrevive en nuestra cotidianidad y tiende a
perpetuarse en el futuro”[4],
como sucede con amplias apropiaciones y empoderamientos de la música y la
literatura por parte de pueblos y comunidades enteras en bastas regiones del
mundo].
En ese sentido, la música y la literatura,
“son las posibilidades mismas (para que) los individuos se adapten por sí solos
a las condiciones de vida que les imponen”[5];
aunque puedan -como lo expuso Yehudi Menuhin- “ser [condiciones de
vida] expresivas, comunicativas, conmovedoras e inspiradas, pero que rara
vez son accidentales, aun cuando recuerden los sonidos eternos del mar o la
espontaneidad del canto de las aves. Recuerda Menuhin, que el llanto del
recién nacido es un sonido tan intrínsecamente musical como el martilleo seco
del picamadero, el estrépito del trueno, el rumor del viento en los trigales,
el arrullo de la paloma, el cascabeleo de la semilla en las vainas, el sonar del
metal, el suave murmullo de pasos sobre la hojarasca. ¿No son esos sonidos
naturales gran parte de la materia prima con la que el hombre crea la música?
Con ellos hemos construido, -y seguimos haciéndolo-, lenguajes musicales, ya
sean éstos las más sutiles y refinadas texturas monódicas (melódicas) y
rítmicas, como las que se perfeccionaron hace miles de años en la India, o las
texturas armónicas más complejas que se han creado recientemente en la Europa
occidental”[6],
(esa es una significación que queremos darle también a la literatura, así la
música posea en su materialidad paradójica, literatura musical).
Son experiencias y son conocimientos; “son
marcas sin retorno que imponen, el imprinting cultural” –un concepto novedoso
que propuso Konrad Lorentz- y que al término imprinting le dio un
significado especial, en tanto busca dar cuenta de “la marca sin retorno que
imponen las primeras experiencias del joven animal (como en el pajarillo que
saliendo del huevo toma al primer ser viviente a su alcance como madre)”[7].
Es este imprinting cultural del que “el
individuo sujeto se apropia de su genos[8] al
que obedece, (donde construye) su dependencia hereditaria singular, se
autonomiza al apropiarse del genos, donde se afirma en su cualidad de sujeto,
(ahí están en juego como memoria, la literatura y la música), devienen en
fundamento de la identidad personal: la herencia plural que hace de nosotros
individuos singulares. [En todas las sociedades, la cultura se impone a los
individuos, lo recuerda de forma amplia el maestro Edgar Morin, en la “Antropología
de la Libertad”].
Cultura, goce, ocio, vida, identidades y memoria.
No en vano, Sherwood Anderson, explicaba en un
artículo periodístico[9] y
hacia un llamamiento a otros artistas para que fuesen a Nueva Orleáns: “Querría
hablarles de los largos y apacibles paseos por la escollera, en donde viejos
navíos jubilados, alzan sus mástiles en las luces doradas del crepúsculo
vespertino. Por las calles de esta ciudad los transeúntes caminan indolentes,
sin prisas…Me afirmo en mi pensamiento de que la cultura significa ante todo,
el goce de la vida, ocio y un sentimiento profundo del ocio…Significa que se
dispone de tiempo para que la imaginación recree los hechos de la vida;
significa tiempo y vitalidad para ser serio ante las cosas verdaderamente
serias y un fondo de alegría del vivir con el que poder refrescar el espíritu
cansado. En una civilización en que la acción es dominante, sumergiendo la vida
imaginativa, hallaréis lo que predomina en las ciudades de Pittsburg y Chicago
hoy en día. Cuando la acción preferida por el deseo de vivir, de amar y de
comprender la vida, entonces hallaremos en mayor número de ciudades americanas
ese singular encanto que sólo puede encontrar uno, en la actualidad, en ciertos
viejos rincones de Nueva Orleáns”.
Igual proceso como el anteriormente descrito por
Sherwood, se presento en los años sesenta, setenta y ochenta y va a suceder en
Nueva York –ciudad donde a pesar de la fuerza y la dominación de la
civilización de la acción, también hay espacios para la vida imaginativa, para
la vida, para el deseo de vivir, de amar y comprender la vida de manera
diferente-, como igualmente va a suceder con los inmigrantes del Caribe y
América Latina cuando se trasladan con sus identidades culturales, con sus
imprintings culturales y sus habitus esenciales que portan sus corporalidades y
sus memorias para los momentos fundamentales en la ciudad de los rascacielos,
en la ciudad de los múltiples intercruzamientos identitarios, en los que se van
a desenvolver las diferentes comunidades afrolatinas en el Barrio Latino, en
Brooklyn, en Queens, en Harlem, como en todos los escenarios históricos,
sociales y simbólicos donde actuarán plenamente las músicas
afrodescendientes del Caribe mediterráneo [y desde donde se forjará el
advenimiento de las músicas ancestrales, tradicionales, folklóricas y
populares] que creando y reventando con todos sus estertores, el alma de los
afrolatinos en el mundo, desde los 60s (sesentas), van a despertar, en
nosotros, como en muchas de las comunidades extranjeras con la música Salsa,
nuevas esperanzas de comprensión del mundo y su complejidad, con escrituras muy
reveladoras.
Un verdadero “goce de la vida”, lo que es
exactamente el disfrute de ese “sentimiento profundo del ocio” que
ésta cultura musical embarga. Lo que ha significado saber “disponer
del tiempo para que la imaginación recree los hechos de la vida” con las
músicas, y con la salsa y con sus letras que son su literatura.
Con éstas prácticas sociales como esencias
fundamentales, es que se logran definir a mujeres, hombres y a pueblos enteros
en función del encuentro con su identidad, con su memoria, con su imprinting
cultural, con sus músicas, con sus literaturas y con sus hablas
cotidianas.
Somos fragmentos de músicas, ocio y literatura.
Y sino que lo recuerden y testimonien: los
gozosos salsa-rumberos de Barranquilla, Buenaventura, Quibdó, Cali, Medellín,
Pasto, Cartagena y Bogotá -por sólo hablar de algunos epicentros urbanos que
pertenecen a la geografía de nuestra nacionalidad-, cuando a sus oídos de
entusiastas, les vuelve nuevamente ese delirio musical que encarnan los
salseros de Ricardo y Bobby, al poder volver a escuchar sus sonidos
bravos del Barrio y del Caribe, en La Zafra, El Diferente, Agúzate, La
Lluvia, Sonido Bestial, Los Fariseos, Ahora vengo yo, Richie's Jala Jala.
Es volver a descubrir esos mitos vivientes que
nuevamente con su arte musical remozado y desbordante, han resignificado
nuevamente la vida cultural de la Salsa como un universal simbólico
perfectamente estructurado, como un todo significativo, valioso, complejo,
singular y profundo; y lo lograron alcanzar con el acontecimiento de la puesta
en escena del concierto en vivo, desde Bayamón, Puerto Rico, el pasado 22 de
julio de
1999.
Pudieron reinventar para la vida de la música,
para su memoria cultural, el sabor perdido que marca a la Salsa del Barrio, con
esa creatividad tan necesaria del barrio en la música popular, jugando en la
actuación musical con el tiempo bravío de la descarga, esa exageración de los
límites que desborda los ánimos y precipita el alma a encontrarse con los
dioses del ocio y la imaginación.
Todas estas obras recuperadas en su esencia, se
lograron gracias, a que existieron previos ensayos antes del maravilloso
concierto, pues los grandes maestros de la música, siempre preparan el adagio
de la fiesta de la improvisación, antes de trazar sus piezas inmortales hacia
ese estado de transportación poética de una estética que sabe cuál es la mágica
polifonía del lenguaje de la Salsa.
De todos modos, lo que logro patentar y
argumentar el Concierto VIP de Ricardo y Bobby para la historia de la cultura
salsera, fue poder retroalimentar esa capacidad de querer “seguir
teniendo el deseo de vivir, de amar y de comprender la vida”, con lo más
representativo de la música salsera y vital como es descargar y resembrar para
la juventud esta musicalidad, transgresora y exultante, con sus letras y
su música, con la misma calidad interpretativa con que sellaron en la historia
dorada del 65 al 75, la marca salsera que siempre se les ha reclamado, a estos
dos boricuas, de ser inmejorables músicos del siglo XX en el Caribe.
Escuchar este trabajo musical, es como volver
sobre el recuerdo de muchas dichas y alegrías bailadas y gozadas en el
infinito de nuestros cuerpos…porque es bailando y cantando con lo todo lo que
es ocio y salsa, ocio y música, ocio y literatura, para poder asir en nuestra
vida, el alma de la música en cada uno de sus estertores, poder tener ese ocio
que traduce en nuestras esencias, en las entrañas viscerales del Barrio, todas
las ganas por seguir existiendo con optimismo a pesar de las dificultades, de
la exclusión y la discriminación.
Poder seguir como comunidades afrolatinas,
enamorados de imposibles que hablen de nuestras fragilidades y nuestros
afectos, precisamente para que como pueblos aprendamos a tener “una clara
visión de la vida” y así, con la música Afrocaribeña de la Salsa, tener en un
para siempre, como en la memoria, con las formas y representaciones de
las esencias de toda la música y la literatura posibles, una esperanza digna y
valiosa porque eso es tener “un sentimiento profundo del ocio”.
Eso es poder ser afrolatinos, afrolatinos y afroamericanos
con fundamento, y eso, es conquistar el alma afrolatina del África que nos
palpita con la música. Poder conquistar nuevamente toda esa “amalgama de
tradiciones que se constituyen para nosotros en una memoria musical”
permanente.
La Salsa y la música de Ricardo y Bobby son una
memoria musical de la que estamos hechos, porque “estamos tejidos por sus
letras, por sus melodías, -por sus polirritmias-, por sus canciones”[10],
precisamente porque “somos también fragmentos de música[s]”[11],
donde confluyen los fraseos de sus obras [particulares, en este caso de las
letras de las obras musicales de Ricardo y Bobby por supuesto, eso es
detectable al leer la novela “Qué viva la música”] como muchos de sus textos,
son como “recuerdos sonoros evocados sin pensarlo, que acercados por la
presencia rutinaria” de sus obras, de sus discos, y que en su momento, eran
acetatos de 45 r.p.m. o de 33 r.p.m., y que en su tiempo nos educaron para la
noche y para la vida hasta hacernos seres de esa cultura inmigrante,
empoderados de una resistencia cultural, y que es en últimas, de lo
que “estamos hechos” finalmente, como seres humanos, como ciudadanos urbanos,
como seres con una memoria que está hecha con mucha música exquisita y
vibrante. Nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro pensamiento resistente.
La Salsa, es esencia rítmica.
Estamos hechos de sus sonoridades, estamos
hechos de esas memorias, que se constituyen en “un depósito de sonoridades, en
un refugio de melodías que encuentran en el corazón [–en nuestros corazones por
supuesto, los corazones de las comunidades Salseras-] un lugar para el
sentimiento y en el cerebro un lugar para el recuerdo”[12]como
hermosamente lo ha afirmado y consignado en el libro “La Salsa en Cali”, el
lingüista, antropólogo, investigador y profesor de la Universidad del
Valle, Alejandro Ulloa Sanmiguel[13].
Estamos entonces, permeados por su arte
musical. Estamos atravesados por la esencia de su música y su literatura.
Estamos embriagados porque esta música que “sigue siendo específicamente,
aquel género[14] musical
bailable que alegra el corazón cuando hay necesidad de explotarlo, de
llenarlo con un poco de locura”[15],
es la música que ha creado con sus imaginarios, la fuerza de nuestra identidad
porque “la Salsa se dirá que es un tipo de música fundada por encima de todo
sobre la alegría y que es eso lo que la hace atractiva y grandiosa. Se dirá que
su esencia rítmica la determina para comunicar la alegría, la felicidad y la
sabrosura. Es cierto que en la Salsa todo parece girar dentro de ese contexto
referencial y elemento esencial, en donde defienden lo suyo los avatares
del alma”[16].
“La Salsa –afirma, Rafael Quintero, en otro
aparte-, se ha convertido en un condimento insustituible para el goce que nos
despierta incontrolables deseos de bailar. El gesto espiritual del ser humano,
y por una elección de los organizadores del espectáculo y del negocio de la
Salsa, aparece reducido a la manifestación de la alegría, como si esta música
nos redujese todo hasta allí. Pero el alma que ella puede abarcar no
podía ser tan pequeña, ni tan estrecha de matices y de vibraciones del corazón.
Por la Salsa que hemos disfrutado ha pasado el romanticismo, la dulzura, la
pasión, lo infantil, la frescura que siempre trae la libertad, la nostalgia,
etc. Todo representado en el lenguaje puro y ambiguo de la música frente al
gesto, sin descargarle el peso de su significación a las letras. La sonoridad
de la Salsa ha delatado las pasiones y los sentimientos en la canción”[17].
Los cantos liberadores de
Bobby y los clímax musicales de Richie.
Sin creer pues en absolutismos ni en ligerezas,
tenemos la certeza de ver, observar, oír y escuchar en la obra de Ricardo Ray y
Bobby Cruz que todas estas consideraciones tanto de Alejandro y Rafael suceden y se encuentran en la complejidad armónica, melódica que tienen sus piezas musicales.
Hay que prestar atención con cada uno de estos
argumentos recogidos en este texto de variaciones, pues ese nexo descubierto
obedece a la enorme relación que hay de estos presupuestos, acerca de cada uno
de los motivos y elementos que desarrolla culturalmente la música y la
literatura de Ricardo y Bobby, pues son postulados perfectamente
demostrables.
Nos encontramos, no frente a un pequeño tejido de supuestos teóricos y críticos sino más bien, frente a un gran número de consideraciones y escrituras que se deslindan desde la multidisciplinariedad, sobre el trabajo musical de uno de los sonidos salseros más exigentes y estructurados de todo el movimiento cultural de la Salsa.
Nos encontramos, no frente a un pequeño tejido de supuestos teóricos y críticos sino más bien, frente a un gran número de consideraciones y escrituras que se deslindan desde la multidisciplinariedad, sobre el trabajo musical de uno de los sonidos salseros más exigentes y estructurados de todo el movimiento cultural de la Salsa.
Podíamos además, preguntarnos en torno a la obra
musical de Ricardo y Bobby: quién no verbalizó, —en ese consumo masivo y como
parte de esa recepción social de la Cultura Salsera, en la radio popular de la
época—, desde su niño interior, ese juego infantil que en sus versos
cantaba: Tín Marín Dos Quién fue, Cucará, Macará, títere fue, en el tema Tín
Marín?
Quién no puso en evidencia el desgarramiento del
amor juvenil y adulto cuando éste, entra en ese proceso de transición y
transformación, como es el momento del desamor, o en el que aparece el
desencanto que producen los aplazamientos del amor rogado, quién no
cantó: Si te contarán, ese verso de boleros eternos, del ya inmortal
Félix Reina o quién no vivió como propio, la historia sin final feliz de la
composición Qué se rían, Señora de Joan-Manuel Serrat, o el tango
salseado El día que me quieras, o el soulsalsoso de No Tín pena, con la voz de
Viki Vimari y Bobby, o el hermoso tema: A mí manera de Paul Anka-Claude
Fracois-Jules Revaud-Jacques Abel/Thibaut Pilles/Chysallis Standards inc./
Eddie Barclay Editions /Jeune Musique Editions, con la voz de Bobby que desnuda
ese tejido idílico del amor adolescente que al interpretar estas letras,
conmueve intensamente porque también ha vivido “lo trágico en la vida y la
incapacidad que ella (la Salsa) parece tener para hacer manifiestos los estados
del alma que allí [en esos cantos] se encierran”[18],
estados que la música en tiempo de bolero atiza y matiza, estados que entran en
un juego de tamices de la memoria, cuando vuelven a vivirse y sentirse al
escucharse, estos versos nuevamente: “El fin/ pronto vendrá,/ realizaré/ mi
última escena,/ mi vida/ un acto fue,/ que presenté/ por donde quiera,/ más no
hubo/ no hubo falsedad en mí actuación,/ que yo supiera/ Mi vida/ la viví,/ a
mí manera./Sí alguien/ ofendí/a la verdad/no me arrepiento/pues yo/yo que sentí
amor/sentí profundos/sentimientos/ y tuve,/ tuve que expresar/ lo que mi alma/
me dijera/y al fin/ cargué mi cruz,/ a mí manera/ pues en esta vida/ hay que
luchar [en este momento comienza un pequeño remix, como un bis, que canta
el coro celestial, total y masivo con Ricardo cantando y haciendo el coro
que acompaña a Bobby por supuesto, -al lado de las voces de Ana María Perera,
Pedro Brull y Oswaldo Román-, le rompen el aliento a más de 15.000 almas
puertorriqueñas, que unidas, alientan al oyente a sumarse al sensible canto] sin
escuchar/ a los demás/hay que querer/también odiar/y recordar/hay que
olvidar/yo así viví/y siempre fui/a mí maneraaaaa/yo tuve/ mi diversión/tuve
también mil decepciones/y ahora/ahora que miro atrás/halló graciosos mis
errores/pensar/que hice de todo/y que viví/mi vida entera/y no/ como los
demás/sino a mí manera/[entre las bambalinas se escucha una voz que dice: ahora
todos] pues en esta vida/hay que luchar/sin escuchar a los demás/hay que
querer/también odiar/y recordar/hay que olvidar/ yo así viví/ y siempre fui a
mí manera/yo siempre fui a mí manera”, todo un canto liberador que
alcanza en sus espacios de mediación, altas temperaturas de clímax y de
transferencia contemplativa.
Son estos, los momentos musicales,
cruciales como el de un tema, como A mí manera, donde la alta expresión
literaria alcanza ciertos clímax definitivos en la interpretación, con una
balada en métrica de bolero-salsero, que en el trabajo de Ricardo y
Bobby, “en un piano, una voz, un sonido bestial”, se logra descubrir un alto
lirismo definitivo para la música popular.
Son las partituras musicales con carne y con
alma, donde el dolor de la experiencia de la vida, se encuentra con los lienzos
de la pasión o en los principios de la desmesura de las realidades
contradictorias, de esas juventudes duraderas e infinitas que portan las almas
sibaritas, que viven en el tejido sinuoso del amor y de la vida al escuchar a
Ricardo y Bobby, armonías entrelazadas en una obra mayor que traducen al
castellano, luego que Simon and Garfunkel, en un concierto en el Parque Central
lo habían interpretado y popularizado desde Nueva York.
Son los momentos donde en esos diminutos surcos,
se escriben las pequeñas historias de la vida del Caribe urbano y
rural, -como algún día, en los
micrófonos de la Emisora Javeriana de Bogotá, en el programa “Caribe y
Sol”, el Comunicador Social Moncho Viñas[19],
el salsero dotado del Barrio Boston de Barranquilla, argumentó- “que
ahí, en esas pastas de vinilo, en los viejos long-play, en esos pequeños
tres minutos se quedaban consignadas, las pequeñas historias intensas del amor
y de la vida”, que eran las de todos nosotros, donde precisamente se escribían
las pequeñas tragedias particulares y reveladoras, que tejían en nuestro
inconsciente, las proyecciones de los otros inconscientes comunes que todo ser
humano posee, la pasión y la intimidad redentoras del ser.
Son partituras musicales salvadas y grabadas, en
esos surcos donde se dejan plasmadas las esperanzas, pues son, en esos pequeños
tres minutos donde sin lugar a dudas, se abrían y se cerraban las puertas
del alma, hasta que no volvieran a sonar, por esos mismos surcos, con
otras agujas o rayos láser, para los mismos sentimientos de otros seres,
con otras complejas historias de la misma e infinita, historia del
amor y de la vida en el mundo de siempre donde moramos con música.
Los ministerios yorubas y
protestantes de Richie y Bobby.
Hoy, en estos tiempos de las nuevas tecnologías
digitales, con la lectura del rayo láser, ese elemento mediático, es el lugar
intermedio de mediación, que nos sirve para que conozcamos el trabajo musical
que tienen los artistas de la Salsa, para que podamos hacer interpretar una y
otra vez, que creadores musicales como Ricardo y Bobby, logren crear nuevos
lugares culturales para el imaginario simbólico del mundo.
Esta música, da lugar a la creación de nuevos
espacios de comunicación, verdaderos lugares post-modernos para la eterna
transvaloración significante de los objetos de arte y de consumo,
hipertextos que ya no son surcos porque las Tics, los han globalizado y
transformado, en nuevos planos de múltiples ventanas dentro de DVDs, que
también pueden ser CD-DVDs.
Del surco de los tres minutos de historia, en el
acetato efímero, hoy, el Internet los ha transformado, en formato WAVE (Onda),
lo que va a provocar a más usuarios a rebuscarlo, como ha sucedido con las
obras musicales de Ricardo y Bobby, y en especial, con este maravilloso trabajo
musical, que estará en la Internet como www.ricardoray&bobbycruz.com
Estamos de verdad, conmovidos por el retorno de
estos dos vanguardistas del sonido de la Salsa, dos “dinosaurios de la música
del Caribe” que fueron rechazados en un momento crucial de sus vidas por su
trabajo de “evangelización”, por haber “promocionado el nuevo Ricardo…”, “un
desconocido” que a través de su “Iglesia en Miami y patrocinado por Alfa y
Omega inc.; Reniega y quiere desvirtuar su obra musical de su ÉPOCA DE ORO,
entre 1965 y 1975, muy especialmente lo relacionado con LA POESÍA AFROCUBANA,
en su repertorio más clásico, cuando fue uno de los aportes más
trascendentales! A LA HISTORIA DE LA Crónica Musical del Caribe
Urbano. Porque no se trata de: “YO SOY LA SALVACIÓN” sino de: “AGUZATE QUE
TE ESTÁN VELANDO” ¡¡VIVA EL SENTIMIENTO AFROCUBANO!! LA AGRESIVIDAD DEL PIANO
DE RICARDO Y LA DESESPERACIÓN VOCAL DEL BOBBY NOS HACEN FALTA.!!! ¡¡QUE el “FANTASMA” DE ANDRÉS CAICEDO NOS
PROTEJA DE SU SALSA EVANGELIZADORA!”,[20] son
duras palabras calificadoras, de lo que debía ser una historia y una realidad
musical y social. Pero, estas palabras desconocedoras tampoco pudieron
detener el enjoy como la fuerza de la creatividad que estaban viviendo estos
dos virtuosos, por más de veinticuatro años.
Dizque “por fuera de la salsa oficial”, con más
de tres despedidas y retornos publicitarios en ese lapso. Lo que explica que
jamás se habían salido, sólo que las rutas y los caminos, los habían bifurcado
a ambos músicos, en un inmenso monte espiritual, con bosques interiores, donde
el ser creativo que ha deandado en la religión, tiene el derecho de reescribir
sus propias búsquedas, como lo hizo históricamente, el teólogo Calvino,
al crear una nueva interpretación de la historia de Jesús.
Historia que por demás, Ray & Cruz
habían reescrito, con anterioridad desde la Afrosantería, durante una década en
su obra musical como ya lo han testimoniado los trabajos especializados de:
·
Isabel Castellanos C. en una publicación que
data de 1980, en el estudio: “Elegguá quiere tambo –Cosmovisión religiosa afrocubana
en las canciones populares-”, una de las más representativas aproximaciones
sobre la modernidad de la afrocubanidad en la música popular.
·
La profundidad en la investigación y en el
análisis cultural de Alejandro Ulloa en el capítulo 4, Primer tiempo: la
Arqueología, en el trabajo “El Cancionero Afroide”, en “Las siete potencias”,
en “El aporte africano: entre la plantación esclavista y el barracón
azucarero”, en “Mutación y sincretismo”, en “La Arqueología: asimilación
creativa”.
·
La labor de Alfonso Nieto en el trabajo musical
investigativo “La poesía Afrocubana en las Canciones de Ricardo Ray & Bobby
Cruz” –profunda Etnomusicología antropológica desde la religiosidad afro.
·
Y las disertaciones de Luis Carlos Muñoz
Sarmiento, en la serie La Música y la Literatura, [experiencia o caso]
Andrés Caicedo y “Qué viva la Música”, cuatro audiciones-conferencia
sobre “Andrés Caicedo y la Salsa”, publicado por Ediciones Semper. Trabajos que
vamos a retomar en la elaboración de la variación de la Afrocubanía de la
música de Ricardo y Bobby.
Sin embargo, las palabras de Gary Domínguez
sobre las músicas de evangelización, son palabras muy sinceras, crudas y
fuertes que denotan la rebelde y joven impulsividad de un fanatismo
desbordado, que hasta ese momento reclamaba consecuencia con la obra
desarrollada por ellos mismos, Ricardo y Bobby.
Una gran obra musical marcada por el profundo
afrocubanismo de sus letras, que es muy diferente, pero, que en
profundidad tiene una semejanza marcada por la religiosidad y el proselitismo
llevado a cabo cuando inauguraron el ministerio del evangelio cristiano en La
Casa del Joven o Casa de la Alabanza, desde donde cada uno persevera en la fe,
luego de recibir la preparación ministerial del evangelista Niky Cruz.
La diferencia está, entre las fronteras que
trazan las ancestrales cosmovisiones yorubas abiertas al gusto libre de los
escuchas y en los manejos del poder religioso superestructurado del
establecimiento protestante.
Las
fiestas de bembé, músicas vivas.
Estas experiencias sociales de crítica muy
sesgada y extremista, nos enseñan que no podemos cortar la historia de un
artista de un tajo y que la historia de unas vidas siempre es compleja e irreductible,
pues la vida cultural de cualquier artista, está mediada por los imprintings
culturales de sus genes ancestrales dominantes, en un juego de interactividad
permanente con las sociedades, con las audiencias musicales y con sus públicos
como con su intimidad espiritual.
Richie Viera, el productor y animador del
programa radial Salsa de la Mata a través de WSAN-FM (98.9 FM Vieques-Culebra)
nos cuenta, en la Biografía de Richie Ray & Bobby Cruz, que desde el 21 de
julio de 1975, hasta 1999, durante más de 24 años han grabado cerca de 50
producciones musicales cristianas, llevando el mensaje del evangelio.
Hoy, recordamos que muchas de estas
manifestaciones críticas y consecuentes, nos revelaban todo un imprinting
cultural que defendía y demandaba que estas mismas músicas salseras, como las
inventadas y tratadas por la Salsa Dura del Barrio, dejaron impresionantes
impactos sociales en nuestra vida diaria, pues habían creado para muchos
de nosotros, huellas inconscientes imborrables con sus cantos, porque la
Afrocubanía y los Bembés realizados en el Sonido Bestial, en El Abakuá,
en Agallú, Babalú, Cabo E, Agayú “San Miguel”, Lo Altare lo arache, Yenyeré,
Cha chá Huele Changó, A jugar bembé, Agúzate, Baba coroco, Guaguancó
Raro, Adasa, Ae Cumayé, Iqui con iqui, Motiagua, Wakamba, Yare Changó,
Bembé en casa de pinki, son temas y momentos donde los afroritmos como la
religiosidad están vivamente unidos, y hacen parte de una transculturación que
reimplantó costumbres y fiestas a su manera, y porque en su momento histórico
también permitieron que los esclavizados pudieran divertirse y mezclarse entre
las distintas tribus y crecer como cultura y como humanidad dentro de los
Cabildos de Nación, -esos espacios de reunión étnica donde la nació la mutualidad, la resilencia humana afrodescendiente- donde se llevan a cabo dichas representaciones simbólicas
primordiales de los pueblos milenarios y que reinventaron sus culturas desde la resistencia cultural.
En estos cantos, como “En las canciones
populares, aparecen las divinidades, las creencias y las prácticas de los
principales cultos afrocubanos, toda la cosmovisión afrocubana, como productos
y elementos importantísimos de la cultura híbrida, mezcla sincrética de lo
africano y lo español, que en su forma y en su contenido han trascendido los
límites de la isla de Cuba y han influido en la conformación de ciertas
manifestaciones musicales latinoamericanas (como la “Salsa” de
Richie Ray, por ejemplo) e incluso, completando el círculo, en la música
contemporánea africana” argumenta Isabel Castellanos.
Estos cantos, son verdaderas fiestas de bembés,
que antes renacieron en los barracones y en los cabildos porque desarrollaban
en las comunidades afrocaribeñas, su instinto rítmico y musical pues era algo
que llevaban muy adentro y que al ser retomadas por Ricardo y Bobby como
fiestas de bembé, rehacen el sincretismo cuando componen sus
cantos, les ponen igualmente a los santos africanos, los nombres de los
santos católicos, o mantienen las palabras originales de los dioses africanos u
[“Orishas/oricha, Dios menor, ser sobrenatural distinto del Dios Supremo/Olófi:
el que lo sabe todo, el que lo ve todo y no desea cosa alguna…el santo más
viejo y más grande, que no tiene trato con nadie, que hizo el mundo, los
santos, los hombres, los animales y que delegó en Obbatalá, como su heredero
sobre todo lo existente./ Los Orishas, son los santos, las divinidades, los
espíritus del Bien, son el espíritu del Eleddá o guía espiritual de la persona
creyente, un espíritu vivo, capaz de hacer acciones y cosas por su hijo
de santo. Se le pone un Orisha o se le asienta a un hijo, sí se hace merecedor
y Dios a través de la consulta o registro del Tablero de Ifá de Orula o con los caracoles
en el Diloggún, -estos dos, son
sistemas adivinatorios que dan su consentimiento y permiso a través
del Babalao/Babalawó-. Al santo se le llama y se trata con él, como sí se
tratara con otra persona. Ellos, los Orishas son santos porque recibieron la
bendición y el aché de Olófi. Nosotros los Afrosanteros, no hacemos los Orishas
o santos, nadie puede hacer de un espíritu o de un viviente un santo; el único
que hace el santo es Olófi, Dios. Los Orishas fueron como nosotros, fueron obas
o reyes que ganaron u obtuvieron el aché de Olófi. Ya muertos, son espíritus
que nos protegen. Ellos están más cerca de Olófi que nosotros. Ellos saben
todas las cosas de la vida y tienen poder celestial para resolver cuando
quieren”, -son las explicaciones que da en “Lengua de Santeros, Guiné
Gongorí-”, 1956].
Una característica de Ricardo y Bobby, es que
los temas llevan y mantienen en las letras yorubas, unas esencias ancestrales
que traducen todos los rituales, generando los espacios permisibles entre lo
sacro y lo profano, lo que es irremediable y va a posibilitar que se
puedan difundir de forma extensa dentro de las barriadas de Cali, tanto del
pueblo-pueblo, como en las clases medias y altas, estos cultos afroreligiosos
mucho tiempo después.
Igual va a pasar en Buenaventura y en
Barranquilla con estas manifestaciones sacras y de bembé de la Afrosantería.
Los bembé son verdaderas fiestas, donde se
tocaban tumbas, tambores, cajones, mesas, maderas, claves, cencerros donde se
ejecutaban bailes y cantos, etc., buscando en cualquier posibilidad el ritmo y
la música para poder comunicarse con los Orishas.
Eran fiestas de una gran envergadura, donde los
tamboreros hacían hablar a los tambores, llevando sus interpretaciones a unos
ritmos muy difíciles de describir, por parte de los neófitos. Estas fiestas de
bembé, son manifestaciones socioculturales yorubas que tuvieron su
desarrollo artístico en el Caribe mediterráneo y trascendieron por “su
fundamental influencia cultural que sobre nosotros la ejercieron a través de su
religión, de imaginación, vitalidad y colorido deslumbrantes. Su panteón de
deidades u Orishas no sólo no cesa de interesar a los estudiosos, sino que
sigue vivo e influyente” dice Natalia Bolívar como lo corroboramos permanente
no sólo en la obra trascendental de Richie y Bobby sino en muchísimas más obras
literarias y musicales de la afrolatinidad.
“Es de todos sabido la alta influencia africana
en esta música, -la Salsa-, que no sólo es el de un
aporte rítmico-musical, sino, que también involucra de forma muy notoria y
especialmente en sus letras, aspectos cosmogónicos del negro en América. (Diríamos
del Afroamericano). De ahí, surge la idea de buscar la mayor información
posible, acerca de la manifestación ritual-profana, [presente] en las muchas
canciones, que en ritmo de “Salsa” se expresan por doquier” sostiene Alfonso
Nieto, en sus investigaciones musicales sobre las canciones de Richie &
Bobby.
Retomando, estas fiestas de bembé, como músicas
vivas, permitían el florecimiento de unas lenguas tribales acrisoladas y
reunidas en el lenguaje dominante mayor, el yoruba, lengua donde ofrendaban con
su escritura y su composición, honores a las deidades afrocaribeñas, con una
resignificación cultural válida en Nueva York, en San Juan, en la Habana,
en Santiago, en Dominicana, en Ponce, en Cali, en California, como en el
Dahomey o en cualquier lugar del mundo cultural y religioso
Afrocaribeño.
En Colombia, estas manifestaciones de profunda
defensa de los valores socioculturales de la Salsa Afrocubana de Ricardo y
Bobby tuvieron no sólo a Gary Domínguez, también a Andrés Caicedo Estela, a
Rafael Quintero, a Alejandro Ulloa, a Medardo Arias y a Umberto Valverde, a
Alfonso Nieto, Isabel Castellanos y a Luis Carlos Muñoz Sarmiento como sus
principales mentores y críticos.
Pero, el primero que cuajó una obra literaria
monumental sobre esa Afrocubanía Salsera, que lo va a “realizar, a través de su
narrativa, como de las más originales y renovadoras dentro de la nueva
literatura colombiana”, es y lo hace, es Andrés Caicedo en “Qué viva la
música!”, una hermosa y descarnada novela de 191 páginas que fue publicada por
el Instituto Colombiano de Cultura, en el mes de febrero de 1977, y editada en
los talleres de IMPRESA LTDA.
En esta escritura novelada de múltiples historias, quedó inscrita la música como la elección afortunada para toda la desesperación creadora de una generación marcadamente existencial que aprendió “la música de palmoteos y saltos y chillidos que entonaron los muchachos” de las barridas caleñas, pues aprendió que “una noche que siempre llega así, siempre excepcional. Tal costumbre tiene que implicar locura. Por eso somos como somos”, ¿quiénes sino como sólo son los caleños, los Afropacíficos, los Afrocaribeños o los Afrolatinoamericanos salseros cuando de vivir, sentir y gozar la música se trata?
En esta escritura novelada de múltiples historias, quedó inscrita la música como la elección afortunada para toda la desesperación creadora de una generación marcadamente existencial que aprendió “la música de palmoteos y saltos y chillidos que entonaron los muchachos” de las barridas caleñas, pues aprendió que “una noche que siempre llega así, siempre excepcional. Tal costumbre tiene que implicar locura. Por eso somos como somos”, ¿quiénes sino como sólo son los caleños, los Afropacíficos, los Afrocaribeños o los Afrolatinoamericanos salseros cuando de vivir, sentir y gozar la música se trata?
En el caso de Mariángela, como en el de muchas
mujeres de la época, les sucedió como lo hace notar la novela: “Ya te
tocó tu sombra y ahora vendrá la música”, porque “yo lo que quiero es música”
-decía suplicante, uno de sus tantos personajes como lo es Mariángela, -la
primera siempre, la que más sabía de “músicos y canciones, en inglés” como
efectivamente, lo referencia Luis Carlos Muñoz Sarmiento en uno de sus apartes,
en la conferencia, “Qué viva la música: la música y demás personajes”.
Mariángela, es un personaje paralelo, gemelo,
que posee una fuerza narrativa definitiva para la novela porque hace parte de
la configuración de un personaje antítesis del personaje central de esa
escritura pulsionada que va definir la novela junto a la importancia
representativa de la música y en especial de la Salsa frente al incipiente y
arrasador Rock norteño dentro del contexto sociocultural de la ciudad, donde
escenifica y se representa la historia de la novela.
En la novela, podemos encontrar numerosas
referencias y defensas de la obra novedosa y significativa de Ricardo Ray and
Bobby Cruz.
A través de su narrativa, Andrés Caicedo frente al sonido musical de Ray & Cruz, deja el testimonio no sólo de una conversación que se da entre Rubén, Salvador y Baro, el 26 de diciembre de 1969, en la ciudad de Cali, haciendo la fila antes de entrar para asistir al Concierto de los dos artistas preferidos:
A través de su narrativa, Andrés Caicedo frente al sonido musical de Ray & Cruz, deja el testimonio no sólo de una conversación que se da entre Rubén, Salvador y Baro, el 26 de diciembre de 1969, en la ciudad de Cali, haciendo la fila antes de entrar para asistir al Concierto de los dos artistas preferidos:
[“Oigan esa Salsa,
díganme si no es la sucursal del cielo”, “nos vidrios” les dijeron a los
muchachos de al lado, agúzense”. “Él (Rubén) comenzaba a habitar un mundo
aledaño, con otras leyes, con misteriosas causas, y se permitió cerrar los ojos
un momentito más y se imaginó la orquesta, la Gran Orquesta de Ricardo
Ray”…y entonces se encontraron frente a la orquesta pero separados por un mar
de cabezas saltando al son de las lomas… “Bastó esa primera visión repentina
para saber que ya estaba integrado al extremo más furioso de los colores, al
lado más vistoso de un mundo que recién se le desplegaba”. “Maravilla de tener los sentidos todos
aguzados, dispuestos a florecer ante un embate de trompetas. Maravilla de
reconocerse en un estado de adormecimiento, de agobiante fofa espera, anterior
a esta entrada, a este empalme de luces y de voces que te dicen: “Agúzate que
te están velando”. “Maravilla de sabor, abría la boca y se envolvía en sus
perfumes, propios únicamente de la dicha primera y del estado más profundo de
los sueños”. “Maravilla de tumbao, de que a cada paso de miles de personas el
suelo amenazara con hundirse, el techo con venirse, castigo de Dios por tanta
alegría junta”. “Maravilla de saberse muchachito Corvarán, y tieso y respondón,
cuando oía cantar: “Que uno tiene que
estar mosca por donde quiera”, y dócil al mensaje de la rabia, con las
siete potencias atrás. “Maravilla (aunque ya no tanto) de no poder soportar la
idea de estar aún tan lejos de la orquesta, cuero, ¡cuero y agita collazos!
Maravilla multicolor de todas las camisas, colores encendidos por el sudor del
alma, mientras avanzaba solo entre un mar de parejas…borrosos trazos de caras
sedientas de aguardiente de la caña dulce, del beso robado por culpa de la
descarga… alcahuetiado y luego concedido con dulzura doble, porque con esta
música es que la gente se para, sambumbia,
espíritus, agitados de todas las razas, la china, la india, la castellana, la
gloriosa negramenta, ¿dónde está lo mío? Chorro de humo, agresión de todos los
cuerpos, borrachera de tumbadora, un solo júbilo inmenso,…Lo ayudó el arroyo
bueno del piano, le dio impulso y delgadez a su cuerpo y así podía escurrirse,
avanzar mucho más rápido, oye que yo tengo un santo y es con Richie namá, pon
cuidado que una voz siempre me dice, con la tracamanada de cueros fue avanzar
en saltos, las parejas lo tomarían por un bailador loco, agitado más por la
fiebre que por el ritmo”][21] sino
que también testimonia en esa escritura de estos largos párrafos, una profunda
literatura intimista, desgarradora, que pareciera que se persigue así misma, en
medio de un gran laberinto de búsquedas y de encuentros donde sólo, la soledad
de toda esa angustia creativa, da rienda suelta a una pasión incontrolable por
la música, que no pasa de largo por el estrecho precipicio de los estados
interiores del personaje de Rubén, del narrador y el escritor.
Nos encontramos con esas “realidades simbólicas” de
las que hablaba Richard Rhodes[22],
“en las que sinuosamente se descubren, las máscaras de los hombres y sus
estructuras profundas”, donde el escritor joven, busca que todas esas cosas literarias
de la vida, a pesar de que sean un enredo sin solución, por lo menos
encuentren, un significado interno que devela lo que está, tras el contenido de
un escrito como la novela y los fragmentos escogidos, que nos muestran el
espacio de redención, en el que la escritura de Andrés Caicedo, se
desdobla, en medio de una lucha permanente con un paradigma cristiano por la
senda expuesta y visible del afrocubanismo de la obra musical de Richie y
Bobby, como una respuesta creativa a ese profundo e indeterminado problema de
identidad, porque una sensibilidad con semejante experiencia compleja y
profunda, ve amenazada por las continuas depresiones de su experiencia de vida
y es entonces, cuando decide hacerlo, descubriendo esa pasión por la música
Salsa, y la escribe, y como decía Franz Kafka, decide “escribir en una forma
decisiva, porque escribir es el intento de construir un mundo que a uno se le
está deshaciendo de entre las manos”. Ese es el
trabajo
de la literatura, el trabajo de reconstruir el mundo, volverlo a hacer
con el fin de buscar una identidad, es el drama de la identidad en la escritura
y de la identidad buscada. La escritura es el drama de la búsqueda de identidad
y al mismo tiempo, son los procesos por entender cuáles son los dramas de
nuestra propia vida”[23].
Inmersión y evocación
simbólica del afrocubanismo.
Los collares de santo son los conocidos Elekes.
La ceremonia de entrega debe ser realizada por la madrina que dispondrá de una
estera en la cual el neófito se arrodillara e ira recibiendo los elekes
y luego, uno a uno los deberá recoger con su dedo meñique en señal de
respeto. Todos los Elekes deben haber “comido” anteriormente en rituales
definidos por el sistema de Ifá o del Diloggún. En esta oportunidad, podemos
observar el de Elegguá, Obatalá, Oshun Guere, Yemayá y Shangó Cabio Sile.
En otro aparte literario, hermoso y delirante creado por Andrés, el personaje de la Siempreviva, María del Carmen Huerta, la Mona de toda la novela, elabora un intenso monólogo, que abre la pretensión autobiográfica de una escritura literaria con la música de su tiempo y de su ciudad, con un biografema que dice: “Música que me conoces, música que me alientas, que me abanicas, o me cobijas, el pacto está sellado. Yo soy tú difusión, la que abre las puertas e instala el paso, la que transmite por los valles la noticia de tú unión y tu anormal alegría, la mensajera de los pies ligeros, la que no descansa, la de la misión terrible, recógeme en tus brazos cuando llegue la hora de las debilidades, escóndeme, encuéntrame refugio hasta que yo me recupere, tráeme ritmos nuevos para mi convalecencia, preséntame a la calle con fuerzas renovadas en una tarde de un collar de colores, y que mis aires confundan”.
En otro aparte literario, hermoso y delirante creado por Andrés, el personaje de la Siempreviva, María del Carmen Huerta, la Mona de toda la novela, elabora un intenso monólogo, que abre la pretensión autobiográfica de una escritura literaria con la música de su tiempo y de su ciudad, con un biografema que dice: “Música que me conoces, música que me alientas, que me abanicas, o me cobijas, el pacto está sellado. Yo soy tú difusión, la que abre las puertas e instala el paso, la que transmite por los valles la noticia de tú unión y tu anormal alegría, la mensajera de los pies ligeros, la que no descansa, la de la misión terrible, recógeme en tus brazos cuando llegue la hora de las debilidades, escóndeme, encuéntrame refugio hasta que yo me recupere, tráeme ritmos nuevos para mi convalecencia, preséntame a la calle con fuerzas renovadas en una tarde de un collar de colores, y que mis aires confundan”.
En estos dos esbozos anteriores, podemos
descubrir como la música, es uno de los paradigmas literarios de la vida, de
unas comunidades como las de la ciudad de Cali u otras ciudades
latinoamericanas, donde ellas viven intensamente la música Salsa y a su vez,
con la de uno de los exponentes más preclaros de ella, como es la obra representativa
de Ricardo y Bobby.
Las viven en sus contextos diarios, en sus
hablas, en sus recuerdos, en sus palabras, en sus paredes, en sus vestimentas,
en sus traducciones de la vida como en sus construcciones imaginarias, con la
realidad musical, que es lo evidentemente, legible como medio y como fin y como
mediación existenciaria de sus vidas y sus espiritualidades.
De ahí, su alcance histórico, la inmersión del
lenguaje simbólico afrocubano, en la vida de los personajes de la novela, lo
que da para reconocer el sentido del tiempo, sus habitus esenciales del
escucha de radio y del bailador, sus imprintings transculturales de la
religiosidad afro, el contexto de vivir la fiesta y el tambor, sus
observaciones fundadas, su exactitud con que escudriña en la profundidad de las
vivencias de sus personajes, -así se diga que hay que tener mucha frialdad al
respecto de la construcción de una escritura novelada, porque cuando uno se
sienta ante la máquina, la distancia se produce naturalmente-, como lo afirma,
Tracy Kidder en una conversación con Norman Sims.
En muchos otros espacios literarios de la
novela, Andrés se recrea con la obra literaria y musical de Ricardo y Bobby,
vamos a releerlo, porque esa es una actitud que debemos recobrar con esta
escritura poética de Caicedo en “Qué viva la música”.
En muchas oportunidades, el habitar de los
versos yorubas que está presente en los cantos de Ricardo y Bobby, entran en la
escena significante de la letra viva de la novela, “yo tengo un santo”, “ayúdame
Adasa, dame tu bendición”, “tres versos de Babalú, la canción que más le había
gustado”, “Esta angustia que me dice: agáchate, que te están tirando, pero
Babalú conmigo anda y yo traigo saoco y tú lo verás, Obbatalá, Obbatalá, cabeza
de los demás”, “El abacuá, cuando sale del cumbá, atendiendo la señal”, “El
amor de Adasa quedó en mi corazón. Eché candela rumbo al Sur salvaje, en donde
se escucha mi canción”, “el encame del moruá”, “saludando a todo aquel qués
abacuá”, “a mí los santos me libran de todas las cosas”, “protegernos a todos
con el trabajo de Babalú, llamo a Babalú y él viene pacá. Babalú conmigo anda”,
“sambumbia”, son pasajes y versos retomados en la escritura de la
novela como dosis alternativas de afroreligiosidad frente al desespero
desbordante de unas vidas dislocadas -en medio de una sociedad excluyente
y reacia a esas manifestaciones mágicas como es, la caleña- como igual lo
va a hacer frente a las existencias que alcanzaron a vivir muchos
personajes de la novela y el mismo escritor “porque
con esta música es que la gente se para, sambumbia, espíritus, agitados de
todas las razas, la china, la india, la castellana, la gloriosa negramenta”,
a todos los impregna su fuerza rítmica, su descomunal frenesí, su
descarga espiritual.
Son textos donde es visible y palpable la
Afrocubanía y como argumenta Luís Carlos Muñoz Sarmiento: “su letra es
citada varias veces [le dan ritmo] a lo narrado,… describen hábilmente lo que
sucede con lo que canta,…y sus partes identificables corresponden a un discurso
muy concreto, como las demás canciones de Ray & Cruz donde se EVOCA a los
Dioses o Santos de la mitología afrocubana. (El Abakuá (es un miembro) de una secta o sociedad cubana conformada
por los negros Carabalí, provenientes del viejo Calabar en África, considerados
en parte sudaneses y en parte semibantú)”.
En la obra de Caicedo Estela, hay una especial
defensa de la música de Ricardo y Bobby, frente a una música que se hacía en
los estudios de las casas fonográficas de discos Fuentes y Codiscos, en la
ciudad de Medellín, donde se asimilaba el sonido de la música de la
anteriormente llamada Costa Atlántica colombiana [hoy Costa Caribe]
y se la transportaba musicalmente a un sonido populachero que se le
atravesaba en lo musical a la métrica caribe y de manera práctica, se recreaba
a su manera con un sonido que se conoció como el sonido paisa raspacañilla, o
lo que el escritor da a conocer sencillamente como “el sonido paisa”, un sonido
que los salseros no respetan y rechazan, un sonido que no tiene la clave del
tres por dos ni del dos por tres del guaguancó y que sin embargo, a costa de
repetirla muchísimas veces en la radio popular colombiana, su sonoridad
es pegachenta o se memoriza así de fácil y rentable.
Hay un momento que es bien definitivo para
la obra literaria de la novela comentada, donde el escritor caleño, en su saga
imbrinca en el diálogo interior de un largo fragmento, el ser rumbero de Rubén
luego de recordar tres mochitos de un bolero, “fue piedra rodando sobre sí misma, madero de nave que naufragó, álma
doliente vagando a solas” y después de hacer fugaces amistades salsómanas,
él esperaba en vano el regreso de su Richie Ray, “desentrañó los motivos de clase que produjeron el bloqueo a la gran
orquesta”.
-Aquí es necesario recordar que hace aparición
el narrador omnipresente y omnisciente que formula comentarios salseros que se
entremezclan con textos de la canción “El Diferente” para seguir narrando y
elaborando espacios críticos que refutan la murmuración y las habladurías que
se hacían sobre Richie y Bobby-.
Decía: “Y
en Nueva York se le fueron encima, judíos y Titospuentes, por motivos de
calidad musical y cualidad sexual. Y porque ellos nunca renunciaron al
frenterismo como la única manera de ser y relacionarse. Bobby Cruz ya estaba
cansado de azotar culinsísimamente a más de uno, cuando decidieron apartarse,
encerrarse, autosuficientes. Después harían verdaderos esfuerzos de
socialización: interponer, entre pianista y cantante, una presencia femenina
–Miki Vimari-, para que frenara el cortocircuito, para que su música se
ampliara con puntos de vista del otro sexo. Pero, no. Nada de eso fue
agradecido”.
Y se lamentaba: “Ay agita como tú ay agita como tú ay agita como tú, que viva Ricardo:
no se me olvido”, yendo a esconder su
melancolía a otra parte. Pero cada diciembre
se manifestaba haciendo imprimir afiches en este orden:
EL
PUEBLO DE CALI RECHAZA
A
los Graduados, Los Hispanos y demás cultores del “Sonido Paisa” hecho a la
medida de la burguesía, de su vulgaridad__________,
Porque no se trata de
“sufrir me tocó a mí en esta vida” Sino de “Agúzate que te están velando”.
¡Viva el sentimiento
afro-cubano!!
¡Viva
Puerto Rico libre!!
RICARDO RAY NOS HACE FALTA
|
Pero nada. Richie Ray no
volvió jamás, y con su ausencia crecía el vacío en el alma de Rubén,
devorándole lo más sólido, sus emociones más reales y vigorosas. Pero nada
era comparable a haber perdido el juicio cuando más lo necesitó. Marcado quedó,
entonces, por una brutal impresión perdida. Escuchar música, producir motivos
de bailoteo era el fuego que animaba su perdición”[24].
Bucles, dialógicas e
incertidumbres culturales.
La música, es la que va a encarnar el papel
definitivo y protagónico en la vida de unas generaciones que hablaban, sufrían
y vivían a través de la música, en una ciudad que desde la cultura, excluía
inconscientemente, los ancestros musicales que venían del río y del mar y que
mientras tanto ya Cali, estaba ya tejida por la urdimbre del arte popular
de la modernidad de la radio y de sus tradicionales y patronales fiestas
decembrinas.
Es esa radio y la novela de Andrés, como los
cuentos de Umberto Valverde, las que asumirán la nueva transcultura de la Salsa
y las músicas del Caribe y toda su antillanidad.
Serán la escritura hablada de la radio, y estás
dos escrituras, las que romperán la ambivalencia del ser caleño y sus
comunidades. Y es la música de Ricardo y Bobby, la que va a servir de agente
movilizador de una forma cultural definitiva como es la Salsa Afrocubana dentro
los melómanos en Latinoamérica.
Serán estos espacios de representación
simbólica, los nuevos bucles de información, los que inaugurarán, las
dialógicas de un pensamiento estructurado que nos muestra: cómo la Salsa es una
parte constitutiva de la identidad cultural local de la ciudad, trabajo
intensamente elaborado por Alejandro Ulloa y sus condiscípulos.
Ricardo y Bobby, serán los ciudadanos del mundo
que sembrarán unas de las formas culturales más fuertes y significativas para
toda una ciudad, en desarrollo y en formación como era la ciudad de Cali
en los setentas.
La novela de Andrés, los cuentos de Umberto, la
radio popular caleña con sus programas especializados, los espacios de
divertimento como sus usos sociales, de consumo y de producción simbólica de la
Salsa [Grilles, Clubes, Bares, Discotecas, Fuentes de Soda, Miradores,
Restaurantes, Casetas de baile hasta las conocidas Salsotecas, los Festivales
de Fin de Año durante la Feria de Cali, los dos Congresos nacionales de la
Salsa organizados por Barberena y Quintero, (el remontaje de las obras de
Richie and Bobby por la pianista Connie Riveros, acompañada del cantante de
barrio que imita de manera inigualable al Bobby) el Festival de Juanchito, las
reuniones barriales de las verbenas populares, las comparsas, los grupos
de baile, las parejas de salsa, los campeonatos de baile, los conciertos en el
Estadio sanfernandino del “Pascual Guerrero”, las academias de danza, las
conformaciones de innumerables orquestas propias, los montajes de Barrio
Ballet, las columnas de Medardo Arias, la revista Fantasio, la llegada de la
Fania All Stars al Gimnasio del Pueblo, las citas mensuales en el Parque de la
Música, los Encuentros de Coleccionistas, los Encuentros de Salsa y Cultura,
-una aproximación musical, al ritmo de la vida-, los discjockeys, la revista
Melómanos, el libro La Salsa en Cali de Alejo Ulloa, las audiciones musicales
dedicadas a los actores sociales de la Salsa, conducidas por Gary en la Taberna
Latina, con los múltiples regresos de uno y otro músico invaluable], son los
que serán los momentos que a corto plazo crearán los efectos de la acción
sociocultural de la Salsa, pero que a largo plazo serán impredecibles.
Así, las consecuencias en cadena de la cultura
de la Salsa, como en especial de la música de Ricardo y Bobby, obrarán en el
sentido de su intención, al crear una apuesta que reconoce sus riesgos en cada
una de las acciones emprendidas en las comunidades culturales de la ciudad y la
región.
Cuestión que inevitablemente nos hace recordar,
la Conferencia del Capítulo V “Enfrentar las Incertidumbres” de Edgar Morin,
donde explica que: desde Eurípides se nos habla que “Los dioses nos dan muchas
sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la
puerta”. Morin interpreta el mensaje que debemos incorporar –en este caso,
tratado en las variaciones sobre Ricardo y Bobby-: que es esperar lo inesperado
para así, comprender la incertidumbre irremediable de la historia humana,
descubrir la pérdida de futuro, es decir, descubrir la impredecibilidad de las
acciones sociales y culturales -de la Salsa y la música de Ricardo y Bobby por
ejemplo-, que a la vez están acompañadas de otras acciones retroactivas y
correlativas que siguen siendo una aventura desconocida para la cultura y para
la ciudad y sus rasgos y aspectos de la experiencia humana, como los modos de
pensamiento y comportamiento ciudadanos.
Sin embargo, el advenir queda abierto para la
Salsa, como historia de una ciudad, como apuesta y como certeza ha construido
un progreso histórico en la civilización moderna, el problema es aceptar y
tomar conciencia de la incertidumbre histórica para la cultura que vive
la ciudad porque vendrán los procesos complejos y aleatorios de la
globalización en nuestra era planetaria.
La Salsa, ha elaborado una historia creadora
dentro de la sociedad caleña y colombiana. Igual sucedió en el Caribe
mediterráneo, como parte de la obra del gran movimiento musical y
sociocultural y que como surgimiento de lo nuevo que era, no se podía predecir,
sino no sería nueva esta música reveladora.
Retomando a Morin, diríamos que el surgimiento
de una creación [colectiva] no se podía conocer por anticipado, sino tampoco
habría de ser creación novedosa e innovadora, la Salsa.
Como producto social de una historia múltiple,
la Salsa, como historia de varias comunidades multi-nacionales en la ciudad de
Nueva York, ha ido avanzando, avanzó, ha ido construyendo procesos continuos y
discontinuos, como obra humana, donde han procedido innovaciones, creaciones
individuales, grupales, con tendencias progresivas, con creaciones y
transformaciones sociales que fueron muy locales en los barrios de la
megalópolis americana, pero que poco a poco, desbordaron primero de
condiciones difíciles en condiciones favorables que regularon el impulsivo río
creativo del Barrio como marca de una cultura urbana que comenzó a proliferarse
de manera epidérmica, hasta que se propagó, desarrolló y logró volverse una
tendencia sociocultural, cada vez más potente hasta lograr producir una nueva
normalidad cultural en los Estados Unidos y en Latinoamérica. [Morin, 1999:37,
reescritura de Tazao Bennet; 2006: 77]
Esa historia de más cincuenta años de la Salsa,
que remonta también profundas crisis de desviaciones en las creaciones
internas, donde primó la cultura del mercado, por parte de grupos económicos
que alinderaron la conformación de portafolios de artistas, entorno a
unas poderosas industrias culturales, con productos comerciales que
desvirtuaban la cultura Salsera del Barrio, el arrabal y el ancestral rural del
Caribe donde había nacido con el Son campesino de Cuba, Puerto Rico,
Dominicana, Panamá, Colombia y Venezuela.
Son procesos sociales propicios que a la vez,
son irremediables. Claro que, debemos reconocer que la obra de una Salsa tan
robusta y gruesa, como la de Ricardo y Bobby, trazó un paradigma simbólico en
la cultura del Caribe, de Cali y de Latinoamérica porque es a partir de esta
música, que nacen muchos trabajos definitivos para el conocimiento profundo de
una forma cultural determinante y representativa.
Cuestión que nos ayuda a interpretar y
preguntar: ¿cómo empezó a convivir esta música en la ciudad? Cuestión que nos
ofrece los elementos necesarios para comprender las razones y maneras, en que
las formas de vida colaboraron con los cambios visibles a través de los tiempos
de una ciudad, en la que sus pueblos que la viven e interactúan, saben
por qué la han escogido como su cultura dominante.
Lo importante es saber ¿cómo y por qué estos
pueblos reunidos en una ciudad diversa se comportan con la Salsa de la forma en
que lo hacen?
Lo que muestra la búsqueda de la investigación,
es como “unas prácticas culturales que ventilan” como dice Armand Mattelart, “unas
negociaciones entre lo singular y lo universal, entre lo local y comunitario,
entre lo regional y lo subregional, todo en función de contextos
singulares, reterritorializan a las subculturas” dentro de un reto por
integrar subjetividades y a las culturas en el marco de los determinantes
sociohistóricos, en un Mapeo de la Salsa.
Jean-Luc Godard, argumentaba que: “no se puede
contar una historia sin hacer Historia”, lo que implica socialmente, una
apropiación de los signos de la modernidad. Con la Salsa, está el retorno a la
cultura, como fuente de identidad, de sentido, de supervivencia, de expresión y
dignidad y que está en concomitancia con la crisis del pensamiento único de la
modernización global del desarrollo. [Mattelart, 2003:141]
Richie Ray palmoteando la clave eterna de la
Salsa que reinventa cada vez que su imaginación y su creatividad le permiten.
1999 Coliseo de Bayamón.
Ya han pasado varios años, de esta nueva reprogramación musical, y a estas alturas, las frases como los silencios son muy dicientes.
O los críticos, son muy parcos o sus oídos se han refinado tanto, que el sentido aguzado de sus fronteras musicales o se mantiene en el viejo sonido de los innovadores de los sesentas y setentas o simplemente, la fábrica costumbrista de la crítica musical, sólo se puede dedicar a hacer meras descripciones eufemístas de lo musical o a hacer descripciones simplistas que no caracterizan, la necesidad de mostrar los fundamentos de una Etnomusicología seria y apropiada del quehacer musical salsero.
Descubro entonces, nuevamente a Rafael Quintero
que en el trabajo “Salsa y Globalización”, -nuestro ensayista e investigador
musical, hoy manager de un espléndido grupo caleño de danza salsera, SALSA
CABARET, con los pentacampeones mundiales del baile de la Salsa, El Mulato y su
SWING LATINO-, en el que luego de desarrollar los subtemas de La
Salsa/Globalización y Fusión/Identidad y Globalización/La Modernidad y la
Salsa/Nueva Oferta Musical para el siglo XXI/Salsa y Cultura Mediática/¿Por
dónde va la Salsa? Buena vista/El Latin Jazz/Las Vanguardias/Lo Bailable/La
Timba/¿Qué puede pasar con la Innovación Cubana?/El Porvenir/, [textos que son
publicados en el volumen doble No 67 y 68 de HUELLAS, revista de la Universidad
del Norte, de Barraquilla, ISSN: 0120-2537, -documento donado
por Vilma Gutiérrez de Piñeres, editora de la revista y directora de la Emisora
cultural y universitaria Uninorte FM Estéreo, 103.1, la alternativa culta de la
radio en el Caribe colombiano-, y aparecen con motivo de la celebración del
Primer Encuentro de Investigadores de música Afrocaribe, evento organizado
conjuntamente con el Centro Cultural Cayena, en el marco de la segunda
Feria del Libro de la Gran Cuenca del Caribe].
Allí en este trabajo crítico, Quintero, logra lo
que ni mil ni 13 comentaristas, no han dicho sobre este trabajo que hoy nos
llama y nos seduce, como el fuego de una vela que todavía persiste, en medio de
un falseado e insonoro mundo mediático, que vive negando la fuerza de la salsa
con modas pasajeras e insuficientes en términos de calidad y permanencia
sociocultural.
Claro, que como Ricardo y Bobby, hay muchas más
velas de la música que mantienen encendida el alma de la música
popular de la Salsa, con todo lo que ella implica con su descarga y sus serias
implicaciones para la vida como para la creatividad y la vital lucidez de la
inteligencia popular.
Rafael, en el apartado de “Lo
Bailable”, reconoce que “en lo que concierne a los músicos que han estado
abiertamente comprometidos con la música para bailar, luego de un período de
cierre, se anuncia el inicio de nuevas búsquedas sonoras que traerán frescura y
renovación a la Salsa”.
Advierte que “sigue siendo importante la
representación musical de artistas consagrados de la Salsa y su contribución a
la evolución de este movimiento musical”.
Ofrece con estos dos sólidos presupuestos
críticos sobre un contexto muy particular de la Salsa, cuestiones muy precisas
que nos sirven de marco conceptual, sobre cómo nos va a hablar de Ricardo y
Bobby, al afirmar que: “Otras leyendas como Richie Ray y Bobby Cruz, regresan
después de 20 años de retiro a recuperar su público y a atraer juventudes. (Corregimos
que son 24). Después de su reencuentro en Puerto Rico en julio de 1999, luego
de estar separados por 20 años, Richie y Bobby han tenido muchas presentaciones
de concierto entre las que se destaca la del Carnegie Hall en el verano del
2001 en Nueva York. En ella compartió escenario con la Sonora Ponceña y se
libró el primer duelo pianístico entre Richie y Papo. Luego vendría en Puerto
Rico, en el Coliseo de Bayamón, la celebración de los 40 años de vida artística
de estos dos músicos y la grabación de su disco número cien. Allí Richie y
Bobby sellaron su definitiva irrupción en la nueva Salsa, al reencontrarse con
sus antiguos compañeros de agrupación: Miki Vimari, El Pirata Cotto, Mañengue,
Polito Huerta, Manolito González y recibir el homenaje de las Estrellas
de Fania comandadas por Johnny Pacheco, Bobby Valentín, y de nuevo Papo Lucca,
junto a Luisito Marín, Luís García y la presencia de vocalistas como Charly
Cruz, Luisito Carrión y Alex de Castro. El CD de esta presentación incluye
grandes éxitos de antaño y dos temas originales del nuevo repertorio musical.
Doña Catalina y Chan Chan, con los cuales esta inmortal agrupación pretende
conquistar el gusto de las nuevas generaciones y extender la leyenda entre
quienes la idolatran”.
Bobby and Miki Vimari y Mañengue.
En este breve comentario, se da cuenta de esta
avanzada musical y cómo Richie y Bobby, si sellan para la música Salsa, una
definitiva irrupción en la nueva Salsa de finales del siglo XX y con proyección
hacia el siglo XXI, un futuro promisorio con esperanza a volverse a renovar y
reeditar. La cultura define sus reencuentros con sus esencias estructurales,
con sus tejidos universales y los efluvios eternos de la música elaborada con
alta depuración y máximo desarrollo armónico, reconocido en los más finos y críticos
círculos musicales cubanos, puertorriqueños, dominicanos, venezolanos,
panameños y colombianos.
Al hacerlo y lograrlo con este trabajo
innegable, nos muestran como lo dice Richie Viera: “que la fórmula sigue
intacta, respetada e inigualable. Richie Ray es el ídolo por sus emociones y
sentimientos, las cuales se dejan ver en sus canciones, arreglos y en sus solos
de piano con el toque clásico. Es la magia de la perfección, orquestación,
melodía, afinque y vocalización. Bobby Cruz es el maestro del canto y el soneo.
Su voz inigualable es privilegiada y reconocida como un estilo único. Juntos
Richie Ray & Bobby Cruz son y serán la pareja más perfecta de la Salsa en
el mundo”.
Esta reaparición jamás esperada, inválida los
dictámenes severos e implacables de la exclusión que recibieron de manera inmisericorde
de la crítica literaria y musical.
Varios conciertos en la ciudad de Cali, fueron
desbaratados por el rumor salvaje que hablaba de “Los arrepentidos de la Salsa”
y donde Umberto Valverde afirmaba que: “Es penoso y triste ver a quien fuera un
gran músico como Richie Ray de clandestino en la ciudad en la que ha sido ídolo
por la fabulosa música que inventó en los finales de los años sesenta, cuando
por dos años seguidos fue invitado especial a la Feria de Cali, en compañía de
su gran cantante, Bobby Cruz…El músico, como el buen escritor, está para hacer
buena música, y no puede renegar de su pasado, memorable, para hacer el
ridículo de país en país cantando sermones…No es el camino para ellos, que por
decisión propia están por fuera del presente y sólo son nostalgia… Cada cosa en
su lugar. La música y mucho más la Salsa, convoca al placer, al goce, a la
fiesta, al encuentro sensual. Por todas estas razones, los arrepentidos de la
Salsa no tienen lugar, porque ni están en la iglesia ni se sienten bien en los
sitios de rumba”.
Son estos, los textos extremos y radicales de
uno de los escritores colombianos que más ha trabajado en su literatura,
la música, desde el libro de cuentos cortos, “Bomba Camará” por ejemplo, que
muestra la apropiación de las músicas caribeñas por parte del pueblo caleño, en
sus tradicionales barrios populares: Obrero y San Nicolás.

En la música de Richie, Bach es un médium
musical de la cercanía con Dios, y Babalú efectivamente también lo es.
Cada ritualidad en sus diversas manifestaciones musicales, enlaza algo
que va más allá de “las ensoñaciones y los deleites”, pues son esos elíxires
sonoros, los que como lo escribió el sabio Fernando Ortiz: “se beben por los
oídos lo que en el trato iguala y junta a las gentes y en los sentidos dinamiza
la vida”, dinamizan la misma vida espiritual, pues es allí donde hacen
presencia los cultos religiosos afrocubanos, porque en bastos “sectores
de la población, estas creencias, junto con las de la religión católica y las
del espiritismo, constituyen el substrato básico de su fé…(ya lo decía con
anterioridad, aparecen en escena) las divinidades, las creencias y las
prácticas de los principales cultos afrocubanos en las canciones populares…que
son un producto, y a la vez un elemento importantísimo, de la cultura nacional
cubana. Cultura que es esencialmente híbrida, mulata, mezcla sincrética de lo
africano y lo español. Es parte de su religión, estos cultos... lo viven como
parte de su cultura, de su folklore: viven en la poesía de Ballagas y de
Nicolás Guillén, viven en las comparsas del Carnaval habanero y oriental
y viven en las canciones de Celina y Reutilio y de Celia Cruz. Es necesario
señalar el carácter fundamentalmente inmanente de las creencias afrocubanas.
No son estas religiones del “más allá” si no
del “más acá”. No hay aspecto de la vida terrena que no esté permeado por
la presencia activa de lo sobrenatural. Difícilmente podrían, entonces, escapar las
canciones populares de la intervención de dioses y espíritus” nos lo
explica ampliamente la analista e investigadora Isabel Castellanos.
Con un énfasis preclaro nos argumenta, sobre otro de los tópicos importantes, que es una cualidad de lo sagrado, en los cantos reinterpretativos del afrocubanismo y es ese aspecto donde Isabel Castellanos descubre que: “Desde la perspectiva de este particular enfoque cultural, me pregunto si la música que venimos analizando puede calificarse estrictamente de profana. Indudablemente, no se trata de una música ceremonial, aunque fragmentos de cánticos litúrgicos aparezcan frecuentemente en ella. También es cierto que los contextos en que generalmente se ejecuta son fundamentalmente seculares: El radio, el Teatro, la discoteca, la fiesta de familia”.
Con un énfasis preclaro nos argumenta, sobre otro de los tópicos importantes, que es una cualidad de lo sagrado, en los cantos reinterpretativos del afrocubanismo y es ese aspecto donde Isabel Castellanos descubre que: “Desde la perspectiva de este particular enfoque cultural, me pregunto si la música que venimos analizando puede calificarse estrictamente de profana. Indudablemente, no se trata de una música ceremonial, aunque fragmentos de cánticos litúrgicos aparezcan frecuentemente en ella. También es cierto que los contextos en que generalmente se ejecuta son fundamentalmente seculares: El radio, el Teatro, la discoteca, la fiesta de familia”.
–Y es bueno decirlo, que en este aparatado,
Isabel, es bien contundente, ya lo habíamos señalado, cuando agrega lo
siguiente: “Pero aquí, como en otros aspectos de la cultura afrocubana, es
difícil deslindar los límites de lo sagrado y lo profano, sin desvirtuar su
característica interpretación mágica de la realidad. –Pregunta- ¿No será que,
para ser fieles a la cosmovisión religiosa afrocubana, debemos considerar que
estos ritmos que tan despreocupadamente cantamos y bailamos están también
cargados del divino aché?”
Se harán Ustedes, nuestros estimados lectores y
lectoras, una gran interrogación: ¿Qué
es el aché, o el ashé?
-Es la expresión en lengua que representa y
explica, la gracia divina de conseguir algo muy bueno, conseguir con la ley de
atracción lo que realmente se quiere, la suerte de lograr algún deseo, alguna
esperanza. Es conseguir que se produzcan cosas extraordinarias. Lograr usar la
mente y la espiritualidad a favor nuestro. Regir todo con una fuerza vital que
logra usar una energía que ilumina. Así como el mismo oxígeno nos permite poder
respirar y seguir existiendo. El aché,
es el gran secreto que logra revelarnos, el orisha con su aña, con su fuerza,
con su palabra, con su voluntad de atraer lo mejor. Por eso, nos aferramos a
los pensamientos de aquello que deseamos con el aché sagrado de Olófi. El universo entero de los Orishas conspira para que los deseos de
los sueños de un mejor y mejor aché se hagan por fin realidad.
El aché, en palabras de Natalia Bolívar
Aróstegui, “es la gracia, la bendición del santo, la virtud del orisha,
la palabra bendita de Olófi. También es el alma (de algo, su virtud). Se dice
de los atributos del santo o que radican en ellos. Tiene muchas variantes en
las ceremonias iniciáticas, pues es la bendición del Orisha colocada en
distintas partes del cuerpo del afrosantero creyente. El aché en esa
ocasión, es la saliva, el aliento y el tacto del santero (o le llegan a través
de ellos). Aché to: así sea;
equivale al amén de otras religiones inclusive la cristiana. Se dice aché de Orula a los polvos (yefá) que se utilizan en la ceremonia de Ifá”.
Carlos Alberto Cruz Gómez, en la edición y
compilación de “Herencia Clásica” señala que “el aché es una virtud concedida
por Olófi a los Orishas para que ejerzan determinado poder de posesión. El que
tiene Santo Asentado en su orí tiene
aché, pero el que no, lo recibe por irradiación del santo que lo quiere ayudar,
proteger, hacerle regalo, milagro, gracia o prueba. Gracia que tiene una
persona para lograr que los dioses lo oigan cuando pide. Que sale o sucede lo
que dice fulano. Sagrado. Divinidad. Gracia. Virtud. Don. Poder mágico. Dar aché
es sacramental a un sujeto. Suerte”.
Fernando Ortiz, en su alta sabiduría al
respecto, argumenta que: “el aché, es el poder. Es una orden imperativa. Es
conseguir un milagro. Dar aprisa. Producir un milagro. Tener gracia, el don de
la protección. Tener bendición. Dar luz. Poseer autoridad religiosa. Tener
portento. Producir una fiesta bendita”.
La maestra y etnógrafa Natalia Bolívar considera
que “el aché, es el poder, es estado de energía en energía pura”.
No valía que Richie & Bobby, salieran
de manera modesta a interpretar sus mensajes de conversión al evangelio porque
eran duramente criticados pues no creían ni entendían que siguieran
interpretando éstas misiones a través de la Salsa.
Debemos contar, que en medio de esta
sonada reapertura a la Salsa, ya han transcurrido 33 años de apostolado que
sigue vivo, y que a pesar de ser prácticamente expulsados del movimiento
protestante cristiano, han levantado iglesias con su movimiento cultural
religioso en Puerto Rico, México, Cuba, República Dominicana, Haití, Colombia,
Estados Unidos Curazao y Chile; continuan ejerciendo como pastores, cantantes, escritores
y compositores lo que a su vez, les ha permitido crear una red de emisoras,
fundaciones y de centros de rehabilitación para drogadictos.
Sin embargo, la fórmula de Richie y Bobby sigue
viva y como dice Edgar Borges en su libro “Sonido Urbano” en el apartado
“Calle, Salsa y Cuentos”: ¡Total, las esquinas aplauden a sus cantores; sin ver
raza o religión!
Umberto Valverde lo ha dicho: “por su grandeza y
su talento...Richie y Bobby fueron acogidos incondicionalmente por las gentes
caleñas”.
Como evidentemente lo dice, el periodista
panameño Barry White: “ellos dos, Richie y Bobby son una de las agrupaciones
más asombrosas de los años 60 que se destacó por su cadencia, fuerza y eufonía.
A la sombra del trabajo interpretativo que ejecutó en el piano Ricardo
Maldonado, su colega, ha estado el cantante y músico Bobby Cruz, quien ha sido
el cerebro detrás del éxito abrumador, que por más de cuarenta años ha
mantenido su agrupación”.
Bobby afirma: “Tenemos una buena combinación. Richie
es un gran músico y yo tengo mucha música, pero él tiene la cabeza, pero, no sé
ponerla en un papel”, -confiesa entre risas el salsero puertorriqueño.
Bobby agrega con cierto dejo de satisfacción en
su rostro: “Una vida de unidad y armonía, haciendo música”.
En el 2007, según la Academia Latina de la
Grabación, organizadores de los premios Grammys Latinos, Richie Ray y Bobby
Cruz, "es el dúo más creativo que haya conocido la música
Afrocaribeña". Esas son palabras mayores decimos muchos en Latinoamérica,
con voz fuerte y alentadora. Casi con el aliento del orgullo profundo que
esa distinción representa. http://www.herencialatina.com/RR_BC/La_salsa_Ese_Espiritu_Luis_Tasceche.htm
Notas
Bibliográficas
[1] Este documento lo escribió
Fernando Tasceche inicialmente en el 2000, cuando trabajaba para Caracol
Radio, a propósito del lanzamiento del CD, Compact Digital Audio: Richie Ray
y Bobby Cruz, Un Sonido Bestial, El Concierto VIP, hecho y distribuido en
Colombia por Universal Music Colombia S.A., en 1999. Era un borrador-guía del
guión radial para el programa Concierto
Caribe que se emitía en la Cadena Básica, los sábados de 10:00 A 12:00
P.M., desde 1995 hasta el 2003. Lo hemos retomado, pensando con una óptica
más compleja en el tema de las leyendas de la Salsa, que hacen parte de esa
“selva de mitos que enriquecen las culturas” como dice Edgar Morin, en la Cf.
Las Cegueras del Conocimiento: el
error y la ilusión. Las leyendas de la Salsa, como Ricardo y Bobby, hacen
parte de ese capital cultural inagotable que tejen las identidades y son
bucles de producción de Información, Comunicación y Socioculturalidad, que
son verdaderas expresiones de la gran diversidad de nuestra pluriétnica
Latinoamérica.
[2] Villadiego Prins, Mirla, Comunicación: ¿reproducción o cambio del
orden social?, Bogotá, Intertextos, Cuadernos de la Facultad de
Comunicación Social, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, marzo de
2005.
[6] Menuhin, Yehudi y Davis, Curtis W., La música del hombre, versión
española de Ángel Carlos González Ruiz de la Universidad Nacional Autónoma de
México y el Conservatorio Nacional de Música, en colaboración con Otto de
Greiff de la Universidad Nacional de Colombia, Fondo Educativo
Interamericano, impreso en los E.U.A., 1981.
[7]Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios a la educación del futuro, con la
colaboración de Nelson Vallejo-Gómez y Françoise Girard, traducción de
Mercedes Vallejo-Gómez, octubre de 1999, 7 place de Fontenoy-75352-París
07SP-Francia, UNESCO.
[8] Morin, Edgar, Antropología de la Libertad, Entre systémique et complexité,
chemin faisant… Mélanges en hommage à Jean-Louis Le Maigne, PUF, París, 1999:
157-170. Traducción de José Luis Solana Ruiz, profesor de Antropología Social
de la Universidad de Jaén. webmaster@avizora.com
[9] Sherwood, Anderson, en un artículo
aparecido en “The Double Dealer”, en 1922, Nueva Orleáns, citado también por
Carvel Collins, en un artículo sobre Faulkner junio de 1957, Cambridge,
Massachussets.
[13] Ulloa, Sanmiguel, Alejandro, La Salsa en Cali, Colección Crónica y
Periodismo, Editado por el Centro Editorial de la Universidad del
Valle, en el mes de abril de 1992.
[14] Todavía
se sigue discutiendo sí es o no un género, por lo pronto debemos considerar
que es un híbrido musical que aglutina multigéneros musicales.
[15] Quintero, Rafael, capítulo: La realidad de las imágenes, del
texto: De la función de la alegría, a la dinámica de la pena en la salsa: Bobby
Cruz: la Diferencia, Cali, 1982, Pág. 2, ponencia al II Congreso Nacional de
la Salsa.
[19] Viñas,
Moncho, uno de los Gestores Socioculturales más representativos del trabajo
de los programadores musicales en las Radios Culturales Universitarias y
Públicas en Bogotá y Cartagena.
[20] Es
un texto firmado por el querido y aguerrido Gary Domínguez, escritor,
programador, el DJ de la ciudad de Cali, el más representativo de nuestro
país en el estudio, divulgación y promoción de los fenómenos culturales
del Complejo Sonido Afro-Caribeño y Afro-Pacífico de la Salsa que desde su
taberna Latina de Cali, desde Barcelona, desde Nueva York, desde Cuba, desde
Bogotá, desde Puerto Rico y desde muchos escenarios ha creado los espacios de
interactividad que la radio local, regional, nacional e internacional ha
logrado manifestar como el sentimiento más raizal y contundente que heredó de
sus padres doña Estela Domínguez y el profesor eterno del fútbol colombiano
don Edgar Mallarino. Gary ha publicado sino el más completo, si es el
hipertexto más condensado que sobre el movimiento salsero se ha publicado en
una cadena de afecto de apoyos económicos sin precedentes como es EL CUADERNO LATINO DE LA SALSA.
[22] Sims, Norman, Las máscaras de los hombres, Prólogo, Los periodistas literarios
o el arte del reportaje personal, Selección y Prólogo. El Áncora Editores,
1984-1996, Bogotá, Colombia. “Las realidades simbólicas, revelan los asuntos
trascendentales del universo, el sentido de que detrás de la información hay
estructuras profundas. Escribir es poder desenterrar algunas de esas
estructuras profundas. Es buscar algo distinto, las máscaras de los hombres.
Quiero decir que todo se muestra, que se muestra para todo el mundo. Eso es
lo que persigo. No es hacer metáforas fáciles. Es mirar a través, escudriñar
la información con la esperanza de ver lo que hay detrás”.
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Herencia Latina
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